ROMA -- Mientras el Papa Francisco mojaba, secaba con una toalla y les besaba los pies, 12 reclusas de la cárcel Rebibbia de Roma lloraban.
El Papa celebró la Misa vespertina de la Cena del Señor el 28 de marzo en la cárcel de mujeres bajo una carpa instalada en el exterior.
Las 12 mujeres a las que el Papa Francisco lavó los pies durante la liturgia se sentaron en taburetes sobre una plataforma elevada para que el Papa, que tiene dificultades para caminar, pudiera lavarles los pies sentado en su silla de ruedas.
Muchas de las mujeres llevaban trajes de calentamiento y estaban inquietas mientras esperaban al Papa. Entre ellas había mujeres de Perú, Venezuela, Italia, Bulgaria, Nigeria, Ucrania, y Bosnia-Herzegovina. Todas están alojadas en la sección de seguridad media, informó Vatican News.
Al tratarse de la primera visita del Papa Francisco en Jueves Santo a un centro penitenciario en el que solo había mujeres presentes, fue la primera vez como Papa que lavó los pies únicamente a mujeres.
Tras la Misa, le regaló un gran huevo de Pascua de chocolate a un niño pequeño, el único que vive actualmente con su madre en la prisión, según la directora de la cárcel. Las cárceles italianas tienen unidades especiales para madres con hijos y la ley permite a las mujeres detenidas tener a sus hijos con ellas hasta que cumplan 3 años.
El Papa Francisco ha convertido en tradición celebrar la Misa del Jueves Santo en una prisión o centro de detención de menores, y a menudo lava los pies a hombres y mujeres, sean católicos o no.
Y, siguiendo con su costumbre en los centros, pronunció sólo una breve homilía.
Al lavar los pies a sus discípulos, Jesús se humilla, dijo el Papa. "Con este gesto, nos hace comprender lo que había dicho: 'yo no he venido a ser servido, sino para servir'. Nos enseña el camino del servicio".
La lectura vespertina del Evangelio también incluía la frase: "El diablo ya había inducido a Judas, hijo de Simón el Iscariote, a entregarle".
El Papa Francisco dijo a las mujeres que Judas era incapaz de amar, y por eso "el dinero, el egoísmo le llevaron a esta cosa fea" de traicionar a Jesús.
Pero, dijo el Papa, "Jesús lo perdona todo. Jesús perdona siempre. Sólo pide que nosotros le pidamos perdón".
Citando a una "anciana sabia", el Papa Francisco dijo: "Jesús no se cansa jamás de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón".
"Pidamos hoy al Señor la gracia de no cansarnos", dijo. "Todos tenemos pequeños errores, grandes errores -- cada uno tiene su propia historia -- pero el Señor siempre nos espera con los brazos abiertos y nunca se cansa de perdonar".
Antes de lavar los pies a las mujeres, las animó a rezar para que el Señor nos haga crecer a todas en la vocación de servicio.
La oficina de prensa del Vaticano dijo que estaban presentes unas 200 personas, entre ellas muchas sentadas fuera de la carpa en el césped. La directora de la prisión dijo que actualmente hay 360 mujeres alojadas en dicho lugar.
El arzobispo Diego Giovanni Ravelli, maestro papal de ceremonias litúrgicas, fue el celebrante principal en el altar.
El padre Andrea Carosella, capellán principal del complejo penitenciario de Rebibbia, dijo a Vatican News que las propias mujeres invitaron al Papa. "Para ellas, la visita del Papa es un signo de su gran atención a la realidad carcelaria y es un gran estímulo".
El Papa Francisco lavando los pies de las mujeres, dijo, "es un signo de la misericordia y el amor de Dios que sale al encuentro del sufrimiento y el dolor de la humanidad".
La hermana María Pía Iammarino, miembro de las Hermanas Franciscanas de los Pobres, dijo a Vatican News que el ministerio del Papa Francisco a las mujeres es un modelo.
En la pastoral penitenciaria, dijo, "no necesito decirles que Dios las ama, sino ser testigo del amor de Dios por ellas, mirarlas con benevolencia y aceptación sin juzgarlas. Luego, cuando te has ganado la confianza de las internas, puedes añadir palabras".