ROMA -- Una hora antes del amanecer, el papa Francisco colocó una canasta de rosas blancas en la base de una estatua de la Inmaculada Concepción en el centro de Roma, rezando para que María ayudara a todos los que sufren.
"Mientras aún era de noche", dijo la oficina de prensa del Vaticano el 8 de diciembre, el papa se detuvo en oración ante la estatua de María pidiendo por "la curación de los muchos enfermos; sanación, para los pueblos que sufren severamente las guerras y la crisis climática; y de conversión, para que derrita el corazón de piedra de los que construyen muros para protegerse del dolor ajeno".
El papa llegó a la Plaza de España, cerca de las escaleras, alrededor de las 6:15 a.m., dijo la oficina de prensa. Debido a la pandemia de COVID-19, fue el segundo año consecutivo que el papa realizó una visita sin previo aviso a la estatua a primera hora de la mañana para evitar atraer una multitud.
El papa Francisco llegó, rezó y se fue incluso antes de que llegara una brigada de bomberos de Roma para colgar una corona de flores en los brazos extendidos de la estatua.
La fiesta de la Inmaculada Concepción es un día de fiesta en Roma, y la visita habitual del papa a última hora de la tarde a la Plaza de España normalmente atrae a miles de personas.
Antes de regresar al Vaticano, el papa también se detuvo en la Basílica de Santa María la Mayor para orar, dijo el Vaticano.
Al mediodía, el papa Francisco dirigió el rezo del Ángelus con los visitantes en la Plaza de San Pedro y habló sobre la humildad de María y los milagros que Dios realiza a través de personas que confían totalmente en él.
La lectura del Evangelio para la fiesta es el relato de san Lucas del ángel Gabriel que se apareció a María y le dijo que ella sería la madre de Jesús.
"El ángel la llama 'llena de gracia'", señaló el papa. "Si está llena de gracia, significa que la Virgen está libre de maldad: no tiene pecado, es inmaculada".
El papa Francisco señaló que en vez de decir que María estaba sorprendida por el saludo del ángel, estaba "muy preocupada".
"María no se atribuye prerrogativas a sí misma, no tiene derecho a nada, no se atribuye nada a su propio mérito", dijo el papa. "No está satisfecha de sí misma, no se exalta a sí misma. Porque en su humildad, sabe que recibe todo de Dios".
"María Inmaculada no se mira a sí misma", dijo. "Esta es la verdadera humildad: no mirarse a uno mismo, sino mirar a Dios y a los demás".
El papa Francisco rezó para que María ayudara a todos los cristianos a comprender que si son humildes y están enfocados en Dios y en servir a los demás, Dios puede lograr grandes cosas a través de ellos.
"Que ella encienda en nosotros el entusiasmo por el ideal de santidad que no tiene nada que ver con las tarjetas y los dibujos sagrados, sino que se trata de vivir con humildad y alegría lo que sucede cada día, liberados de nosotros mismos, con la mirada fija en Dios y en el prójimo que encontramos," él dijo.