Este domingo, al finalizar el rezo del ángelus, el Papa Francisco se refirió a la situación de la iglesia en Nicaragua por la primera vez en meses. Sus palabras se dieron en momentos en que el Vaticano y la dictadura sandinista liderada por Daniel Ortega y su mujer, Rosairo Murillo, viven momentos de gran tensión.

En las últimas semanas, docenas de sacerdotes y laicos fueron encarcelados, muchos de ellos forzados al exilio. A demás, actividades religiosas han sido suspendidas, y los dos estados casi no tienen relaciones diplomáticas luego de que Ortega expulsara al nuncio y se negara a nombrar un embajador ante la Santa Sede.

“Al amado pueblo de Nicaragua, animo a renovar vuestra esperanza en Jesús, recordad que el Espíritu Santo guía siempre la historia hacia proyectos más altos”, dijo el pontífice este domingo desde la ventana del Palacio Apostólico.

Y agregó: “Que la Virgen Inmaculada los proteja en los momentos de prueba y les haga sentir su ternura materna. Que la Virgen acompañe al amado pueblo de Nicaragua”.

Las relaciones del régimen de Ortega y la Iglesia católica viven momentos de gran tensión, caracterizadas por la expulsión y encarcelamiento de sacerdotes, la prohibición de actividades religiosas y la suspensión de sus relaciones diplomáticas.

Según la investigadora exiliada Martha Patricia Molina, un total de 245 religiosos han sido obligados al exilio o han sido expulsados de Nicaragua desde que estalló la crisis social y política en abril de 2018. Lo publica en la quinta edición del estudio independiente ‘Nicaragua: ¿Una Iglesia perseguida?’

Entre los exiliados se encuentran tres obispos, Silvio Báez, Rolando Álvarez e Isidoro Mora. A demás, hay 136 sacerdotes de las diferentes diócesis de Nicaragua que han sido expulsados del país o han sido obligados al exilio. Muchos de ellos, incluidos Báez y Álvarez, han perdido su nacionalidad por decisión de Ortega. Los dos prelados fueron abiertamente críticos del régimen autoritario del matrimonio presidencial.

El obispo de Matagalpa, monseñor Álvarez, era una fuerte voz crítica contra los abusos del régimen de Ortega. Fue encarcelado el 19 de agosto de 2022 y desterrado a Roma en enero de 2024. Desde entonces, es muy poco lo que se sabe de él, pero fuentes que lo conocen han confirmado a Ángelus que su estado de salud cuando llegó a Roma luego de más de 500 días en prisión era frágil.

A demás, en agosto de 2023 Ortega ordenó la disolución en el país de la Compañía de Jesús, los jesuitas, orden a la que pertenece el propio papa Francisco, además de expropiar todo su patrimonio. Este mes, los Jesuitas publicaron un comunicado denunciando que la agresión cometida contra ellos “está enmarcada en un contexto nacional de represión sistemática, que lamentablemente continúa hasta el día de hoy en contra de cualquier persona o institución que resulte sospechosa de no estar de acuerdo con el régimen.”

Algunas estimaciones indican, sin embargo, que más del 25 por ciento de los sacerdotes vive en el exilio, sin contar los sacerdotes y religiosas extranjeros también expulsados, incluso pertenecientes a la orden de la Madre Teresa, las Misioneras de la Caridad.

La última vez que el pontífice se había referido a la situación de Nicaragua había sido enero de 2024. Su aparente silencio se explica, supuestamente, por ser un intento de proteger al clero que permanece en el país. Meses antes, el pontífice había arremetido contra el régimen de Ortega calificándolo en una entrevista con el portal digital Infobae de “dictadura grosera”, tras la condena del obispo  Álvarez. Tras esas declaraciones, la dictadura rompió relaciones con el Vaticano y cerró oficinas locales de Cáritas y cientos de organizaciones caritativas que ayudan al pueblo de Nicaragua, sumido en la pobreza.

La última liberación y destierro fue el pasado 18 de agosto, de los sacerdotes Leonel Balmaceda y Denis Martínez, que habían sido detenidos una semana antes.

Además, el pasado lunes Nicaragua canceló la personería jurídica a 1.500 asociaciones que funcionaban como organismos sin fines de lucro, entre ellas varias organizaciones católicas.

Nicaragua atraviesa una fuerte crisis social, política y económica desde abril de 2018 que se ha acentuado tras las fraudulentas elecciones de noviembre de 2021, en las que Ortega fue reelegido para un quinto mandato, cuarto consecutivo y segundo junto a su esposa, Rosario Murillo, como vicepresidenta, con sus principales contendientes en prisión.