CIUDAD DEL VATICANO -- En la Biblia, Jesús nunca explica el sufrimiento, sino que se acerca a los que sufren, los cura y finalmente, en la cruz, comparte y redime el sufrimiento de toda la humanidad, dijo el Papa Francisco.

Jesús "no se acerca al dolor con ánimos genéricos y consuelos estériles, sino que acoge su drama, dejándose tocar por él", dijo el Papa el 11 de abril durante una reunión con miembros de la Pontificia Comisión Bíblica.

Los estudiosos de la Biblia y teólogos de la comisión estudian temas relacionados con el estudio y la interpretación de las Escrituras como expertos asesores del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. En su reunión de abril, continuaron un debate sobre "la enfermedad y el sufrimiento en la Biblia".

El Papa Francisco dijo que la Biblia "es iluminadora" en el tema de la enfermedad y el sufrimiento, porque "no nos deja un manual de palabras bonitas o un recetario de sentimientos, sino que nos muestra rostros, encuentros, historias concretas".

La compasión de Jesús por los que sufren va incluso más allá de las palabras consoladoras y los milagros de curación, dijo el Papa. Él asume el sufrimiento humano y, al hacerlo, salva a la humanidad y "transfigura el dolor" de la gente.

"Cristo ha transformado nuestro dolor", dijo haciéndolo suyo hasta la médula: "viviéndolo, sufriéndolo y ofreciéndolo como don de amor", dijo. Jesús no "dio respuestas fáciles a nuestros 'porqués', sino que en la cruz hizo suyo nuestro gran 'porqué'", gritando en la cruz: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?".

Estudiar las Escrituras y rezar con la Biblia, dijo el Papa, ayuda a las personas a purificar "la imaginación religiosa de actitudes equivocadas", incluidas las que "vinculan el sufrimiento al castigo divino".

En cambio, la Biblia enseña a las personas "a seguir el camino indicado por Jesús: tocar el sufrimiento humano con la propia mano, con humildad, mansedumbre y serenidad, para llevar, en nombre del Dios encarnado, la cercanía de un apoyo salvador y concreto", dijo el Papa Francisco. "Tocar con la mano, no teóricamente".

El Santo Padre animó a los miembros de la comisión a continuar su estudio ya que el sufrimiento es un tema que afecta a todos.

"La Palabra de Dios es un poderoso antídoto contra toda cerrazón, abstracción e ideologización de la fe", dijo. Pero "leída en el espíritu en que fue escrita, acrecienta la pasión por Dios y por los seres humanos, desencadena la caridad y reaviva el celo apostólico. Por eso, la Iglesia tiene una necesidad constante de beber de las fuentes de la Palabra".