ROMA - En una majestuosa sala situada en el corazón del palacio apostólico del Vaticano, y rodeados convenientemente de vegetación dispuesta para la ocasión, los líderes de las tradiciones religiosas del mundo firmaron un llamado dirigido a quienes negociarán el futuro del medio ambiente en Glasgow.

El apelo de siete páginas firmado por los líderes fue el resultado de meses de negociaciones entre tradiciones religiosas a menudo enfrentadas: Católicos y ortodoxos rusos; musulmanes suníes y chiíes; judíos; hindúes; sikhs; budistas; taoístas; cuáqueros; y representantes del zoroastrismo, el confucianismo y el jainismo. Todos ellos se reunieron una vez al mes para redactar el documento firmado el lunes en el Aula della Benedizione del Vaticano.

En sus puntos más destacados, el apelo a la COP26 pide que el mundo logre cuanto antes unas emisiones netas de carbono que limiten el aumento de la temperatura media mundial; presiona a las naciones más ricas y con mayor responsabilidad para que tomen la iniciativa, intensificando su acción climática y apoyando financieramente a los países vulnerables para que se adapten y hagan frente al cambio climático.

También pide a los gobiernos que sean más ambiciosos en la cooperación internacional para la transición hacia la energía limpia y el uso sostenible de la tierra, con sistemas alimentarios ecológicos y una financiación responsable.

Por último, los líderes religiosos también se comprometen a llevar a cabo una mayor acción climática, sobre todo en los ámbitos de la educación y de la influencia de los miembros de sus tradiciones a favor del cuidado del medio ambiente.

Para sorpresa de todos, Francisco optó por no leer el texto preparado para la ocasión una vez que confirmó que los participantes tenían la transcripción de lo que iba a decir, "así, continuamos con esta presentación".

Pero más de 30 líderes religiosos- y un puñado de científicos y políticos, incluidos el británico Alok Sharma, presidente de la COP26 y el ministro italiano de Asuntos Exteriores, Luigi Di Maio, copresidente de la cumbre de noviembre, sí leyeron sus discursos en el evento Fe y Ciencia, hacia la COP26, organizado por el Vaticano y las embajadas de Inglaterra e Italia ante la Santa Sede.

En su intervención, Francisco presentó tres conceptos que, a su juicio, pueden guiar la reflexión sobre este empeño compartido de profundizar en el diálogo entre la fe y la ciencia en favor de la protección de la creación de Dios: " la mirada de la interdependencia y del compartir, el motor del amor y la vocación al respeto".

“El encuentro de hoy, que une muchas culturas y espiritualidades en un espíritu de fraternidad, no hace más que reforzar la conciencia de que somos miembros de una única familia humana”, escribió el pontífice. “Tenemos cada uno nuestra propia fe y tradición espiritual, pero no hay fronteras y barreras culturales, políticas o sociales que nos consientan aislarnos”.

Cada líder religioso -incluido el papa- dispuso de dos minutos para exponer su punto de vista, un límite respetado por todos los oradores.

Los mensajes, la mayoría de los cuales se pronunciaron en inglés, fueron una combinación de llamados al diálogo, la oración, la conversión ecológica y el compromiso, así como un llamamiento para proteger a los más vulnerables, ya que los pobres, y los países en desarrollo, suelen ser los más afectados por los drásticos acontecimientos climáticos asociados al cambio climático.

Justin Welby, arzobispo de Canterbury, pidió un "rápido cambio en las normas fiscales y comerciales que promuevan la actividad ecológica", afirmó que en los últimos 100 años la humanidad ha "declarado la guerra a la creación" y argumentó que, aunque se le había acabado el tiempo para seguir hablando, "el mundo tiene el tiempo justo para hacer esto bien".

La líder cuáquera Gretchen Castle argumentó que "los más pobres, que son los que menos han contribuido a la crisis, son los más perjudicados", y que es el momento de "hacer frente a nuestro exceso de consumo y a nuestros hábitos de despilfarro, y aprender a vivir en una comunidad mundial colectiva y solidaria, respetuosa con toda la vida."

El Gran Imán Al-Tayyeb, de la Universidad de al-Azhar en El Cairo, pidió a todos los jóvenes musulmanes y a todas las personas de fe que "estén preparados para hacer frente a cualquier actividad que dañe el medio ambiente", e instó a los líderes religiosos a "asumir toda la responsabilidad ante la crisis".

El Metropolita Hilarión, que asistió en representación del Patriarca Ortodoxo Ruso Kirill, expresó su esperanza de que el apelo pueda ser "un nuevo comienzo para nuestras comunidades y el mundo entero".

Conocido por utilizar sus esporádicas visitas al Vaticano para acusar a la Iglesia católica de imponer su mensaje, Hilarión se mantuvo en tema, diciendo que todo el mundo necesita empezar de nuevo, particularmente en términos de conversión del corazón y arrepentimiento por todo el daño a la creación de Dios que ya se ha hecho: "Hay que recordar que la situación ecológica actual ha sido causada, entre otras razones, por el deseo de algunos de beneficiarse a costa de otros".

El Patriarca Bartolomé de Constantinopla definió el apelo firmado por los líderes religiosos como un "poderoso gesto simbólico, precisamente porque es a la vez el resultado de un diálogo y una llamada a continuar este diálogo".

Este diálogo tan necesario, dijo, se da entre todas las religiones del mundo, que están unidas en su compromiso "para preservar la belleza de la creación de Dios", pero también entre todas las personas de buena voluntad -religiosas o no- que comparten un sueño común "por el bien de nuestro planeta y su gente, así como de las generaciones venideras, que merecen heredar un mundo mejor y más limpio".

"Necesitamos este diálogo para sostener el medio ambiente, para coexistir unos con otros como seres humanos y como parte de la sagrada creación humana de Dios, y lo necesitamos para simplemente ser, respirar y amarnos unos a otros", dijo Bartolomé.

Como señaló el obispo Thomas Schirrmacher, secretario general de la Alianza Evangélica Mundial, hace tres décadas Bartolomé inició el movimiento de líderes religiosos por el medio ambiente, diciendo que "el futuro y la conservación de nuestro planeta y de la creación no es sólo un problema de ciencia y política, sino también un problema de fe".

Dirigiéndose a los líderes mundiales que se reunirán en la COP26 de Naciones Unidas, el líder evangélico señaló que lo que se celebró en el Aula della Benedizione del Vaticano no fue algo cotidiano: "Nos reunimos durante meses, porque nos preocupamos por el planeta, por la creación. Hemos dado un ejemplo invirtiendo meses. Ahora les toca a ustedes".

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