ROMA - El Papa Francisco recibió este jueves a la yazidí Nadia Murad, ganadora del Premio Nobel de la Paz 2018 por su trabajo contra el uso del abuso sexual como arma de guerra. En el 2014, vio como su familia era asesinada por la organización terrorista Estado Islámico (ISIS), que luego la secuestró y vendió como esclava.

El Vaticano confirmó el encuentro a primera hora de la tarde, hora de Roma, pero no dio detalles sobre el mismo, más allá de señalar que Murad estuvo acompañada por su marido. Francisco y la mujer yazidí, se habían reunido brevemente en 2017, al final de una de las audiencias generales del papa, y luego de nuevo en 2018.

Durante su último encuentro con el papa, la activista de derechos humanos le regaló un ejemplar firmado de su autobiografía La última niña, que luego fue mencionado por el papa Francisco durante su vuelo de regreso de Irak en marzo de este año, diciendo que le había conmovido profundamente.

Hablando de su decisión de visitar Irak a pesar de los problemas de seguridad y de la pandemia del COVID-19, el pontífice dijo a los periodistas que más allá de las invitaciones de varios embajadores y líderes iraquíes, incluidos los presidentes, lo que le había conmovido era el libro de Murad.

"Es la historia de los yazidíes", dijo Francisco. "Y en él, Nadia Murad describe algo aterrador, espeluznante. Les recomiendo que lo lean. En algunos momentos, al ser biográfico, puede parecer algo deprimente, pero para mí fue la verdadera razón de mi decisión".

"Ese libro me afectó.... Y cuando escuché a Nadia, que vino a hablarme de las cosas.... terribles. Entonces, con el libro, todas estas cosas juntas, me llevaron a la decisión [de visitar Irak]".

En declaraciones a Vatican News finalizado el viaje del Papa, Murad dijo: "Me alegro de que mi historia se quedara con él y de que se sintiera llamado a llevar este mensaje a Irak. Su defensa de la causa yazidí es un ejemplo para que otros líderes religiosos de la región amplíen el mensaje de tolerancia de las minorías religiosas como los yazidíes".

También dijo que el hecho de que 2.800 mujeres y niños yazidíes sigan desaparecidos en cautiverio después de casi siete años "expone la falta de voluntad política para proteger los derechos humanos básicos y la seguridad de las mujeres. Demuestra que la comunidad internacional no se toma en serio la violencia sexual y la esclavitud. Debe crearse inmediatamente un grupo de trabajo multilateral con el único propósito de localizar y rescatar a estas mujeres y niños".

Murad ha sobrevivido, literalmente, al infierno en la tierra, con un calvario de tres meses que comenzó el 15 de agosto de 2014, cuando el IS tomó su ciudad, en la región de Sinjar, en el norte de Irak, poblada mayoritariamente por yazidíes kurdos.

Nacida en 1993, tenía 21 años cuando llegaron los terroristas, que mataron en cuestión de 60 minutos a unos 300 hombres, mujeres y niños, incluidos sus seis hermanos, asesinados por negarse a convertirse al islam, y su madre. Muchas de las jóvenes que sobrevivieron, como ella, fueron secuestradas y llevadas a Mosul, por entonces un bastión de la organización terrorista.

Pasó tres días en cautividad antes de ser entregada a un combatiente del ISIS como "regalo". El hombre la humilló y la torturó a diario. Después de su primer intento de escapar, la obligaron a desnudarse y fue maltratada por sus guardias y abusada por varios hombres hasta que cayó inconsciente.

Tras tres meses de estos abusos, consiguió escapar y desde entonces vive en Alemania, desde donde lleva adelante una campaña para que la comunidad internacional reconozca los horrores cometidos contra los yazidíes como genocidio.

En un discurso ante las Naciones Unidas en 2018, habló de su tiempo de cautiverio, de los abusos que sufrió y de la violencia desenfrenada que ella y otras 150 familias yazidíes que conocía se vieron obligadas a soportar.

"No estuve sola y quizás fui la más afortunada. Con el tiempo, encontré la forma de escapar, mientras que muchos miles no pudieron hacerlo. Todavía están prisioneros", dijo Murad. "Estoy aquí para representar a los que nos han arrebatado. No podemos traerlos de vuelta. Conservaremos su memoria mientras seguimos luchando".