ROMA - Al amanecer del domingo, el Papa Francisco partirá hacia Eslovaquia -después de hacer una parada de siete horas en Budapest, Hungría- para una visita del 12 al 15 de septiembre. Este será su primer viaje desde su operación en julio, y la pregunta que se hacen muchos es: "¿Por qué?"

Las razones son muchas: La principal, al menos para el Papa Francisco, es la Eucaristía. Pero también está el hecho de que, aunque ambos países están en la periferia de la Unión Europea a pesar de formar parte del bloque del Europa Central, tras haber sufrido décadas detrás del Telón de Acero. Ahora, se enfrentan a los interrogantes que plantea una población nacionalista creciente, la secularización y la pandemia del COVID-19.

El Papa Francisco ha hecho de la "cuestión de Europa" uno de los leitmotiv de su pontificado, por lo que es de esperar que haga referencias a la importancia de la Unión.

Hungría, "la puerta a Eslovaquia"

Francisco estará en Budapest para clausurar el 52º Congreso Eucarístico Internacional, que comenzó el 5 de septiembre.

Según el director de la oficina de prensa del Vaticano, Matteo Bruni, el viaje "nace del deseo del Papa Francisco de asistir al Congreso Eucarístico", con "Budapest abriendo la puerta a Eslovaquia", porque "la Eucaristía está en el centro de la vida cristiana."

"Es un viaje espiritual, de adoración eucarística y de peregrinación a la Virgen de los Siete Dolores, que ha cuidado de estas personas", dijo a los periodistas el 9 de septiembre.

En palabras del Papa, será un momento de oración "en el corazón de Europa" para rendir homenaje a tantos fieles "heroicos", que perseveraron a pesar de "las hostilidades y las persecuciones".

Gran parte de la atención se ha centrado en el hecho de que Francisco sólo estará en Budapest durante siete horas, y ha dejado claro que la visita es para el congreso y no una visita de Estado. Sin embargo, el hecho en sí de que sea el primer papa en participar de este evento desde que lo hiciera San Juan Pablo II en Roma en el año 2000, merece ser destacado.

Cuando, al final de un Ángelus dominical en julio, el pontífice confirmó que iría a Budapest y Eslovaquia, el embajador de Hungría ante la Santa Sede, Eduard Habsburg, abordó de frente "la polémica" sobre la brevedad de la visita: “Hungría, unas horas, Eslovaquia, unos días. ¿Por qué? @Pontifex está haciendo exactamente aquello para lo que le han invitado: en Budapest, la Misa final de la @iec2021Budapest , en Eslovaquia, una visita prolongada al país. Es así de fácil.”

El sacerdote húngaro Kornél Fábry, secretario general del 52º Congreso Eucarístico Internacional, también restó importancia a las especulaciones sobre la brevedad de la visita, supuestamente relacionadas con el hecho de que el Papa Francisco no coincide con el Primer Ministro Viktor Orban, que se opone a la inmigración.

"Hubo muchos que preguntaron: '¿Por qué el Papa viene unas horas y no más? Tuvimos que explicarles que si, por ejemplo, me invitan a cenar, no puedo dormir en esa casa, sólo me invitan a cenar", dijo Fábry a los periodistas durante un encuentro con los medios de comunicación a principios de este mes.

"El Papa fue invitado al congreso eucarístico y aceptó esta invitación. Estoy seguro de que si le hubiéramos invitado a quedarse más tiempo, se habría quedado", añadió.

El Papa y el primer ministro se reunirán brevemente, pero no habrá ningún discurso del Papa a las autoridades civiles. Sin embargo, además de celebrar la misa, Francisco se dirigirá a los obispos locales y al Consejo Ecuménico de las Iglesias y a varias comunidades judías.

Como nota a pie de página, la comunidad judía húngara, estimada entre 75.000 y 100.000 personas, es la más grande de Europa Central, y Bruni señaló que el viaje tiene lugar poco después de Rosh Hashanah, el año nuevo judío, y se cerrará en Yom Kippur.

A pesar de la diferencia de opiniones en materia de migración o nacionalismo, Habsburg dijo que los dos líderes tienen muchos temas en los que coinciden, y que su reunión debería ser "cordial y amistosa".

El embajador mencionó "la defensa de la familia, la protección de los cristianos en Oriente Medio [Hungría ha invertido millones en la reconstrucción de las llanuras de Nínive en Irak] y la libertad religiosa".

"Tengo que reconocer, no he participado en la preparación del programa, porque al tratarse de una visita religiosa y no de Estado, se ha organizado entre el Vaticano y la Iglesia húngara, con la colaboración del gobierno y la provisión de infraestructura", dijo Habsburg a Crux el 9 de septiembre. "Por lo tanto, no se me consultó quién se reúne con quién, dónde y cuándo. Mi impresión fue que nunca se trató de si se reunirían, sino de en qué momento del programa".

Orgulloso de ser húngaro y católico, el embajador dijo que su país ve el Congreso Eucarístico como un signo de esperanza.

"Es un signo, como dijo el cardenal Peter Erdő, que trae nueva vida y una fe renovada. Y creo que los húngaros están muy contentos", dijo Habsburg.

Durante la semana pasada, la presencia del Congreso en Budapest fue omnipresente, con anuncios en las paradas de autobús que invitaban a asistir a la misa final, adoraciones eucarísticas celebradas en prácticamente todas las parroquias y puestos con vendedores de productos locales y artesanía monástica.

Visita de Estado a Eslovaquia

La visita a Eslovaquia será una visita de Estado de tres días, no sólo pastoral.

Eslovaquia es uno de los países más jóvenes de Europa, ya que entre 1918 y 1992 constituyó Checoslovaquia con su vecino occidental.

Según la conferencia episcopal, Francisco "viene a Eslovaquia para fortalecer la fe debilitada por el consumismo y el individualismo".

Esta será la cuarta visita de un Papa a suelo eslovaco, después de la visita de Juan Pablo II a Bratislava en 1990 y la República Eslovaca independiente en 1995 y 2003.

El padre Martin Kramara, portavoz de la Conferencia Episcopal Eslovaca, dijo que el país se prepara para la visita "con gran alegría", y que se trata de un "momento extraordinario para la Iglesia".

"Somos un país pequeño", dijo, refiriéndose a la nación de poco más de cinco millones de habitantes, el 60% de los cuales son católicos. "No esperábamos esta gran oportunidad. Realmente necesitamos estímulo para nuestra fe. No debemos olvidar a los que se quedaron atrás. Estamos en una situación de desarrollo. Pero debemos tratar de mirar al hermano y a la hermana que están luchando".

El cardenal eslovaco Joseph Tomko, que a sus 97 años es el miembro de mayor edad del colegio cardenalicio, fue preguntado recientemente sobre el motivo de la visita del pontífice a su país, y reconoció no estar seguro: "Esto sigue siendo un poco un misterio. Quizá sepamos la verdadera razón cuando esté entre nosotros".

"Tengo el presentimiento de que él mismo lo revelará. Siempre ha mostrado un gran afecto por nuestro país", dijo también el prelado.

Francisco dedicará sus primeras 36 horas en Eslovaquia a un acto ecuménico con líderes cristianos, y a encuentros con autoridades políticas, la comunidad judía local, y obispos y clérigos católicos.

La presidenta Zuzana Caputová, una ex abogada medioambiental de 48 años, representa una nueva generación de líderes europeos, y un fuerte contraste con los antiguos políticos de Eslovaquia, donde varios presidentes han sido destituidos tras ser acusados de corrupción.

El martes, el pontífice volará a la parte oriental de Eslovaquia, utilizando siempre Bratislava como base de operaciones. En Prešov, celebrará una Divina Liturgia en rito bizantino, y en Košice se reunirá con la comunidad gitana local. La jornada terminará con un encuentro con los jóvenes en el estadio de Košice.

El último día de la visita de Francisco incluirá un servicio de oración con los obispos en el santuario nacional de la Basílica de Nuestra Señora de los Siete Dolores en Šaštín, para después celebrar la misa por la fiesta de Nuestra Señora de los Dolores, patrona del país.

Tras una creciente controversia, la semana pasada Eslovaquia decidió dar marcha atrás en su decisión de permitir que sólo las personas vacunadas contra el COVID-19 asistieran a los actos públicos durante la visita papal. Este requisito habría tenido un impacto negativo en la cantidad de personas que participarían, ya que menos del 50% de los adultos están totalmente vacunados. El país tiene una de las tasas más bajas de la Unión Europea, donde la media es del 70 por ciento.

"Una prueba negativa o una prueba de recuperación de COVID-19 en los últimos 180 días será suficiente para obtener un billete", dijo la conferencia episcopal en un comunicado anunciando el cambio de posición.

Eslovaquia se vio especialmente afectada por la pandemia a principios de este año, registrando algunas de las tasas de infección y mortalidad per cápita más altas de Europa.

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