Oscar Lucchini, encargado de la capilla de San Lorenzo de Almagro, el equipo de fútbol de la ciudad natal del papa Francisco, sostiene una foto del pontífice en Buenos Aires el 21 de abril de 2025, tras la muerte del papa de 88 años. (Foto OSV News//Matias Baglietto, Reuters)
ROMA -- Antes de ser el Papa Francisco, el primer papa de las Américas, fue Jorge Mario Bergoglio: un chico de Buenos Aires que alentaba a San Lorenzo, yendo los domingos a la cancha con su papá.
En un país donde el fútbol es prácticamente una segunda religión, el pequeño Jorge encontró sus primeras alegrías, aprendizajes de trabajo en equipo y decepciones, no en la sacristía, sino en la cancha.
Su devoción por San Lorenzo de Almagro no es solo una anécdota nostálgica: es una ventana al alma de un papa que supo lo que significa amar con pasión, esperar con profundidad y ser leal, en las buenas y en las malas.
Tras el fallecimiento del Papa Francisco, San Lorenzo emitió un sentido comunicado recordando su vínculo de toda la vida con el club: “Su pasión por San Lorenzo siempre nos conmovió profundamente y nos une en constante oración por su alma”.
Conocido cariñosamente como “El Ciclón”, este equipo ocupa un lugar especial en la historia del fútbol argentino, siendo uno de los “cinco grandes”. Fundado en 1908 por el padre Lorenzo Massa, los orígenes del club están profundamente entrelazados con la Iglesia Católica. Los hinchas del club son conocidos como “los cuervos”, por la sotana negra que usaba el padre Massa.
La pasión de Bergoglio por San Lorenzo fue heredada de su padre, Mario José, quien jugaba al básquet en el club. Incluso como arzobispo de Buenos Aires, el futuro papa mantuvo una relación cercana con el club, celebrando misa en la capilla de la Ciudad Deportiva, confirmando a jóvenes jugadores como Ángel Correa, e incluso gastando 100 dólares para comprar un trozo de madera de lo que fue la tribuna del estadio original.
En 2024, a pesar de haber rechazado casi todos los premios y reconocimientos públicos, según indicó el club, aceptó el honor de que el futuro estadio de San Lorenzo lleve el nombre de Papa Francisco.
“Emocionado, el Santo Padre aceptó sin dudarlo”, comunicó San Lorenzo el 21 de abril, horas después de la muerte del pontífice argentino.
Francisco escribió en su autobiografía “Esperanza” que lo apodaban “pata dura”, y solía establecer paralelos entre el fútbol y las grandes lecciones de la vida. En un discurso de 2019 dirigido a jóvenes y deportistas italianos, comentó: “El fútbol es un deporte de equipo. No se puede disfrutar solo. Y si se vive así, puede hacerle bien a la mente y al corazón, en una sociedad exasperada por el subjetivismo”.
A pesar de haber hecho un voto en 1990 de abstenerse de ver televisión, Francisco seguía los partidos por la radio y, más tarde, por medio de los guardias suizos del Vaticano. Ellos le informaban sobre los resultados de San Lorenzo y de Argentina, asegurándose de que el Papa siguiera conectado a la pasión de su tierra.
Durante décadas, los argentinos han bromeado diciendo que, en cuestión de fútbol, han sido divinamente favorecidos: tuvieron la “Mano de Dios” en Diego Maradona y encontraron a su tan esperado “Mesías” en Lionel Messi.
Ahora, con el Papa Francisco mirando desde el cielo, los hinchas de San Lorenzo tal vez se pregunten si su querido Ciclón tiene un intercesor en lo alto. Al fin y al cabo, si el fútbol es una religión en Argentina, tiene sentido que uno de sus hinchas más fieles termine siendo un santo patrón en el cielo.
Ines San Martin es una periodista argentina que escribe para OSV News desde Roma. Es vicepresidenta de comunicaciones de las Obras Misionales Pontificias de Estados Unidos.