El Papa Francisco advirtió el lunes sobre el riesgo de que el mundo se precipite hacia una Tercera Guerra Mundial, elogió la dimisión de su predecesor diciendo que aunque por ahora no piensa  en renunciar, espera tener la fuerza para hacerlo si llega el momento, y dijo que los políticos católicos pro-aborto tienen que "hablar con sus pastores" sobre la "incoherencia" de su postura.

En una amplia entrevista de dos horas, Francisco respondió -y esquivó- preguntas sobre la guerra en Europa, la pandemia del COVID-19, los escándalos de abusos sexuales del clero, el aborto, su dimisión y por qué no vuelve a su país natal, Argentina.

(En realidad, no contestó a la pregunta sobre Argentina más allá de decir que se pospuso en 2017 y que ahora mismo, ese viaje no está a la vista. De hecho, dijo más tarde en la entrevista que su próximo viaje a Canadá "podría ser el último que haga a las Américas").

Las declaraciones del Papa se produjeron en una entrevista con las periodistas mexicanas Valentina Alazraki y María Antonieta Collins, publicada en el canal de streaming Vix de Noticias Univisión 24/7.

Francisco habló con las periodistas sobre las guerras "que nos imponen", que muestran que "hemos perdido la conciencia de la guerra". Y "la humanidad sigue fabricando armas", dijo, añadiendo con firmeza que la guerra "esclaviza", deshumaniza, y que, cambió el Catecismo de la Iglesia Católica para decir que tanto el uso como la posesión de armas nucleares es inmoral.

La posesión, dijo, es inmoral, porque un accidente puede llevar a la muerte de la mitad de la humanidad: "No podemos jugar así con la muerte en nuestras manos. Jugamos con la muerte. ¿Y qué significa esto? Que nuestro interés no está en el prójimo, sino en el territorio, el dinero, la dominación. La guerra esclaviza".

Sobre por qué elige no mencionar a Rusia cuando se trata de la guerra en Ucrania, Francisco dijo que prefiere "hablar de las víctimas más que de los autores. Hablo del país que está siendo atacado. Y estamos leyendo las salvajadas que están ocurriendo".

También insistió en esta rutina para mantener una puerta abierta al diálogo, y en que vislumbrar que quizás se pueda "cambiar o resolver o parar" algo es más importante que señalar con el dedo y decir "eres un sinvergüenza porque estás haciendo esto".

Sobre las críticas que ha recibido por esta actitud -incluidas las acusaciones de ser pro-ruso- Francisco dijo "me río. Quiero decir que la capacidad que tiene la gente para expresar una opinión es ilimitada. Hay opiniones sensatas y sanas, y las que tienen que ver con el último mensaje en Twitter".

Sobre su renuncia, el pontífice reiteró que "no tengo intención de dimitir. De momento, no", y señaló que todo comenzó después de que una periodista "a la que admiro y respeto mucho" escribiera un artículo en el que reunía una serie de cosas que podían interpretarse como que era el momento adecuado.

Reconoció que siempre pensó que su paso por el Vaticano iba a ser breve, "pero no me di cuenta y ya han pasado nueve años", dijo, riendo como hizo a menudo a lo largo de la entrevista, una clara señal de lo cómodo que se encuentra junto a Alazraki, que ya le ha entrevistado tres veces.

Sí confesó que "le duele un poco la rodilla", que se siente algo "disminuido" aunque ya puede caminar, pero que hasta ahora "nunca" ha pensado en dimitir.

"Hasta hoy, nunca había pensado en dimitir. Pero el ejemplo que nos dio el Papa Benedicto es tan grande que espero que, si veo que no puedo, que hago daño o que soy un estorbo, espero que la fuerza de su ejemplo me ayude a [renunciar]", dijo Francisco.

También dijo que no puede ser "objetivo" entre el ejemplo de la renuncia de Benedicto y la permanencia de Juan Pablo II hasta el final: "Tengo una gran simpatía por el Papa Benedicto [...] este hombre está sosteniendo a la Iglesia con su bondad y su retiro".

La primera experiencia de renuncia de un Papa fue bien, dijo, porque su predecesor es un "hombre santo y discreto que supo hacerlo bien." Sin embargo, añadió Francisco, sería bueno tener un conjunto de reglas explícitas para el futuro, en caso de que otro Papa renuncie.

Si llega el día y, efectivamente, renuncia, el argentino dijo que preferiría ser considerado como "obispo emérito de Roma más que papa emérito" y dedicar sus horas a la confesión de los fieles y a la práctica de la caridad y la visita a los enfermos en alguna parroquia italiana.

"Si sobrevivo después de la renuncia, me gustaría hacer una cosa: confesar e ir a ver a los enfermos", dijo.

Sobre la pandemia del covid-19, Francisco la calificó como un "momento muy difícil para la humanidad" que aún no ha terminado: "Empezó y se quedó y con graves problemas. Es una plaga mundial", subrayó Francisco.

Al hablar del aborto, fue muy categórico en su condena diciendo que "los datos científicos" demuestran que, "un mes después de la concepción, el ADN del feto ya está presente y los órganos ya están alineados. ¿Es justo eliminar una vida humana?", se preguntó el Papa.

En cuanto a la posición favorable del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, católico, sobre la protección del aborto, Francisco señaló que "lo deja" a su "conciencia": "Que hable con su pastor sobre esta incoherencia", dijo.

Sobre los escándalos de abusos sexuales a menores, dijo que "se destapó la olla" desde el escándalo de los sacerdotes depredadores en el Estado de Pensilvania (EE.UU.) y que "hoy la Iglesia ha tomado cada vez más conciencia" del problema, optando por "destaparlo y no seremos cómplices."

Reconoció, sin embargo, que no siempre se trató de forma adecuada, "se castigaba al sacerdote y un año después volvía a hacerlo", y que aún hoy se cometen errores, pero la única forma de avanzar es la transparencia.

Hablando de los abusos en sentido más amplio, condenó el hecho de que millones de niños sean hoy víctimas de la esclavitud, obligados a trabajar por industrias que necesitan "manos pequeñas y delicadas", privados de su derecho a jugar. Sobre el abuso contra las mujeres, dijo que éstas tienen "algo sagrado, son madres", y que el hecho de que las mujeres tengan que ocultar un embarazo para no ser despedidas es en sí mismo, un abuso.

Abusar de una mujer, dijo, es "satánico".