CIUDAD DEL VATICANO -- La actual "cultura del descarte", guiada por "la lógica del beneficio, la eficacia o el éxito", margina a las personas con discapacidad y amenaza la dignidad que Dios les ha dado, dijo el Papa Francisco.

Utilizar "criterios utilitarios y funcionales, cuándo una vida tiene valor y merece la pena ser vivida. Este tipo de mentalidad puede conducir a graves violaciones de los derechos de los más débiles, a grandes injusticias y desigualdades", dijo a los miembros de la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales el 11 de abril.

La academia, conformada por académicos de todo el mundo, celebró una sesión plenaria de tres días sobre "La discapacidad y la condición humana" en el Vaticano.

Al reunirse con ellos en el último día de su conferencia, el Papa Francisco destacó un aspecto "menos visible y muy insidioso" de la cultura actual que erosiona el valor de las personas discapacitadas a los ojos de la sociedad: "es la tendencia que lleva a considerar la propia existencia como una carga para uno mismo y para los seres queridos".

"La propagación de esta mentalidad transforma la cultura del descarte en una cultura de la muerte", afirmó.

El Papa condenó la idea de que ciertas vidas "no son útiles", como la de los no nacidos que son abortados o la de los ancianos que buscan el suicidio asistido.

Para combatir la "cultura del descarte", el Papa Francisco propuso promover una "cultura de la inclusión" que elimine las barreras que impiden a todas las personas acceder a los derechos y libertades fundamentales.

Aunque dijo que estos esfuerzos activos se ven predominantemente en los países económicamente desarrollados, el Papa animó a la comunidad internacional a apoyar los esfuerzos de las naciones más pobres para incluir más a las personas discapacitadas en todos los ámbitos de la sociedad, incluidos la educación, la cultura, el trabajo y el deporte.

Sin embargo, el Papa Francisco también señaló que la verdadera inclusión integral se produce "cuando las personas con discapacidad no son receptores pasivos, sino que participan en la vida social como protagonistas del cambio".

El Papa subrayó la injusticia de que las personas y sus familias sean aisladas y empujadas a los márgenes de la sociedad debido a la discapacidad, en particular en los países pobres, pero señaló cómo incluso en contextos de más opulencia la discapacidad de una persona "se considera una 'tragedia personal'" y no es tenida en cuenta por el conjunto de la sociedad.

Jesús no ignoró ni rechazó a las personas con discapacidad, dijo, sino que salió a su encuentro y "cambió el sentido de su experiencia".

"Para Él, en efecto, toda condición humana, incluso la marcada por graves limitaciones, es una invitación a tejer una relación singular con Dios que haga florecer de nuevo a las personas", dijo el Papa Francisco.