ROMA - Si en algún momento a partir de octubre te encuentras paseando por las oficinas del Vaticano y escuchas a Pink Floyd, Genesis y alguna banda de rock en español, lo más probable es que hayas encontrado la oficina de Rodrigo Guerra López, recientemente nombrado por el Papa Francisco para un papel clave en el Vaticano.

Guerra López pronto asumirá su papel como Secretario de la Comisión Pontificia para América Latina, y podría ayudar a dar forma a la Iglesia continental en los próximos años.

Crux conversó ampliamente con Guerra López sobre lo que América Latina puede ofrecer a la Iglesia global, el papel de los laicos, la sinodalidad vivida en el misterio de Nuestra Señora de Guadalupe, y sus temores de ser "clericalizado" por la maquinaria que es el gobierno central de la Iglesia Católica.

¿Cuál es el aporte que la Iglesia de América Latina, desde el Vaticano, puede llevar a la Iglesia universal?

Un primer desafío, o misión personal, es ayudar a que la comisión pontificia nunca, nunca sea un estorbo, un problema o un dolor de cabeza para el CELAM y los obispos de América Latina como lo fue en la prehistoria… A mí me tocó ir a la comisión para América Latina y vivir experiencias previas a la conferencia de Aparecida de inquisición, de cuestionamiento muy fuerte. A mí me interrogaron como miembro del CELAM y me hicieron sentir como si el CELAM estuviese al borde de la herejía. Esto debe terminar.

La segunda es mostrar que la Iglesia latinoamericana, providencialmente a través del Papa Francisco, y el magisterio latinoamericano, tiene un aporte que hacer a la Iglesia Universal. Ya no somos un reflejo de la Iglesia europea, sino que somos una fuente que puede ayudar a Europa y a Estados Unidos a renacer.

En Europa quizá existan grandes intelectuales y libros gruesos de teología dogmática. Pero existe en muchos espacios y ambientes un colapso pastoral. En América Latina tal vez hay pobreza, tal vez no hay una sofisticada organización pastoral, pero tenemos religiosidad popular, tenemos aun familias y comunidades con fe, tenemos a 12 millones de personas visitando a la Virgen de Guadalupe cada 12 de diciembre, y así en cada santuario mariano. En toda América Latina vemos que aún existe una reserva de energía espiritual y cultural que puede nutrir un nuevo esfuerzo misionero en los países que han perdido la referencia fuerte a la religiosidad popular y a una vida de fe, tal vez menos ilustrada, pero más profunda desde el punto de vista del encuentro personal con la persona viva de Jesús.

Ojalá, la Pontificia Comisión para América Latina pueda colaborar para que América Latina brille en Roma, para que la plumiforme Iglesia Latinoamericana se muestre en todos sus colores y en todas sus manifestaciones, enriqueciendo a quienes quieran vivir una experiencia contemporánea de fe, de evangelización y de camino sinodal.

Para el lector que conoce poco de la Iglesia de América Latina, ¿qué le recomienda leer para que tengan una idea real de la eclesiología latinoamericana?

Pienso, sin titubear, en dos textos, realmente muy pequeñitos, pero si uno los medita y reza con ellos, la mirada de América Latina y la comprensión de lo que sucede, se expande. Lo primero, los párrafos 11 y 12 del documento de Aparecida. Ahí los obispos latinoamericanos en el año 2007 nos dicen ya basta de moralismos, es necesario recomenzar desde Cristo. Todos tenemos que recomenzar, no solamente los fieles laicos, no solo el pueblo de Dios, sino que también los pastores, los teólogos, los agentes de pastoral, los expertos. Todos tenemos que aprender a recomenzar con sencillez desde la persona viva de Jesucristo, por encima de nuestras ideas. Nuestras ideas muchas veces nos dan seguridades en ciertos momentos de la vida, pero tarde o temprano necesitan ser revisadas críticamente y profundizadas. Por eso hay que recomenzar desde Cristo, para que la vida sea nueva y no sea meramente maquillaje y cosmética.

El segundo texto es el Nicano Pohua, escrito por Antonio Valeriano, donde se relata el encuentro de María de Guadalupe con el indio San Juan Diego. Es un texto muy pequeñito pero que con gran fuerza nos muestra como María se encuentra con un indígena, como adopta su lenguaje, sus signos, su mentalidad para anunciarle al verdadero Dios por quien se vive. Y luego vemos cómo cuando el indígena trata de construir su propio proyecto en lugar de seguir lo que María le dice, María lo busca, se vuelve a encontrar con él, y no le reprocha su pecado, sino que lo trata con enorme ternura, y le dice, ¿no estoy yo aquí que soy tu madre?

María trata de que no haya temor al seguir la voluntad de su hijo. Este mensaje también nos ayuda a entender que los laicos tenemos que verificar nuestras intuiciones y nuestra fe con nuestro pastor. María envía a San Juan Diego con el obispo, y el obispo al escucharlo y al mirar la prueba que el propio obispo había pedido de las apariciones de la Virgen, cae de rodillas frente a la imagen que aparece milagrosamente en la ropa que llevaba San Juan Diego. Y ahí inicia un camino sinodal, es decir, un camino en el que el laico le indica la buena noticia al obispo, y el obispo queda evangelizado por el más humilde y más humillado de los habitantes del Nuevo Mundo, un indígena desconocido que de repente se encuentra con la Virgen.

Yo creo que el Nicano Pohua nos permite entender no solamente el hecho guadalupano, sino también porqué se dio el mestizaje. Hay un fenómeno sociológico inexplicable y es que aquí no hubo un exterminio- aunque hubo muchas muertes-, sino que hubo, a partir de 1531, a 10 años de la conquista por parte de España, un mestizaje. Y esto es una prueba empírica de que es posible una nueva fraternidad, una nueva manera de sanar las heridas, donde hay cicatrices, algunas muy dolorosas, pero donde surge un nuevo pueblo, un pueblo barroco, un pueblo que no es exactamente europeo ni indígena, sino que es una síntesis latinoamericana tan peculiar que se manifiesta en la música, en la cultura, en nuestros usos y costumbres, que me permite a mi como Mexicano encontrarme con una persona de Argentina e identificarla inmediatamente como mi hermana, a pesar de que Madrid está más cerca de México que Buenos Aires.

Desde este punto de vista, el mensaje guadalupano encierra parte de la vocación que América Latina tiene en el contexto de las naciones del mundo.

Su predecesor muchas veces era introducido oficialmente como el laico con el cargo más importante dentro del Vaticano. ¿Cuál es para usted el rol de un laico en la Santa Sede, quizá pensando particularmente en el contexto de la sinodalidad?

El principal desafío para un laico es seguir siendo un laico, no secularizarse, y mantener a tiempo y a destiempo un perfil secular y laical, aun en medio de las sotanas y los comportamientos curiales que a veces son proprios de una importantísima estructura eclesial pero que otras veces son excesivos y requieren una reestructuración.

Yo estoy convencido de que la reforma de la curia, antes que reforma de reforma de estructuras, requiere una reforma de mentalidad. Entonces, yo espero poder seguir escuchando Rock, poder seguir trabajando académicamente, aportando con enorme libertad laical al interior de la curia romana y mostrar que los laicos no somos cristianos de segunda, sino que podemos trabajar con nuestros hermanos obispos con igual dignidad, teniendo cada uno una misión.

Yo siempre he vivido en un mundo muy secular, conozco las sotanas, pero trato de no estar bajo su sombra. Y espero poder tener una relación fraterna con los obispos y cardenales, para sobrevivir en la curia y aportar también. Si un laico se clericaliza, realmente se vuelve un problema para todos. Lo importante es que los laicos sigamos siendo libres, y a lo mejor, mi ignorancia de los protocolos curiales me permita decir cosas quizá políticamente incorrectas.

También espero que Emilce Cuda, que me acompañará en esta labor, y es una mujer brillante y comprometida, sea un shock positivo para la curia Romana y que entre los dos podamos mandar un mensaje claro: se acabó el tiempo de clericalismo y es necesario que laicos, sacerdotes, obispos y cardenales nos reconozcamos todos como un don para la iglesia en igualdad de dignidad.

Mencionó una predilección por el rock. ¿Alguna banda preferida?

Peter Gabriel, uno de los antiguos vocalistas del grupo Genesis, Pink Floyd, Yes… el rock progresivo. Y como a todo bueno mexicano, me gusta Soda Estereo.

¿Viene solo o con su familia a Roma?

Me acompañará mi madre, que ya es mayor, tiene 92 años, espero también mi hijo menor, aunque ya es un adulto, y por supuesto, mi esposa.

Originalmente publicado en Crux. Traducido y adaptado por su autora. Sigue a Inés San Martín en Twitter: @inesanma