CIUDAD DEL VATICANO (CNS) -- Tal vez sea un signo de la edad, dijo el Papa Francisco, pero está cada vez más preocupado por el tipo de mundo que estarían a las generaciones más jóvenes -- y el pronóstico no es bueno.
Esto "no es pesimismo", dijo el Papa a unas dos docenas de representantes de movimientos populares y organizaciones de base reunidos el 20 de septiembre en el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.
El Papa Francisco dijo que temía que los adultos dejaran atrás "un mundo ensangrentado por guerras, violencia, herido por una creciente desigualdad, devastado por la expoliación de la naturaleza, alienado por modos deshumanizados de comunicación" y "sin paradigmas políticos, sociales y económicos que marquen el camino, con pocas utopías y enormes amenazas".
Pero, dijo, si la gente une sus fuerzas, especialmente con las personas que suelen ser las víctimas, las cosas pueden cambiar.
Él también pidió que "el grito de los excluidos" pueda "despertar las conciencias adormecidas de tantos dirigentes políticos que son, en definitiva, los que deben hacer cumplir los derechos económicos, sociales y culturales".
El Papa Francisco se reunió con representantes de movimientos y organizaciones de Europa, América del Norte y del Sur, África y Asia, entre ellos los que organizan a los trabajadores informales que recogen y reciclan la basura, apoyan a las personas que viven en los asentamientos informales de las afueras de las ciudades, movilizan a los ciudadanos para promover el cuidado del medio ambiente, ayudan a los agricultores de subsistencia y rescatan a los migrantes en el mar.
El cardenal Michael Czerny, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, dijo a los representantes que "la justicia no puede ser una cuestión intelectual o incluso jurídica. Debe estar arraigada en lo más profundo de nosotros, tan urgente e imposible de ignorar como el hambre y la sed".
"Para alzar la voz por los que no tienen voz", dijo el cardenal, los cristianos deben seguir el ejemplo de Jesús y ser "humildes, no atrapados por el orgullo, el éxito, el dinero y la fama; solidarios con los que sufren, capaces de llorar con ellos y consolarlos; mansos, actuando sin violencia ni jactancia, pero con una profunda sed de justicia".
El Papa Francisco dijo a los líderes que las injusticias que mantienen a demasiadas personas pobres, desnutridas, desempleadas y al margen de la vida social y política de su comunidad alimentan la violencia y, en última instancia, la guerra.
Gloria Morales-Palos, miembro de la Parroquia Cristo Rey en San Diego y funcionaria en las oficinas locales, estatales y nacionales de la Red PICO, un grupo organizador comunitario basado en la fe, dijo a Catholic News Service que temía que el Papa Francisco tuviera razón; "En Estados Unidos, esta es la primera generación de niños que no estarán mejor que sus padres".
"El ambiente político es muy duro en este momento y aterrador para muchos latinos", especialmente para aquellos que tienen familiares en los Estados Unidos sin papeles legales, dijo.
"Las leyes de inmigración son anticuadas, están rotas y necesitan cambiar", dijo Morales-Palos. "La gente siempre dice: 'Deberían ponerse a la cola', pero no hay cola".
El Papa Francisco dijo al grupo que ha sido criticado por no hablar nunca en favor de la clase media, "y por eso les pido perdón", dijo. Pero al mismo tiempo, aclaró que "no es el Papa, sino Jesús, quien los pone al centro".
"Debe haber más impuestos a los billonarios", dijo el Papa. Los ricos sacan su riqueza de los bienes de la creación, que Dios hizo para todos, y de los que todos deberían beneficiarse. "Rezo para que los económicamente poderosos salgan del aislamiento, rechacen la falsa seguridad del dinero y se abran para compartir bienes que tienen un destino universal porque todos derivan de la Creación".
"Las ideologías deshumanizadas promueven una cultura muy fea, la ‘cultura del ganador’ que es un aspecto de la ‘cultura del descarte’", recalcó.
A la gente con dinero le gusta hablar de la economía como una "meritocracia", pero a menudo son ricos sin mérito propio, dijo. Su dinero procede de "herencias, son fruto de la explotación de las personas, de la contaminación de la naturaleza", o "lo obtienen de la corrupción o del crimen organizado".
"La competencia ciega por tener más y más dinero no es una fuerza creativa, sino una actitud, un camino hacia la perdición", dijo el Papa. "Es un comportamiento imprudente, inmoral e irracional. Destruye la creación y la vida de las personas".
Demasiadas personas, y no sólo los ricos, quieren tener a alguien a quien mirar por encima del hombro para sentirse superiores, dijo. "Nadie, meritorio o sin méritos, tiene derecho a mirar de arriba a abajo al otro, como si no valiera nada. Esa actitud altanera es lo contrario de la compasión: regodearse en la propia supremacía frente a quien está peor", dijo. "Y esto no pasa sólo con los más ricos, ya que mucha gente cae en esa tentación de nuestro tiempo. Mirar desde lejos, mirar desde arriba, mirar con indiferencia, mirar con desprecio, mirar con odio".
"Así se gesta el silencio de la indiferencia", dijo el Papa, y "ese silencio indiferente que habilita el rugido del odio. El silencio ante la injusticia abre paso a la división social. Y la división social abre paso a la violencia".
La respuesta y la clave de la esperanza es el amor, dijo. La lucha por la justicia social, por el respeto del carácter sagrado de toda vida humana y por el cuidado de la creación debe estar motivada por el amor.