ROMA -- La pandemia por el coronavirus ha dejado en claro que la familia es un "barómetro" de los desafíos que enfrenta la comunidad global, pero también que es el lugar mejor equipado para ayudar a las personas a enfrentar esos desafíos, expresó monseñor Philippe Bordeyne, nuevo director del Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y la Familia.
En la inauguración oficial del año académico del instituto el 22 de octubre, monseñor Bordeyne, ex rector del Instituto Católico de Paris, dijo que el enfoque del centro de Roma en los estudios multidisciplinarios sobre el matrimonio y la vida familiar no puede ignorar el impacto de la pandemia, ni las presiones sociales y desigualdades que puso al descubierto.
"La familia es un barómetro de los desafíos globales", señaló. "Está profundamente sacudida por los grandes choques de nuestro tiempo: el desempleo y la pobreza, la migración masiva, la revolución digital, la brecha generacional, el desprecio por la vida humana, la crisis ecológica".
Al mismo tiempo, explicó, "la familia se sostiene bastante bien en estos tiempos tormentosos. Fundada en el amor conyugal de un hombre y una mujer, alimentada por el cariño y el respeto mutuo entre generaciones, la familia logra preservar, contra viento y marea, espacios de paz y alegría, de celebración, de solidaridad, de gratuidad, de retiro, que le permiten inventar nuevas formas de vivir en beneficio del hogar, pero también de una vida social más amplia".
El nombramiento de monseñor Bordeyne fue visto como la pieza final en un proceso que el papa Francisco comenzó al reformar el instituto. Si bien el Santo Padre ha dicho que aquellos a quienes capacita para ministrar a las familias deben tener una comprensión más amplia de los desafíos que enfrentan las familias en la actualidad, a los críticos les preocupaba que estuviera disolviendo el enfoque en transmitir la enseñanza tradicional de la iglesia sobre el matrimonio y la vida familiar.
En su discurso del 22 de octubre, el monseñor expuso que los cambios del papa Francisco indican que "su misión sigue siendo principalmente en el campo teológico porque extrae recursos de la fe cristiana", pero sus ofertas se han ampliado para incluir "un diálogo más decisivo" con todas las ciencias que tocan el matrimonio y la familia, incorporando una apertura a la diversidad de culturas y contextos socioeconómicos".
"Al mismo tiempo, al decidir mantener el patrocinio de Juan Pablo II para nuestro instituto, el papa Francisco nos ha invitado a apreciar la solicitud teológica y pastoral del santo papa polaco por el matrimonio y la familia", agregó.
Monseñor Bordeyne también instó a los estudiantes y profesores recordar que las familias no son solo el objeto de su estudio y preocupación, sino que deben ser vistas como sujetos con sabiduría y experiencia para compartir, incluidas en el alcance misionero de la iglesia.
El arzobispo Vincenzo Paglia, rector del instituto, dijo al personal y a los estudiantes que promover "el vínculo vivificante entre cada familia individual" y toda la iglesia es un desafío pastoral.
"La reducción de la alianza conyugal entre hombre y mujer a la dimensión individual y privada es un empobrecimiento irreparable para el individuo y la comunidad", expresó. Y "el cristianismo en sí no ha sido inmune al virus del individualismo".
El arzobispo citó la encíclica del papa Benedicto XVI "Spe Salvi" ("Salvados a través de la esperanza"), que preguntaba: "¿Cómo pudo haberse desarrollado la idea de que el mensaje de Jesús es estrictamente individualista y dirigido solo a cada persona por separado? ¿cómo hemos llegado a esta interpretación de la 'salvación del alma' como huida a la responsabilidad del conjunto?, y ¿cómo llegamos a concebir el proyecto cristiano como una búsqueda egoísta de la salvación que rechaza la idea de servir a los demás?"
"La familia es el lugar de iniciación a la vida como comunidad, y no simplemente el apéndice de su disfrute como pareja", indicó el arzobispo Paglia. Es la "comunidad hospitalaria que abraza al mundo".
"En el entendimiento cristiano", explicó, "ningún don, ningún carisma, ninguna bendición de la vida creada es simplemente 'para uno mismo'", pero son para la edificación de la iglesia y el bien del mundo.