LISBOA, Portugal -- Una Iglesia Católica que experimenta cansancio en países sacudidos por la crisis de los abusos sexuales clericales y las tendencias culturales hacia el secularismo debe mirar de nuevo a Jesús para reavivar su "inquietud" por compartir el Evangelio, dijo el Papa Francisco.

"Este es el tiempo de gracia que el Señor nos da para aventurarnos en el mar de la evangelización y de la misión", dijo el Papa a los obispos, sacerdotes, religiosos y agentes de pastoral portugueses tras rezar las vísperas en el Monasterio de los Jerónimos de Lisboa el 2 de agosto, primer día de su viaje a Portugal.

Utilizando una silla de ruedas, el Papa entró en el monasterio del siglo XVI entre grandes aplausos. Los vítores que estallaron cuando se puso de pie para saludar a los presentes se asemejaban a los que resonaban en el concierto que se celebraba al otro lado de la calle con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud.

El Papa Francisco fue recibido por el obispo de Leiria-Fátima, José Ornelas Carvalho, presidente de la conferencia episcopal del país, antes de dirigir la oración. En su homilía, el Papa reflexionó sobre el pasaje del Evangelio de San Lucas en el que Jesús sube a la barca de los discípulos y les invita a echar las redes en aguas profundas para pescar.

Del mismo modo que aquellos pescadores no pescaron nada antes de la llegada de Jesús, "hay momentos en nuestro camino eclesial en los que podemos experimentar un cansancio similar -- cansancio -- cuando nos parece que entre las manos sólo tenemos redes vacías", dijo, señalando cómo esa situación es común en países con una larga tradición cristiana pero que ahora experimentan "un creciente distanciamiento de la práctica de la fe".

A menudo, añadió, la realidad de la disminución de la participación de la Iglesia en esos países se ve acentuada por la decepción y la ira que la gente siente hacia la Iglesia debido a "nuestro mal testimonio y por los escándalos que han desfigurado su rostro, y que llaman a una purificación humilde y constante, partiendo del grito de dolor de las víctimas, que siempre han de ser acogidas y escuchadas".

El Vaticano anunció más tarde que, después de vísperas, el Papa Francisco se reunió en la nunciatura con 13 víctimas de "abusos por parte de miembros del clero, acompañados por algunos representantes de instituciones eclesiásticas portuguesas encargadas de la protección de menores. El encuentro se desarrolló en un clima de intensa escucha y duró más de una hora, concluyendo poco después de las 8:15 p.m.".

En febrero, un informe independiente encargado por la Conferencia Episcopal Portuguesa reveló que al menos 4.815 menores sufrieron abusos por parte de miembros de la Iglesia en Portugal entre 1960 y 2022, lo que desató duras críticas contra la Iglesia dentro del país.

El hermano Antão Caunan, de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios que asistió a las vísperas, dijo a Catholic News Service que estaba "muy contento" por la visita del Papa Francisco a Portugal, pero esperaba que el Papa hablara de la crisis de los abusos en su homilía. El hermano Caunan es de Timor Oriental y lleva cinco años sirviendo a su comunidad religiosa en Portugal, donde, según dijo, las revelaciones sobre abusos han "cambiado la percepción de la gente corriente hacia la Iglesia" y han erosionado su confianza en la institución.

En su homilía, el Papa instó a la comunidad católica portuguesa a "llevar al Señor nuestras fatigas y lágrimas, para poder afrontar las situaciones pastorales y espirituales, juntos, con apertura de corazón".

El Papa Francisco dijo que el primer paso es desarrollar una fe fuerte, y eso no se consigue recitando ciertas palabras, "bla, bla, bla", o echándose una siesta en la sacristía, dijo bromeando. Recomendó participar en la adoración silenciosa para "recuperar verdaderamente el gusto y la pasión por la evangelización" que es "sin ideologías, sin mundanidad".

Con varias Misioneras de la Caridad sentadas en las primeras filas cerca del Papa, éste recordó cómo la Madre Teresa acudía siempre a la adoración eucarística incluso en sus crisis de fe más difíciles.

El Papa también instó a "trabajar juntos en ofrecer atención pastoral", ofreciendo los principios sinodales de "comunión, ayuda recíproca, y camino común. A esto tiende el Sínodo en curso".

Mirando a la multitud, dijo que la Iglesia debe anunciar el Evangelio a todos -- "a todos, a todos, a todos" -- e insistió en que la Iglesia " no sea una aduana para seleccionar a quienes entran y quién no".

Maritza Barros, coordinadora de jóvenes en Madeira, Portugal, dijo a CNS que algunos de los 1.000 jóvenes que trajo a Lisboa para la Jornada Mundial de la Juventud dicen que sus amigos no-católicos creen que juzgan a los demás porque creen en Dios, y los jóvenes responden bien a la invitación del Papa "para hacer su fe accesible a todos".

La visita del Papa a Portugal, unida a la Jornada Mundial de la Juventud, "sacudirá el polvo de los bancos" para los jóvenes de la Iglesia.

El Papa Francisco instó a los trabajadores de la Iglesia en Portugal a seguir bajando sus redes y ser una luz en un mundo donde "falta el entusiasmo, falta la valentía de soñar, la fuerza de afrontar los desafíos, la confianza en el futuro".

Suscitando carcajadas de los presentes, el Papa terminó su homilía encomendando la comunidad católica portuguesa a Nuestra Señora de Fátima y a San Antonio, que nació en Lisboa, pero "se lo ‘roban’ los de Padua".