CIUDAD DEL VATICANO -- El sínodo sobre la sinodalidad no está orientado a buscar "resolver problemas particulares" de la Iglesia católica, como la bendición de las uniones homosexuales o la ordenación de mujeres, sino que busca explorar caminos para que la Iglesia discuta y aborde esas cuestiones, dijo un cardenal.
"Hay mucha gente que cree que este sínodo traerá soluciones para todos los problemas", dijo el cardenal Fridolin Ambongo de Kinshasa, Congo, durante una conferencia de prensa en el Vaticano el 7 de octubre. "Pero el sínodo definirá la nueva forma de 'hacer' Iglesia, la nueva forma de abordar los problemas, cuál es el problema pero también cómo en el espíritu de la sinodalidad podemos abordar dicho problema".
El cardenal dijo que, antes de partir para el sínodo, muchas personas de toda África le pidieron que trajera consigo soluciones para los problemas que afectan al continente, a saber, la pobreza y los conflictos. Sin embargo, "son expectativas exageradas", dijo.
Al responder una pregunta sobre la aceptación de la bendición de las uniones homosexuales en la Iglesia, el cardenal Ambongo dijo: "Estamos aquí para un sínodo sobre la sinodalidad".
"Sinodalidad no significa expresar opiniones personales, sino caminar juntos", añadió. "Sobre la cuestión LGBT, el Señor mismo nos mostrará el camino a través del discernimiento colectivo".
El cardenal se mostró confiado en que el sínodo "dará buenos frutos" para toda la Iglesia y dijo estar impresionado por la alegría, la confianza, el entusiasmo y la esperanza presentes entre los participantes en el sínodo.
El cardenal Ambongo, quien es presidente del Simposio de Conferencias Episcopales de África y Madagascar, habló con los periodistas tras la cuarta jornada de la asamblea del Sínodo de los Obispos. Los participantes en la asamblea concluyeron el 6 de octubre las conversaciones sobre el primer módulo del orden del día del sínodo, dedicado a reflexionar sobre las características de una Iglesia sinodal. Los 35 grupos de trabajo, llamados círculos menores, formados por entre 10 y 12 personas, presentaron el 7 de octubre a la Secretaría General del Sínodo los informes del resumen de sus conversaciones en pequeños grupos.
El Papa Francisco no estuvo presente en el trabajo de los círculos menores el 7 de octubre, pero asistió a las sesiones generales del 5 y 6 de octubre, cuando los pequeños grupos compartieron sus reflexiones iniciales.
El cardenal Ambongo dijo a los periodistas que se había establecido un clima de apertura en el Sínodo, señalando que al principio los participantes parecían preguntarse de qué podían o no hablar en sus debates, pero que al cuarto día todos se sentían libres para hablar de lo que tenían en el corazón y en la mente.
Los participantes se dieron cuenta enseguida de que "nadie entre nosotros venía con una agenda que intentar pasar, como hemos visto en otros sínodos. Todos estamos allí, hermanos y hermanas, escuchando la voluntad de Dios para su Iglesia".
"La gente no puede decir fácilmente: 'Yo conozco la voluntad de Dios', eso sería verdaderamente pretencioso", dijo el cardenal. "Por eso el sínodo ha elegido con acierto el método del discernimiento", que, según dijo, implica buscar juntos "aquello que parece hoy y ahora la mejor solución" a una cuestión determinada.
Añadió que este sínodo es distinto a los otros tres en los que participó porque antes "sabíamos más o menos cómo iban a acabar las cosas, pero éste, no".
Funcionarios del Vaticano dijeron a los periodistas que los debates sobre migración y sobre cómo hacer de la Iglesia un hogar acogedor para todos fueron frecuentes en los primeros días del sínodo.
La hermana Leticia Salazar, delegada sinodal de Estados Unidos y canciller de la Diócesis de San Bernardino, California, habló de su experiencia personal de emigrar a Estados Unidos a los 17 años. En un país nuevo, "la fe te sostiene, pero la Iglesia te acoge", dijo, compartiendo cómo fue su primera experiencia de una comunidad de fe cuando era una joven inmigrante en California.
Al igual que la Iglesia estadounidense acogió a la hermana Salazar en un país y una comunidad nuevos, dijo que corresponde a la Iglesia universal "discernir cómo ser una Iglesia acogedora, una Iglesia que escucha, que son las características propias de una Iglesia sinodal".
La hermana Salazar, miembro de la Orden de la Compañía de María Nuestra Señora, dijo que durante la fase diocesana del sínodo, "a la gente le costó mucho entender la sinodalidad". Sin embargo, una mujer de su diócesis compartió que pudo "experimentar la sinodalidad" al ser escuchada en su comunidad eclesial.
"La sinodalidad no es un concepto, es una experiencia, de ser incluido", dijo la hermana Salazar.