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En la canonización de Carlo Acutis, dos madres se destacan por su confianza en Dios

En una Misa de canonización colmada en Roma, con 80,000 asistentes, fue el rostro de la madre el que lo dijo todo: Antonia Salzano estaba profundamente conmovida cuando su hijo, Carlo Acutis, fue oficialmente declarado santo de la Iglesia Católica.

El milagro que selló su camino hacia la santidad estuvo en el centro de la Misa del 7 de septiembre. Valeria Vargas Valverde, de 24 años y originaria de Costa Rica, quien casi muere en un accidente de bicicleta en 2022, oró durante la Misa. Su recuperación, que los médicos calificaron como médicamente inexplicable, siguió a las desesperadas plegarias de su madre en la tumba del entonces beato Carlo en Asís, Italia.

En la canonización, la confianza en Dios de esas dos madres era palpable.

"La muerte de Carlo fue una pérdida extraordinaria para Antonia. Como toda madre, sufrió profundamente su partida", dijo el padre Patrick Briscoe, recién nombrado director de comunicaciones de la orden dominica, a OSV News. Sin embargo, fue Carlo quien le dio una nueva fuente de confianza, subrayó el sacerdote.

Acompañada por su esposo, Andrea, y por los hermanos mellizos de Carlo —Francesca y Michele, nacidos cuatro años después de su muerte—, Salzano movía la cabeza con emoción cuando el Papa León XIV dijo que Carlo, ahora santo, "encontró a Jesús en su familia, gracias a sus padres... luego en la escuela, y sobre todo en los sacramentos celebrados en la comunidad parroquial".

"Carlo creció integrando de manera natural la oración, el deporte, el estudio y la caridad en sus días como niño y joven", dijo el papa.

En varias entrevistas, Salzano ha recordado que cuando Carlo era pequeño, ella no practicaba mucho su fe. Fue él quien quería ir todos los días a la iglesia, y ella facilitó eso para su hijo.

"‘Él me salvó’, ha dicho Antonia en muchas ocasiones. Fue Carlo quien la trajo de regreso a la práctica de su fe católica", afirmó el padre Briscoe, uno de los cientos de sacerdotes que concelebraron la Misa presidida por el Papa León el 7 de septiembre en la Plaza de San Pedro.

Durante una proyección del documental Roadmap to Reality, dirigida por Tim Moriarty y producida por Jim Wahlberg el 5 de septiembre en el Colegio Norteamericano de Roma, Salzano dijo: "Sin Jesús no podemos hacer nada —y Carlo entendió esto".

"Siempre decía: ‘Quiero agradar a Dios’", comentó Salzano a OSV News en 2024. "Cuando hizo su primera comunión —tenía 7 años— escribió: ‘Estar unido a Dios: este es mi programa de vida’. Y mantuvo esa promesa toda su vida, hasta el final".

Cuando el Papa Francisco aprobó un segundo milagro atribuido al entonces beato Carlo Acutis en 2024, lo que abrió el camino para su canonización, nadie se alegró más que su madre.

"Fue una gran noticia porque estábamos esperando esta declaración —especialmente por todos los devotos que tiene en todo el mundo", dijo a OSV News.

Gracias a este milagro, una joven se curó tras un accidente en bicicleta.

Al leer la primera oración universal en español durante la canonización, Valverde —una joven hermosa de Costa Rica, hoy de 24 años— fue un testimonio vivo de que la fe puede obrar milagros.

Pero fue su madre, Liliana, quien hizo posible el milagro cuando, el 8 de julio de 2022, oró desesperadamente en la tumba del entonces beato Carlo en Asís, dejando una carta describiendo su súplica.

Seis días antes, el 2 de julio, su hija Valeria se había caído de la bicicleta en Florencia, Italia, donde estudiaba en la universidad.

Tras una grave lesión cerebral, necesitó una craneotomía —procedimiento quirúrgico que implica retirar temporalmente parte del cráneo para exponer el cerebro— y la extracción del hueso occipital derecho para aliviar la presión. Los médicos dijeron que era poco probable que sobreviviera.

"La madre de Valeria oró con una fe sincera. Su oración no era complicada ni influenciada por una teología compleja. Simplemente oraba con el corazón de una madre que buscaba ayudar a su hija", dijo el padre Briscoe.

El mismo día que Liliana dejó su carta en la tumba de Carlo, suplicando su intercesión, Valeria comenzó a respirar por sí sola. Al día siguiente, comenzó a moverse y recuperó parcialmente el habla, informó Vatican News. Diez días después, una tomografía reveló que la hemorragia había desaparecido, y el 11 de agosto de 2022, Valeria fue trasladada a rehabilitación.

El 2 de septiembre, Valeria pudo acompañar a su madre a Asís para agradecer la intercesión del beato Carlo.

"Parte de la alegría de la canonización fue la cercanía de quienes fueron testigos de estos milagros. La presencia de Valeria contribuyó enormemente al gozo de la celebración. Ella fue el signo de una oración de madre respondida", dijo el padre Briscoe.

Salzano dijo a OSV News en 2024 que habló con Valeria, quien estuvo "suspendida entre la vida y la muerte" antes de que su madre orara en la tumba del joven.

"La madre era una mujer de fe. Oró; fue a Carlo porque tenía devoción a él, y se arrodilló todo el día frente a su tumba pidiendo por la sanación de su hija, y recibió la gracia", relató.

Durante la Misa de canonización, Valeria, con un vestido negro sencillo y el cabello recogido en un moño, sin mostrar señales visibles de la grave cirugía craneal, oró: "Por el pueblo santo de Dios, para que acogiendo con alegría la palabra que salva, sigamos a Jesús por el camino de la cruz y demos testimonio en el mundo de su amor".

Por su parte, Salzano dijo que con todas las pruebas que enfrentan hoy los cristianos, especialmente los jóvenes, la vida de Carlo es un recordatorio de que cada persona tiene "cosas hermosas" dentro de sí y que no hay que tener miedo, sino "tener confianza".

"No estamos hechos para ser personas en este universo de caos sin una meta. Dios nos creó con un propósito, y ese propósito es el paraíso", afirmó Salzano.

El padre Briscoe, quien tiene una profunda devoción personal por San Carlo, concluyó: "A un mundo ahora marcado por los selfies y el egoísmo, Carlo Acutis le propone una alternativa. ‘No yo, sino Dios’, decía con frecuencia. Su testimonio y el de estas oraciones respondidas nos señalan más allá de nosotros mismos, hacia un Dios que ofrece nuevos horizontes de alegría".

Paulina Guzik
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Paulina Guzik