El cardenal James M. Harvey, arcipreste de la Basílica de San Pablo Extramuros en Roma, cierra la Puerta Santa de la basílica el 28 de diciembre de 2025, cuando el Año Jubilar estaba a punto de concluir. (Foto CNS/Lola Gomez)
El camino de la conversión, la puerta de la misericordia de Dios y el llamado a vivir en la esperanza cristiana continúan más allá del Año Jubilar, afirmaron los tres cardenales que cerraron las Puertas Santas en tres de las principales basílicas de Roma.
En la fiesta de la Epifanía, el 6 de enero, el Papa León XIV cerrará solemnemente la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro en el Vaticano, concluyendo formalmente el Año Santo 2025, que el Papa Francisco abrió en la Nochebuena de 2024. Sin embargo, las celebraciones jubilares diocesanas y otras celebraciones locales concluyeron el 28 de diciembre.
El cardenal Rolandas Makrickas, arcipreste de la Basílica de Santa María la Mayor en Roma, presidió el rito de cierre de la Puerta Santa de la basílica al atardecer del 25 de diciembre, antes de celebrar una Misa especial. El cardenal Baldassare Reina, vicario papal de Roma y arcipreste de la Basílica de San Juan de Letrán, hizo lo mismo allí el 27 de diciembre. Y el cardenal estadounidense James M. Harvey, arcipreste de la Basílica de San Pablo Extramuros, presidió el cierre de su Puerta Santa y la celebración de la Misa el 28 de diciembre.
Las Puertas Santas se sellan entre los Años Jubilares, que normalmente se celebran cada 25 años. Sin embargo, el Papa León ha indicado que se celebrará un Año Santo extraordinario en 2033, para conmemorar el 2.000 aniversario de la muerte y resurrección de Jesús.
“Lo que se cierra no es la gracia divina, sino un tiempo especial de la Iglesia, y lo que permanece abierto para siempre es el corazón del Dios misericordioso”, dijo el cardenal Makrickas en su homilía del 25 de diciembre. Mientras la Puerta Santa se cierra, “la puerta que verdaderamente importa permanece: la de nuestro corazón; se abre cuando escucha la Palabra de Dios, se ensancha cuando acoge a nuestro hermano o hermana, se fortalece cuando perdona y cuando pide perdón”, afirmó.
“En esta basílica, precisamente durante este Año Santo, se nos ha concedido la gracia de una tarea muy especial: custodiar una memoria que se convierte en profecía”, dijo, al llamar la atención sobre el difunto Papa Francisco, que está sepultado en Santa María la Mayor “y es honrado cada día por miles de fieles”.
Según SIR, la agencia de noticias de la Conferencia Episcopal Italiana, se estima que unos 20 millones de peregrinos atravesaron la Puerta Santa de la basílica durante el último año.
La esperanza, tema del Año Jubilar, “movió a los innumerables peregrinos que dejaron en nuestros caminos las huellas de pasos cargados por los pesos que oprimían sus corazones”, dijo el cardenal Reina durante la Misa en San Juan de Letrán. “Atravesaron la Puerta Santa para encontrar a Aquel a quien buscaban. La puerta de nuestra catedral lleva las marcas de las caricias de todos aquellos que pasaron por ella en busca de misericordia”.
Aunque la Puerta Santa esté cerrada, dijo, “sabemos que el Resucitado pasa a través de puertas cerradas y nunca se cansa de llamar a nuestras puertas cerradas, para ofrecer y para encontrar misericordia. Sí, para encontrarla, porque Él también la busca”.
“De hecho, Él mismo nos ha hablado de la sorpresa final: que al final seremos juzgados por el amor, por la misericordia, por el vaso de agua dado al sediento; por el pedazo de pan al hambriento; por la cercanía con quien está encarcelado o enfermo; por vestir al desnudo; por acoger al extranjero”, afirmó el cardenal Reina.
En San Pablo Extramuros, lugar de sepultura del apóstol Pablo, el cardenal Harvey señaló que el tema del Jubileo, “La esperanza no defrauda”, fue tomado de la Carta de San Pablo a los Romanos. “No es solo un lema, sino sobre todo una profesión de fe”, dijo el cardenal.
“En un mundo marcado por guerras, crisis, injusticias y confusión, la Iglesia quiso reafirmar que la esperanza cristiana es muy distinta de intentar huir de la historia”, afirmó; más bien, “se expresa en la capacidad de atravesarla con la mirada fija en Cristo”.
La Puerta Santa no es simplemente un pasaje material, dijo el cardenal Harvey, “es un umbral espiritual, una llamada a cada uno de nosotros a dejar atrás aquello que pesa en nuestros corazones para entrar en el espacio de la misericordia. Cruzarla significa reconocer que la salvación brota de confiarnos humildemente al único que puede darnos la plenitud de la vida”.