El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, hace una recomendación a los católicos “conservadores” de México: “Lean al Papa Francisco”.
Sus comentarios tuvieron lugar el 5 de agosto, durante una conferencia de prensa en la que el líder, apodado “AMLO” por los mexicanos, dijo que le “agrada mucho” el pensamiento del Papa Francisco, un “dirigente espiritual mundial de primer orden”, porque habla de problemáticas sociales.
AMLO señaló que temas como “la pobreza, la desigualdad, la juventud, las mujeres, las violaciones a los derechos humanos y el ir en contra de un estilo de vida con base en lo material”, son prioridades centrales del pontífice y, por lo tanto, el motivo por el que los “conservadores” de México deberían leer las enseñanzas y homilías del Papa Francisco.
“Ojalá y lo lean los conservadores de México”, dijo AMLO. “Defender al pobre no es ser comunista, es el centro del Evangelio”, añadió, repitiendo una frase que el Papa ha usado varias veces.
Las declaraciones presidenciales no surgieron de la nada: fueron una respuesta directa a un ensayo escrito por el arzobispo emérito de Guadalajara, el Cardenal Juan Sandoval Íñiguez, de 87 años, quien había escrito la semana pasada que México se encamina hacia el comunismo bajo el gobierno “ateo” de AMLO.
El artículo, titulado “El comunismo que viene para México”, publicado en el sitio web oficial de la Arquidiócesis de Guadalajara identifica varios indicios que respaldan las afirmaciones del cardenal: desde la toma de control de los bienes materiales y de la economía de la nación, hasta el hecho de asumir un papel dictatorial que controla el contenido del sistema educativo y promueve la ideología de género, “una aberración de las más grandes y más absurdas” con respecto a la familia.
Según el cardenal, comunismo y socialismo son prácticamente lo mismo, siendo la diferencia que el primero es más abiertamente violento y el segundo más ideológico en su implementación.
En el ensayo, el Cardenal Sandoval habla de un “Nuevo Orden Mundial” que busca debilitar y empobrecer a las naciones, para que “acabada la personalidad individual de los ciudadanos, se les pueda manejar fácilmente”. Ésta, escribe, “es la realidad que se aproxima para México, con la pasividad nuestra, porque no captamos la gravedad del problema. ¿Cómo está Cuba, China, Nicaragua, Venezuela?”
De hecho, el Papa Francisco ha dicho varias veces que cuidar a los pobres, a los que están en los márgenes de la sociedad y son relegados por ella, no es comunismo sino seguir el Evangelio. Por ejemplo, lo dijo en la entrevista que se le hizo en 2015, que fue publicada en el libro “Esta economía mata”. El Papa Francisco, que fue criticado en una ocasión por el experto estadounidense Rush Limbaugh por defender el “marxismo puro”, se quejó en esa entrevista de que no puede citar las enseñanzas de los primeros Padres de la Iglesia sin ser acusado de pronunciar una homilía marxista.
Pero lo que AMLO ignora es que, aunque el Papa Francisco ha hecho del cuidado de los pobres una de las piedras angulares sociales de su papado, ha sido también muy crítico de muchas de las cosas que apoya el presidente y que fueron destacadas por el cardenal Sandoval, quien decidió mantener al pontífice fuera de su ensayo.
Consideremos, por ejemplo, la ideología y la educación de género. El partido político de AMLO inició el año pasado una campaña para legalizar el aborto; intentó enmendar la constitución de México para abrirle las puertas a la introducción del suicidio asistido, del matrimonio entre personas del mismo sexo y de la legalización del uso de drogas con fines recreativos. Entre otras cosas, la nueva constitución interpretaría los derechos humanos desde una “perspectiva de género” poniendo a todas las unidades familiares en un mismo plano. En la Ciudad de México, su partido legalizó que los menores de edad puedan cambiar su sexo en su acta de nacimiento.
Aunque el Papa Francisco es frecuentemente asociado con aquel enfoque de “quién soy yo para juzgar” en temas de género y sexualidad, él ha sido consistente en apegarse a las enseñanzas del Catecismo de la Iglesia Católica cuando se trata de condenar el pecado, aunque no al pecador. A la teoría de género, que se basa en la idea de que la sexualidad de una persona es una interpretación social que cada quien puede definir por sí mismo, él la ha descrito como parte de una “guerra global” contra la familia; y aprobó en 2019 la publicación de un documento del Vaticano que critica la educación de género dentro de la educación católica. Y en 2015, en una charla informal que sostuvo en Filipinas, mencionó que el apoyo al matrimonio entre personas del mismo sexo es una “colonización ideológica... que está tratando de destruir a la familia” y reafirmó la enseñanza de la Iglesia sobre la anticoncepción artificial.
Los temas sobre los que los católicos de todas las tendencias políticas pueden pedirle a AMLO que siga sus propios consejos y lea al Papa Francisco son innumerables, desde la reforma al sistema de justicia penal, pasando por la corrupción, la generación de empleos, el cambio climático, hasta, ciertamente, la lucha contra la pobreza, abordando los orígenes fundamentales de la desigualdad.
Pero el Papa Francisco es frecuentemente etiquetado como un hombre que guía a la gente a través de sus gestos y hubo un ejemplo suyo, muy revelador, que AMLO no siguió en marzo: el cierre del Vaticano por parte del líder de 1,300 millones de católicos, como parte del esfuerzo por frenar la propagación de un virus que representa un mayor peligro para los ancianos, los discapacitados, los enfermos y los pobres. Entretanto, el presidente mexicano insistía ante sus compatriotas en que no estaba pasando nada.
Ahora que la curva proverbial se ha aplanado en Italia y que lentamente va volviendo una apariencia de normalidad a la vida cotidiana, el Papa Francisco ha anunciado una serie de reflexiones sobre la vida después de la pandemia, acompañadas de la institución de un equipo de trabajo para sugerir modos en los que la Iglesia —y el mundo— deberían afrontar la nueva realidad socio-económico-cultural que se avecina.
Sin embargo, apenas en junio, habiendo México superado las 17,000 muertes que se han reportado como relacionadas con el coronavirus, AMLO publicó un video en el que no mencionó políticas públicas serias o nuevas medidas de salud para contener la pandemia, ofreciendo, en cambio, una letanía de banalidades, sugiriendo que los mexicanos “intenten ser felices”, “ser libres” y “disfrutar del cielo, el sol y el aire fresco”.