Con motivo de la Semana Nacional de la Migración, que se celebra del 18 al 24 de septiembre, el obispo de El Paso, Texas, Mark J. Seitz, presidente del Comité de Obispos sobre Migración de Estados Unidos, subrayó la necesidad de "hacer frente a las fuerzas coercitivas que empujan a la gente a emigrar".
Aunque a menudo se utilizan indistintamente, los términos "migrante" y "refugiado" se definen por separado en el derecho internacional, con la protección específica de los refugiados debido a condiciones peligrosas -- como la guerra o la persecución -- que hacen imposible el regreso al país de origen. En cambio, según las Naciones Unidas, no existen definiciones uniformes de "migrante" o "migración forzada" a nivel internacional, aunque los migrantes están protegidos como personas humanas por la legislación internacional sobre derechos humanos.
En su mensaje preparado para la 109ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, celebrada el 24 de septiembre, el Papa Francisco reflexionó que "Migrar debería ser siempre una decisión libre; pero, de hecho, en muchísimos casos, hoy tampoco lo es".
"Conflictos, desastres naturales, o más sencillamente la imposibilidad de vivir una vida digna y próspera en la propia tierra de origen obligan a millones de personas a partir", dijo el Papa. "Los migrantes escapan debido a la pobreza, al miedo, a la desesperación. Para eliminar estas causas y acabar finalmente con las migraciones forzadas es necesario el trabajo común de todos, cada uno de acuerdo a sus propias responsabilidades".
El obispo Seitz se hizo eco de estas reflexiones en una declaración publicada el 15 de septiembre por la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos con motivo de la Semana Nacional de la Migración.
"A través de nuestra creencia en Jesucristo, estamos obligados a responder con caridad hacia quienes deben desarraigar sus vidas en busca de refugio", dijo el obispo Seitz. Añadió que "los esfuerzos para manejar la migración -- incluso cuando se basan en el bien común -- requieren que también abordemos las fuerzas coercitivas que empujan a la gente a emigrar".
"Durante milenios, las personas se han visto obligadas a huir de su tierra natal, en busca de seguridad y protección, debido a factores fuera de su control", dijo el obispo Seitz. "El Papa Francisco nos recuerda que la Sagrada Escritura revela que la propia huida de la Sagrada Familia a Egipto no fue el resultado de una decisión libre, como tampoco lo fueron muchas de las migraciones que marcaron la historia del pueblo de Israel".
El obispo Seitz dijo: "Sólo mediante esfuerzos colectivos para aliviar estas fuerzas (coercitivas) y estableciendo las condiciones necesarias para el desarrollo humano integral, pueden las personas hacer verdaderamente uso del derecho a permanecer en su país de nacimiento".
"Que Dios, por intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe, nos sostenga en estos esfuerzos y proteja a aquellos cuyas vidas dependen de su éxito", dijo el obispo.
En su carta pastoral de 2000 "Welcoming the Stranger Among Us: Unity in Diversity" ("Acoger al extranjero entre nosotros: Unidad en la diversidad"), los obispos estadounidenses se refirieron a la doctrina social católica sobre la migración, que equilibra tanto las necesidades de los emigrantes como las preocupaciones de las naciones a las que se trasladan.
Los tres principios de esa enseñanza sostienen, primero, que las personas tienen derecho a emigrar para mantener su vida y la de sus familias; segundo, que un país tiene derecho a regular sus fronteras y a controlar la inmigración; y tercero, que un país debe regular sus fronteras con justicia y misericordia.
Los obispos de Estados Unidos y México publicaron en 2003 una carta pastoral conjunta, "Juntos en el Camino de la Esperanza Ya No Somos Extranjeros", en la que afirmaban: "Toda persona tiene el derecho de encontrar en su propio país oportunidades económicas, políticas y sociales, que le permitan alcanzar una vida digna y plena mediante el uso de sus dones. Es en este contexto cuando un trabajo que proporcione un salario justo, suficiente para vivir, constituye una necesidad básica de todo ser humano".
Los obispos también declaran en la carta que los migrantes tienen "el derecho de solicitar la calidad de refugiado o asilado sin permanecer detenidos, y que dicha solicitud sea plenamente considerada por la autoridad competente".
- - -
Gina Christian es reportera nacional de OSV News.