CIUDAD DEL VATICANO -- En sus discusiones sobre la vida de la Iglesia y la "sinodalidad", o caminar juntos, los católicos de Estados Unidos y Canadá señalaron el impacto negativo que la "polarización" está teniendo en la Iglesia, dijo el obispo Daniel E. Flores de Brownsville, Texas.

"La política se mezcla en ella, y no es que la política no tenga un lugar en la forma en que la Iglesia piensa sobre las cosas", dijo, pero la situación parece haber llegado a un punto en el que los católicos "inmediatamente categorizan a la gente. Creo que la gente es consciente de ello y realmente quiere encontrar una salida, para que podamos hablar entre nosotros como católicos, como bautizados que intentan ser fieles a Cristo".

Averiguar cómo abordar las cuestiones sociales de forma cristiana "va a costar mucho trabajo, y está bien no estar de acuerdo", dijo. "Pero no hay que demonizar a la otra persona que piensa diferente a uno".

El obispo Flores, presidente del Comité de Doctrina de los obispos estadounidenses, habló con Catholic News Service el 12 de abril sobre la publicación del documento final de la etapa continental norteamericana del proceso que conduce a las asambleas del Sínodo de los Obispos en el Vaticano en 2023 y 2024.

El obispo de Texas, quien había dirigido la parte estadounidense del proceso sinodal, se encontraba en el Vaticano para asistir a una reunión de una semana de la comisión preparatoria del Sínodo.

El debate sobre la polarización en las 12 sesiones de escucha para la consulta continental entre EE.UU. y Canadá está relacionado con el énfasis de los participantes en la "dignidad bautismal" como fuente de comunión en la Iglesia, de la responsabilidad compartida en la misión de la Iglesia en el mundo y de la llamada a ser más inclusivos, dijo el obispo Flores.

"Estamos unidos a Cristo por el bautismo", dijo, lo que "también significa necesariamente que estamos unidos los unos a los otros. Y eso forma parte de toda la realidad de lo que somos. Nosotros no controlamos con quién estamos conectados, Jesús lo hace, y por eso tenemos que dejar que esa dignidad se manifieste".

El obispo Flores animó a la gente a leer el informe continental tratando de "imaginar las voces de personas que hablan desde muchos diferentes ámbitos de vida" y recordando que todos ellos haciendo el esfuerzo de participar en las sesiones es "un signo de su amor por la Iglesia y su deseo de hacer algo bueno juntos".

Al leer el documento "con el corazón abierto", la gente encontrará cosas con las que estå de acuerdo e ideas que no comparte, "pero eso está bien", dijo el obispo. "Es una Iglesia grande, y necesitamos al menos escucharnos unos a otros antes de poder pensar juntos en cómo avanzar".

De las sesiones de escucha que se dieron con los participantes de Estados Unidos y Canadá, el obispo Flores dijo que uno de los temas que surgió con más fuerza fue "querer ser una Iglesia que continúe esta experiencia de comunión en un sentido práctico, de poder reunirse y hablar sobre asuntos de la fe y asuntos de la iglesia que son muy importantes para la gente".

La gente "estaba muy contenta de que se les pidiera que compartieran su experiencia de la vida de la Iglesia", dijo el obispo Flores, y les gustaría tener oportunidades similares en el futuro.

En el informe norteamericano y en los otros informes regionales que ha leído, el obispo Flores dijo que ve un tema común en los católicos que sienten que "el mundo está cambiando muy deprisa" y quieren encontrar la mejor manera de que la Iglesia responda a esos cambios.

El agregó que ciertamente en Norteamérica, pero también en la mayoría de las otras partes del mundo los católicos subrayaron la necesidad de "formación" y no principalmente como un llamamiento a clases de educación religiosa, sino "formación en una mentalidad sinodal", que ayude a la gente a entender y apreciar ser "un pueblo de la Palabra de Dios que se reúne y habla de ello y reza junto y luego deja que eso nos informe a medida que avanzamos".

Con respecto a toda una serie de temas, incluido el repetido énfasis en la necesidad de llegar a los jóvenes e implicarlos en la vida de la Iglesia, el obispo Flores dijo que los debates no eran sobre "lo que la Iglesia tiene que hacer", sino sobre "cómo podemos hacerlo mejor", y ése es un cambio importante".

La síntesis norteamericana también incluye una sección separada, titulada "Reflexiones de los obispos sobre la experiencia de la sinodalidad en América del Norte".

El obispo Flores dijo que la reflexión clave fue que los obispos encontraron sus sesiones diocesanas de escucha "muy vigorizantes" y quieren encontrar maneras de seguir teniendo ese tipo de interacción con la variedad de personas que componen la iglesia en sus diócesis.

"Un obispo necesita encontrar nuevas formas de estar en contacto con lo que su gente vive, piensa y reza", dijo.

Los obispos, como muchas otras personas que participaron en alguna etapa del proceso sinodal, expresó el obispo Flores, también tienen preguntas sobre lo que significa, a nivel práctico, ser una "iglesia sinodal" que escucha y confía en los dones de todos, siendo al mismo tiempo una "iglesia jerárquica".

Y ese es un debate que continuará, dijo, incluso en las asambleas sinodales.

En la fase continental también se volvieron a escuchar llamamientos para que la iglesia sea más acogedora e inclusiva. "Los grupos nombrados durante la fase continental incluyeron a las mujeres, los jóvenes, los inmigrantes, las minorías raciales o lingüísticas, las personas LGBTQ+, las personas divorciadas y vueltas a casar sin anulación, y las personas con diversos grados de capacidades físicas o mentales", dice el informe.

El obispo Flores dijo que también espera un "animado debate" sobre este tema.

"¿Qué significa como Iglesia ser abierta y acogedora con las personas, especialmente en el contexto de la dignidad de los bautizados?", es una cuestión por explorar, dijo. "El documento continental no nos ofrece una solución a estas cosas, sólo las plantea. Esto es lo que la gente realmente está pensando".