WASHINGTON -- Poco más de un mes después de que otros obispos lo escogieran como presidente-electo del comité de migración de la Conferencia de Obispos Católicos de EE. UU., el obispo Mark J. Seitz no perdió el tiempo en cruzar un puente internacional el 20 de diciembre desde su diócesis de El Paso, Texas, a la vecina ciudad de Ciudad Juárez en México.

Quería tomar "el pulso", dijo, de lo que la gente está experimentando días después de que el gobierno de Biden reiniciara un programa de la era de Donald Trump que mantiene a los migrantes al otro lado de la frontera mientras esperan que se escuchen sus solicitudes de asilo.

Se detuvo para charlar con hombres y mujeres, algunos de América Central, algunos de Haití y otros de América del Sur, dejando regalos para sus hijos, ofreciendo una bendición a los que le pedían y hablando con los trabajadores de los refugios sobre lo que ha sucedió desde la reanudación del programa "Quédate en México".

El 6 de diciembre, la administración Biden reinició los Protocolos de Protección al Migrante, como formalmente se llama el programa "Quédate en México". Aunque el presidente Joe Biden prometió ponerle fin, los tribunales estadounidenses han impedido ponerle un fin.

En las últimas semanas, México acordó una vez más cooperar con funcionarios estadounidenses, permitiendo a los migrantes que esperen en pueblos fronterizos en su país tras recibir garantías de que el programa, bajo la administración de Biden, proveería mejores condiciones para los solicitantes de asilo, incluso el acceso a atención médica, ayuda legal y vacunas.

Si bien los funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional de EE. UU. dicen que todavía están trabajando para ponerle fin al programa, también prometieron un trato más humano, diciendo que brindarían más ayuda legal a los migrantes y cortarían el tiempo de espera para obtener una respuesta.

"Hablamos con un grupo de hombres que habían sido regresados (al otro lado de la frontera) bajo ese programa mal concebido", dijo Monseñor Seitz en una entrevista telefónica el 20 de diciembre con Catholic News Service desde Ciudad Juárez. "Tengo que decir que a pesar de las promesas de que sería diferente, mejor, no lo vimos eso hoy".

Dijo que habló con un grupo de hombres que buscaban refugio de los problemas económicos, políticos y humanitarios de Venezuela. Pero en vez de encontrar refugio, se sienten prisioneros en una frontera que no pueden cruzar, dijo.

No pueden trabajar en México mientras esperan en condiciones miserables, solo viviendo de la esperanza de un indulto que tal vez nunca venga de los tribunales de inmigración de EE. UU. Es difícil encontrar un lugar para bañarse y el encontrar el sustento diario puede ser un desafío.

"Es un maltrato de nuestros semejantes", dijo el obispo Seitz.

Y, sin embargo, hay refugios, algunos administrados por católicos, otros administrados por diferentes grupos religiosos, que intentan aliviar parte del sufrimiento. El obispo visitó una instalación dirigida por un pastor anglicano que compró cerdos, pescados tilapia y algunas plantas que los migrantes pueden cuidar, dándoles algún tipo de propósito y sustento mientras esperan lo que venga después en sus vidas.

A través de un proyecto llamado Fondo de Asistencia para Refugiados en la Frontera, la Diócesis de El Paso ha podido ayudar a tales organizaciones que atienden al creciente número de inmigrantes que esperan bajo la política de "Quédate en México".

Durante su visita días antes de la Navidad, Monseñor Seitz donó $40,000 del fondo a varios refugios, incluso dinero para vacunas contra la varicela en algunas de las instalaciones que estaban preocupadas de que una propagación de la enfermedad entre los niños pudiera cerrarlas.

Dijo que estaba conmovido por la gran generosidad de quienes donaron al fondo. Pero también lo conmovieron quienes sirven a los migrantes y los propios migrantes. No tienen más remedio que confiar sus situaciones, la incertidumbre de sus vidas o del futuro de sus hijos a un poder más alto, dijo.

Dylan Corbett, director ejecutivo del Instituto Fronterizo Esperanza, quien acompañó al obispo en la breve excursión, dijo que era una oportunidad para ver una vez más lo que algunos se entienden cuando se trata de problemas de inmigración en la frontera. También expresó su esperanza de un cambio en la administración de Biden, en particular con respecto a "Quédate en México".

"Cada persona y cada familia que se acerca a la frontera tiene una historia, tiene dignidad y tiene derecho a buscar asilo", dijo. "Como personas de fe, en ausencia de acción por parte de la administración Biden, continuaremos abogando por políticas más humanas y demostrando a través de nuestra solidaridad que otra manera es posible".

Para el obispo, la visita, incluso con la desesperación que presenció y las dificultades, "me lleva más cerca al Señor", dijo.

Dijo que no quería consolar a las personas que conoció en la frontera con palabras vacías. Dijo que no sabía qué pasaría con ellos o incluso que si todo estaría bien al final. Pero todo lo que podía hacer era estar con ellos y ponerlo en manos de Dios.

"Realmente necesitaba venir aquí antes de Navidad", dijo. "Es una temporada, una fiesta, que nos llama a los más vulnerables".