A los pocos meses de vida, José Daniel Haylan se convirtió en unos de los casos registrados de poliomielitis en Argentina, enfermedad cuya epidemia se creyó erradicada en los años 50s y que resurgió en los años 60s.
Desde una temprana edad este hecho lo confinó a usar una silla de ruedas debido a problemas musculares. Gracias al amor que recibió de sus padres, familiares y especialmente su fe, estos problemas no fueron un obstáculo para que Haylan se convirtiera en la persona que es hoy.
Haylan es un famoso deportista olímpico, ganador de múltiples medallas de oro y plata en distintas competencias. Él trabajó incansablemente para hacer que su país integre más a las personas que viven con una discapacidad. Sus familiares y amigos lo describen como una leyenda viva.
En una entrevista con OSV News, Haylan, quien ahora tiene 61 años, se emocionó al recordar cómo empezó su carrera. Su vida cambió cuando una vecina le contó a sus padres sobre un programa especial para personas con discapacidades. Para su alegría, este club social no solo ofrecía clases de básquet -- deporte en el que aquel entonces competían todas aquellas personas confinadas a una silla de ruedas -- sino también clases de atletismo y tenis de mesa.
Con la ayuda de sus padres, Haylan se inscribió en sus programas donde dos meses más tarde en la provincia de Jujuy, Argentina, ganó su primer campeonato de tenis de mesa.
"Esta victoria le dio un nuevo sentido a mi vida y sin saberlo fue ese día el que marcó mi futuro", comentó Haylan.
Y es que este deportista llegó a ser ganador de cuatro medallas paralímpicas -- tres medallas de plata en atletismo en los Juegos Paralímpicos de Seúl 1988 y una medalla de bronce en tenis de mesa en los Juegos Paralímpicos de Atlanta 1996 --, seis títulos en campeonatos Panamericanos y docenas de trofeos.
Para Haylan, fue emocionante "el poder participar en competencias internacionales obteniendo en 1988 en Seúl mi primer medalla de plata en atletismo" dijo, aclarando que en 1984 el Gobierno Argentino "decidió no permitir que sus deportistas compitieran en los juegos en Inglaterra puesto que hacía dos años de la guerra en las Islas Malvinas".
Competir en Inglaterra había sido uno de sus sueños ya que, dijo Haylan, su héroe es el neurólogo alemán-judío Sir Ludwig Guttman, quien logró escapar de los Nazis y refugiarse en Inglaterra en donde ayudó con la rehabilitación por medio del deporte a pacientes heridos durante la Segunda Guerra Mundial que estaban confinados a una silla de ruedas. Haylan tuvo que esperar 10 años para coronarse campeón en los Juegos de Stoke Mandeville, Inglaterra, de 1993 y 1994. Su carrera deportiva cambió en su vida y lo llevó a obtener múltiples medallas y reconocimientos.
Él explicó que lograr esos reconocimientos en su carrera deportiva no fue fácil, ya que en la década de los años 80s el gobierno argentino, como muchos otros países, no ayudaba a los deportistas olímpicos y mucho menos a los deportistas paralímpicos.
Convencido que eso debía cambiar, Haylan tuvo múltiples entrevistas con distintas autoridades y de a poco fueron, gracias a sus ideas y gestión, cooperando para que todos los deportistas paralímpicos tuvieran derechos similares, hecho que tomó casi 20 años.
Gracias a su entrega, sacrificio y especialmente sus logros como deportista, fue recibido por varios presidentes argentinos.
Durante la presidencia de Carlos Menem, Haylan fue invitado en varias ocasiones a la Quinta Presidencial de Olivos en donde dio charlas de concientización y sobre la importancia que tienen los deportistas paralímpicos al representar al país. Gracias a sus charlas, logró que el presidente Néstor Kirchner honrase a ambas delegaciones olímpicas con una despedida presidencial en la sede del Gobierno Nacional.
Al hablar de su fe, Haylan contó que, a pesar de haber crecido en un seno católico, fue muy difícil para él poder participar a una temprana edad de algunas actividades religiosas. Cuenta Haylan que "en esa época, y en la actualidad, no todas las iglesias tienen acceso para personas confinadas en silla de ruedas", dijo.
Cuando tenía 9 años, él no pudo tomar clases para su Primera Comunión debido a que las aulas se encontraban en lugares no accesibles a personas en silla de ruedas. Pero, agregó Haylan -- quien cree fervientemente en que Dios tiene un plan para todos -- a sus 16 años encontró una bienvenida cordial de la mano del padre Juan, párroco de una humilde capilla de Buenos Aires.
El sacerdote lo recibió con los brazos abiertos, y sus sermones fueron una inspiración para Haylan. Por primera vez, él no era separado de Jesús, ya que para el padre Juan su silla de ruedas no era ningún obstáculo en la Iglesia.
Gracias a esta experiencia, Haylan recibió su Primera Comunión. Tiempo más tarde, formó parte de la Acción Católica de la Parroquia de San José, donde los amigos que encontró no vieron en Haylan a una persona en una silla de ruedas, sino un amigo y hermano de la vida.
Estos amigos fueron su motivación y su fuente de entrenamiento, sus ayudantes en Ping Pong donde ninguno de ellos pudo ganarle, expresó.
Haylan se emociona además al recordar las veces que sus amistades lo iban a despedir al Aeropuerto Internacional de Ezeiza en Buenos Aires -- a veces dentro de un camión de mudanza o en un bus escolar del padre de uno de sus amigos.
Dany, como sus amigos lo llaman, nunca más se sintió solo.
Afirmó Haylan que toda esta interacción con distintas personas lo ayudó a darse cuenta de la poca información que las personas tenían sobre las personas con discapacidad. Lo que le ayudó también a tomar conciencia de que muchos no estaban acostumbrados a ver a personas con discapacidad -- esto le motivó a ayudar a que la sociedad pueda tomar conciencia e incorporar a las personas con discapacidad como uno más.
Por tal motivo, trabajó arduamente con la Arquidiócesis de Buenos Aires para ayudar a la Iglesia a tomar conciencia de la importancia de las personas con discapacidad y la importancia que representa para ellos ser incorporados y tratados como un fiel más.
De manera humilde y ferviente, Haylan también abogó por los derechos de las personas con discapacidad. Desde 1996 hasta el 2003 fue docente del Instituto para la Administración Pública (INAP), al mismo tiempo fue invitado a dar charlas en distintas organizaciones. En el 2004, fue nombrado director de la Comisión Nacional Asesora para la Integración de las Personas con Discapacidad (CONADIS).
Gracias a su gestión, Haylan logró obtener subsidios para personas con discapacidad. Recordó con emoción a una pequeña niña de una humilde provincia al norte de Argentina que soñaba con conocer el mar -- lo que fue posible gracias a este subsidio. Él notó que la niña tenía un andador, que llevaba consigo detrás de su silla de ruedas, pero por ciertos problemas tenía miedo a usarlo. Sus palabras y apoyo ayudaron a que luego de mucho tiempo la niña, quien tenía esclerosis múltiple, recobrará la confianza y volviera a caminar y especialmente a sentir debajo de sus pies la arena y el agua del mar.
"El deporte o cualquier actividad cultural o recreativa es un derecho que todos tenemos sabiendo siempre que existe un espacio de participación", afirmó Haylan.
Como director de CONADIS, también logró que finalmente los atletas paralímpicos ganadores de medallas obtuvieran no sólo una pensión, sino también el título de "Maestros del Deporte".
Para llegar allí, él organizó un equipo de trabajo para documentar todos los deportistas paralímpicos argentinos que habían participado en las competencias desde 1960. Esta tarea fue difícil porque no se contaba con documentos oficiales, pero Haylan sugirió apoyarse en la cobertura de los periódicos y comunicarse con la Comisión Paralímpica Internacional para obtener toda la información necesaria.
Una vez obtenida esta información, Haylan redactó documentos que fueron entregados a la Cámara de Diputados y Senadores de Argentina quienes revisaron la propuesta y gracias a su lucha el 17 de noviembre del 2004 se sancionó la ley # 25.962. Desde ese momento, todos los deportistas paralímpicos tienen el derecho de recibir una pensión y al mismo tiempo pueden ser convocados para dar charlas y promover el deporte en silla de ruedas.
Hace cinco años que Haylan se ha jubilado, pero su misión no ha terminado. Aún está muy involucrado ayudando a sus pares y al mismo tiempo ayuda a concientizar y sensibilizar a la gente haciéndoles entender que "todos somos iguales".
Por eso continúa su misión con un programa de concientización que él comenzó en los años 80s, donde enseña a personas sin discapacidad a ponerse en la posición de una persona con discapacidad y así poder comprender más cómo vive la persona y cómo poder ayudarlo sin ofender.
"Aún queda mucho trabajo por hacer, no me rindo, mi fe, mi familia, mis amigos son mi mayor motivación", aseguró.
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Gabriel Marocchi escribe para OSV News desde Brooklyn, Nueva York.