CHICAGO -- Una delegación de clérigos, religiosas y laicos, junto con un obispo auxiliar de Chicago, fueron impedidos por segunda vez en tres semanas de llevar la Eucaristía a los detenidos en un centro de detención de inmigrantes al oeste de Chicago, en la festividad de Todos los Santos, el 1 de noviembre.

Bajo un cielo azul salpicado de nubes blancas, caminaron, con los copones que contenían la Eucaristía en la mano, por un camino formado por cadenas humanas a ambos lados. Caminaban como un pequeño grupo representativo de una Misa a la que asistieron cientos de personas y que se celebró en el estacionamiento de un edificio contiguo al Broadview Processing Center, un edificio de ladrillo marrón con las ventanas tapiadas.

En la calle, se encontraron con un agente de la Policía Estatal de Illinois que llamó al personal del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas que se encontraba dentro de las instalaciones.

Momentos después, el agente les dio la noticia de ICE. Su respuesta era "No".

"Sin dar más razones por teléfono", según Michael Okinczyc-Cruz, que habló con el agente después de que el personal de ICE colgara. Es el director ejecutivo de Coalition for Spiritual and Public Leadership (la Coalición para el Liderazgo Espiritual y Público), un grupo de justicia social con raíces católicas y cristianas, la cual organizó la Misa de Todos los Santos.

La hermana dominica Christin Tomy dijo que no era algo inesperado, pero también sintió la decepción de ser rechazada una vez más.

"Esta vez sentí mucho dolor", dijo la hermana Christin, de 37 años, a OSV News después de la Misa. "Por supuesto, rezábamos y esperábamos que se nos permitiera entrar en las instalaciones y distribuir la Comunión, y cuando no fue así, me sentí realmente desconsolada, y creo que todos lo estuvimos, por la forma en que se estaba desgarrando el cuerpo de Cristo".

Okinczyc-Cruz dijo que la coalición (conocida como CSPL) envió dos cartas formales solicitando la entrada. Dijo que el grupo fue informado "previamente por correo electrónico" por ICE y el Departamento de Seguridad Nacional de que no permitirían la entrada a ninguna delegación por "razones de seguridad y debido a la naturaleza transitoria de las instalaciones, y les hemos pedido repetidamente y de forma pacífica que reconsideren su decisión".

Las instalaciones, situadas en el suburbio de Broadview, Illinois, a unos 20 km al oeste de Chicago, han sido escenario de tensos enfrentamientos entre manifestantes y las fuerzas del orden federales desde mediados de septiembre.

Fue entonces cuando la "Operación Midway Blitz" de la administración Trump intensificó las detenciones de migrantes en el área de Chicago que no tienen autorización legal para vivir en los Estados Unidos. También es el lugar donde se celebra un rosario semanal al que acuden religiosas, sacerdotes y laicos desde hace casi dos décadas.

El obispo auxiliar de Chicago, José María García-Maldonado, celebró la Misa junto con más de una docena de sacerdotes. El obispo, quien es un inmigrante de Jalisco, México, dijo a los fieles en su homilía que hoy en día --debido al color de su piel y al hecho de hablar su español natal-- él también podría ser detenido por los agentes federales.

Recordó a los fieles en español que Jesús estaba presente "con su mirada amorosa y misericordiosa" y que todos los que asistían a la Misa --casi 2000 personas, entre ellas 50 sacerdotes, religiosas y seminaristas, según los organizadores-- tenían "hambre y sed de justicia".

"Nuestros hermanos y hermanas detenidos tienen hambre también. No solamente del pan y del agua para el cuerpo, (sino) con ese hambre de que se reconozca su dignidad humana", dijo el obispo García-Maldonado.

Él encabezaba la delegación que llevaba la Eucaristía, que los católicos creen que es el Señor Jesucristo verdaderamente presente en su cuerpo, sangre, alma y divinidad. Después de que le dijeran que no podía dar la Sagrada Comunión a los migrantes detenidos, el obispo y el pequeño grupo que lo acompañaba dieron media vuelta con la Eucaristía y regresaron al altar.

Una vez allí, una delegada, la hermana JoAnn Persch, de 91 años, una hermana de la Misericordia que ha estado acudiendo semanalmente a Broadview para rezar --y que, hasta la pandemia, podía entrar para prestar asistencia pastoral a los detenidos--, anunció que no se les permitía entrar.

Un largo silencio se apoderó de la multitud, mientras decenas de personas lloraban en silencio, enjugando las lágrimas.

María Reynaga, originaria del cercano suburbio de Glendale Heights, lloró durante los minutos que duró la pausa. Después de la Misa, dijo a OSV News que sentía pena por las personas a las que se les había negado la sagrada Comunión.

"Es que era tan injusto", dijo. "No es justo. Es como, ¿qué parte de la historia es esta, sabes? ¿Qué estamos haciendo?".

Reynaga dijo que personalmente no tenía a ningún ser querido en el centro de detención, pero que conoce a "muchas personas indocumentadas", incluidos padres cuyos hijos tienen miedo de ir al colegio y participar en las actividades que allí se realizan. Reynaga añadió que, en las últimas semanas, ha visto muy pocos niños cuando lleva a su nieta al colegio y por el vecindario.

Dijo que durante toda la Misa estuvo preocupada por las personas que se encuentran en el centro de detención.

"Lo único en lo que pensaba era: ¿Cómo estarán? ¿Estarán escuchando? ¿Estarán oyendo la Misa? ¿Saben que nos preocupamos por ellos? ¿Están bien? ¿Están bien sus familias? ¿Hay niños solos, sin sus padres?", dijo.

Okinczyc-Cruz dijo que CSPL está planeando actividades futuras para los migrantes del centro de detención de Broadview.

"Ahora, en este momento en el que tantos de nuestros hermanos y hermanas en la fe se encuentran en una situación desesperada, la Comunión es uno de los signos de esperanza que podemos ofrecerles", afirmó.

El 80% de las personas que corren el riesgo de ser deportadas en la campaña de deportación masiva de Trump son cristianas, y la mayor parte de ellas --el 61%-- son católicas, según un informe conjunto católico-evangélico publicado por World Relief. El informe reveló que uno de cada seis católicos (el 18%) es vulnerable a la deportación o vive con alguien que lo es.

Tras la Misa, el obispo García-Maldonado, de 46 años, dijo a OSV News que había consuelo para los católicos detenidos.

"Dondequiera que estén nuestros hermanos y hermanas, Jesús quiere estar. Y no solo a través de mí, sino a través de la representación, la fe y la bondad de cada una de las personas que han venido esta mañana, Jesús viene a nuestros hermanos y hermanas para hacerles saber (a los detenidos) que no están solos", dijo.

En cuanto a no poder dar la Eucaristía, "obviamente es triste", dijo el obispo García-Maldonado.

"Esto no es el final: en el Vía Crucis, cuando Jesús fue al Calvario. Tres veces cayó bajo el peso de la cruz. Pero aprendimos de él, incluso en los momentos más difíciles, a decir: ‘¡Levántate! Sigue caminando’", dijo el obispo. "Así que mi reacción es que, en medio de todo, seguimos siendo fieles y tenemos la esperanza de que, tarde o temprano, podamos llevarla a más hermanos y hermanas".
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Simone Orendain es corresponsal de OSV News. Escribe desde Chicago.

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