La cumbre en Alaska entre el presidente Donald Trump y el presidente ruso Vladimir Putin, celebrada el 15 de agosto, no logró abordar las “cuestiones morales y geopolíticas fundamentales” de la guerra de varios años que libra Rusia contra Ucrania, afirmó el arzobispo metropolitano Borys A. Gudziak, de la Arquidiócesis Católica Ucraniana de Filadelfia.
El arzobispo, quien pastorea a los católicos ucranianos en Estados Unidos, compartió sus impresiones en una llamada telefónica con OSV News y en una declaración publicada en su página de Facebook poco después de que los dos líderes se reunieran durante unas tres horas en la base militar conjunta Elmendorf-Richardson, en Anchorage, Alaska.
Inicialmente planificada como una reunión privada entre Trump y Putin, la cumbre se amplió para incluir al secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio; al enviado especial Steve Witkoff; y a dos funcionarios rusos: el ministro de Relaciones Exteriores, Sergey Lavrov, y el asesor de asuntos exteriores, Yuri Ushakov.
Trump —quien más tarde admitió que no se había llegado a ningún acuerdo para poner fin a la guerra— saludó calurosamente a un sonriente Putin, quien fue el primero en hablar en la rueda de prensa posterior al encuentro. Esta concluyó sin que ninguno de los líderes respondiera preguntas, y ambos se dirigieron directamente a sus respectivos aviones.
En una entrevista con Sean Hannity de Fox News antes de abordar el Air Force One para su vuelo de regreso, Trump instó al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy —quien fue excluido de la cumbre— a “llegar a un acuerdo”.
Putin ha mantenido una postura maximalista en el conflicto, exigiendo que Ucrania ceda al menos cuatro regiones orientales —Luhansk, Donetsk, Jersón y Zaporiyia— además de Crimea, que Rusia invadió por primera vez en 2014.
En 1994, Rusia —junto con EE.UU. y el Reino Unido— se comprometió a respetar la soberanía de Ucrania a cambio de que esta entregara unilateralmente su arsenal nuclear heredado de la era soviética.
Aunque “lo peor no ocurrió” y “quienes defienden la libertad y a los ciudadanos inocentes de Ucrania no fueron traicionados” mediante concesiones anunciadas de territorio ucraniano, el arzobispo Gudziak señaló que “la causa de la libertad, la justicia y la paz no avanzó”.
Describió a Putin —quien ha calificado la caída de la Unión Soviética como “la mayor catástrofe geopolítica del siglo”— como un “criminal de guerra genocida” que “habla explícitamente de sus intenciones agresivas de reconquistar los países que se liberaron del yugo soviético ateo”.
La invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia —lanzada en 2022, con ataques iniciados desde 2014— ha sido acusada de violar múltiples instrumentos del derecho internacional, incluida la Carta de las Naciones Unidas, las Convenciones de Ginebra y la Convención sobre el Genocidio. Diversos informes han documentado atrocidades generalizadas cometidas por las fuerzas rusas contra soldados y civiles ucranianos.
Según las autoridades ucranianas, Rusia ha deportado sistemáticamente al menos a 19,546 niños ucranianos durante el conflicto, sometiéndolos a una “reeducación patriótica” destinada a borrar su identidad ucraniana, poniéndolos en riesgo de abuso y adopción forzada por familias rusas. Se teme que la cifra real sea mucho mayor. La comisionada rusa para la infancia, Maria Lvova-Belova —quien, junto con Putin, enfrenta una orden de arresto de la Corte Penal Internacional por estas transferencias forzadas— ha admitido que unos 700,000 niños ucranianos están bajo custodia rusa.
Citando a dos funcionarios no identificados de la Casa Blanca, Reuters informó que durante la reunión del 15 de agosto, Trump entregó personalmente a Putin una carta de su esposa Melania —de origen esloveno, quien no asistió a la cumbre— en la que se planteaba la cuestión de los niños ucranianos secuestrados.
Sin embargo, el arzobispo Gudziak señaló que “las discusiones desganadas no llevaron a ninguna concesión por parte del agresor”.
Por el contrario, afirmó que “habiendo ordenado otra oleada de bombardeos mortales el mismo día de la cumbre, se le permitió (a Putin) posar junto al presidente de Estados Unidos frente al fondo de una rueda de prensa” que leía: “Buscando la paz”.
El arzobispo reflexionó también sobre la coincidencia de la reunión con la solemnidad del 15 de agosto, la Asunción de la Santísima Virgen María, conocida como la Dormición de la Theotokos entre los católicos y cristianos orientales.
“La oración de esta mañana en nuestra catedral, en la fiesta de la Dormición, fue una oración de confianza en el Señor y en la protección de la Madre de Dios”, dijo.
A pesar de la “gran ilusión de que los poderosos de este mundo determinan la historia” y de que ellos “deciden nuestro destino”, el arzobispo Gudziak subrayó:
“La verdad es que estamos en manos del Señor y su verdad prevalecerá”, afirmó, comparando la situación de Ucrania con la historia bíblica de David y Goliat.
El arzobispo también indicó que, pese a “la enorme expectativa” y “todo el alboroto sobre esta reunión, está claro que no pasó gran cosa, y eso providencialmente”.
Al mismo tiempo, advirtió: “Las cuestiones morales y geopolíticas fundamentales aún no están siendo afrontadas con seriedad ni por Rusia ni por Occidente”.
“Hasta que eso ocurra —concluyó— los ucranianos seguirán pagando el precio más alto”.