Al inicio de la reunión anual de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, el embajador del Papa Francisco invitó a reflexionar sobre el estado de la Iglesia: "¿Dónde estamos?" preguntó el arzobispo Christophe Pierre en su discurso a los obispos reunidos. "¿Hacia dónde vamos?"
A la primera pregunta, los obispos parecieron responder que consideran que es el momento de centrarse en asuntos internos relacionados con el gobierno y la unidad entre ellos. Aunque en la reunión se abordaron una serie de cuestiones culturales y políticas más amplias, su agenda pública estuvo dominada en gran medida por las preocupaciones internas, como las traducciones de los libros de oración, los presupuestos y los planes para las iniciativas pastorales, y la consideración de los candidatos a la santidad.
El indicador de la dirección futura ("¿Hacia dónde vamos?") más seguido fue la elección del secretario de la conferencia, el arzobispo Timothy Broglio, de 70 años, para un mandato de tres años como presidente de los obispos. Este nativo de Ohio es un antiguo diplomático del Vaticano que ha pasado los últimos 15 años dirigiendo la Archidiócesis de Servicios Militares de Estados Unidos.
Quizá la mayor sorpresa de la semana fue la elección de los obispos para la vicepresidencia: El arzobispo William Lori, de 71 años, de Baltimore.
Por segunda vez consecutiva, los obispos decidieron elegir a un vicepresidente que está demasiado cerca de la edad de jubilación obligatoria de 75 años, por lo que no podrá ser elegido como presidente dentro de tres años.
En las últimas décadas, la conferencia ha elegido a los vicepresidentes a la presidencia, con pocas excepciones. Una de ellas fue la última elección en 2019, cuando los obispos eligieron al arzobispo Allen Vigneron de Detroit, que entonces tenía 71 años, motivo por el cual no podía ser elegido presidente en esta última asamblea.
Varios obispos dijeron a Angelus que la edad del arzobispo Lori fue un factor en la votación, sugiriendo que su vicepresidencia fue una decisión deliberada por parte del cuerpo para evitar comprometerse con un solo líder más allá de los próximos tres años.
"¿Por qué tenemos que decidir eso ahora?", comentó un obispo en privado.
Otros, como el obispo Michael Sis de San Angelo, sugirieron que la planificación de la sucesión era lo más alejado de la mente de los obispos.
"Realmente no nos preocupa eso", dijo el obispo Sis a Angelus en una entrevista. "Ya hay suficiente continuidad a través del personal [de la conferencia] y los presidentes de los comités".
Sea cual sea el pensamiento colectivo, había otros indicadores sutiles de un cambio de época para la conferencia.
En el interior de la sala de reuniones, las largas hileras de mesas tipo aula se sustituyeron por otras redondas para fomentar lo que la conferencia denominó "diálogos fraternos". La mayor parte de la asamblea transcurrió a puertas cerradas en "sesión ejecutiva", fuera de los ojos de los invitados y de los miembros de los medios de comunicación. El número de sesiones a puertas cerradas fue mayor a las habituales.
Los cambios fueron bien recibidos por los obispos y se consideraron un reflejo de un estilo más acorde con el "Sínodo de la Sinodalidad" en curso y con el impulso del Papa Francisco de lo que él llama una Iglesia más "atenta".
Para los medios de comunicación católicos que asistieron, la reunión de este año fue la última en recibir una cobertura por aprte de Catholic News Service (CNS), la agencia de noticias de los obispos, que en mayo anunció que dejaría de operar en Estados Unidos a finales de año.
Una nueva agencia, dirigida por la editorial católica Our Sunday Visitor, con sede en Indiana, se lanzará en enero, con el objetivo de desempeñar un papel similar. Pero los signos de un mercado en retroceso para los medios católicos son difíciles de ignorar. Desde el anuncio de CNS, varios obispos han declarado que cerrarán sus publicaciones de noticias, destacando Catholic New York, el mayor periódico diocesano, que piblicó su último número la misma semana de la reunión de los obispos.
El presidente saliente de la conferencia, el arzobispo José H. Gómez, también puso la nota de cambio. En su discurso final a sus hermanos obispos, recordó una frase ya famosa del Papa Francisco: "La nuestra no es una época de cambios, sino un cambio de época".
"Nuestra sociedad se ha movido con fuerza y rapidez hacia un secularismo intransigente; las normas y los valores tradicionales están siendo puestos a prueba como nunca antes", dijo el arzobispo.
Afirmando que "las pruebas de esta época son espirituales", el arzobispo Gómez pidió nuevos esfuerzos para "abrir todas las puertas a Jesucristo, para hacer brillar su luz en todos los ámbitos de nuestra cultura y sociedad". También instó a "una estrategia pastoral audaz para comunicar el Evangelio, para utilizar todas las plataformas de los medios de comunicación para dirigir los corazones y las mentes hacia Cristo, para llamar a nuestra gente a ser grandes santos".
El presidente entrante, el arzobispo Broglio, dijo a la prensa que pensaba continuar con "el buen ejemplo" de liderazgo establecido por su predecesor. Evitó las preguntas sobre su propio historial, en concreto el tiempo que pasó trabajando para el difunto Secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Angelo Sodano, acusado de encubrir los abusos sexuales del ahora difunto padre Marcial Maciel Degollado, fundador de los Legionarios de Cristo.
"La retrospectiva siempre es 20/20", dijo el arzobispo Broglio, quien sugirió que su oficina no fue la única engañada por el sacerdote mexicano. "Muchas cosas que hemos aprendido ahora ciertamente no se sabían entonces".
La reunión de Baltimore supuso la primera vez que los obispos se reunían desde que el Tribunal Supremo de EE.UU. revocó el caso Roe v. Wade, un resultado por el que habían pasado años dirigiendo a los católicos estadounidenses en sus oraciones. Sin embargo, las elecciones de mitad de período celebradas una semana antes -en las que los defensores del aborto obtuvieron la victoria en cinco votaciones estatales relacionadas con el aborto- indicaron a algunos obispos que hay mucho trabajo por hacer para construir un consenso cultural que restrinja los abortos.
Los obispos también reconocieron las tensiones con el presidente Biden, el primer presidente católico de la nación en seis décadas. En declaraciones a los medios de comunicación tras su elección, el arzobispo Broglio se mostró abierto a reunirse con el presidente Joe Biden: "Si quiere reunirse conmigo, estaré encantado de hacerlo".
Si bien el aborto fue el tema más importante sobre el que se habló en la reunión, las esperanzas de los obispos sobre la dirección futura de la Iglesia parecían estar ligadas a su iniciativa de "renacimiento eucarístico" y al sínodo sobre la sinodalidad.
El precio del evento final del renacimiento, un congreso eucarístico nacional de tres días en Indianápolis en el verano de 2024, se redujo a la mitad, de 28 a 14 millones de dólares, gracias al apoyo de los donantes y a la recaudación de fondos, anunció el obispo Andrew H. Cozzens de Crookston, Minnesota, que dirige el comité de la USCCB que encabeza el renacimiento. El congreso promoverá peregrinaciones a Indianápolis desde cuatro lugares de Estados Unidos, dijo el obispo Cozzens.
Los obispos también recibieron información actualizada sobre el progreso del sínodo en curso sobre la sinodalidad. Después de más de 30.000 sesiones de escucha en todo Estados Unidos, el proceso se dirige ahora a su "fase continental" de consultas, compuesta por 10 reuniones de Zoom en las que participan delegados sinodales de Estados Unidos y Canadá.
"Aunque admitimos que el proceso no ha sido perfecto, hemos aprendido mucho y podemos hacerlo mejor en el futuro", dijo el obispo Daniel E. Flores, de Brownsville (Texas), que presentó un informe a los obispos sobre el proceso hasta ahora.
En su discurso a los obispos, el arzobispo Pierre elogió ambas iniciativas como oportunidades de evangelización. Dijo que la nueva fase continental del sínodo "exige discernimiento", pero reconoció que "finalmente, la Iglesia en los Estados Unidos está empezando a pensar y vivir de manera sinodal".
Reconociendo los retos e incertidumbres a los que se enfrentan la Iglesia global y los obispos en sus propias diócesis, el nuncio les advirtió que no se queden "encerrados en el 'pensamiento de crisis' y en el 'discurso de crisis'. "
"Si se mira la historia, en el designio providente de Dios, la Iglesia vive constantemente y sale de esas experiencias de angustia", les recordó. "Los momentos de crisis pueden permitirnos discernir la presencia del Señor y volver a centrarnos en la misión y en hacia dónde vamos juntos".