Analistas de políticas esperan un camino favorable para inmigrantes por parte del presidente estadounidense Joe Biden, quien firmó un trío de órdenes ejecutivas el 2 de febrero para revisar en gran parte de las directivas de inmigración de su predecesor y revertirlas. Pero aún no está claro cómo las cambiará.

El equipo de Biden parece estar explorando soluciones a corto y largo plazo para uno de los temas más controversiales del país: la inmigración legal e ilegal.

La administración anunció que comenzará con un grupo de trabajo para reunir a las familias separadas en la frontera y cambiar los sistemas de asilo e inmigración.

El grupo especial estará dirigido por Alejandro Mayorkas, confirmado por el Senado el 2 de febrero --y juramentado en el cargo el mismo día-- para ser el próximo secretario del Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU., lo que implica, en parte, llevar a cabo la agenda de inmigración de Biden.

Mayorkas es el primer inmigrante así como también el primer latino nombrado para un puesto de alto nivel en el gabinete.

El abogado de 61 años nació en La Habana y llegó a Estados Unidos de niño, cuando su familia huyó de Cuba y se dirigió a la Florida.

Se espera que la administración ordene un cambio de lo que los críticos de Trump consideran sus políticas más controversiales, incluyendo lo que se conoce como los Protocolos de Protección de Migrantes, o MPP.

La política mantenía a los solicitantes de asilo al otro lado de la frontera hasta que sus casos pudieran ser resueltos por las cortes de inmigración estadounidenses. A los que aún tengan casos pendientes no se les permitirá entrar y la política no se va a revocar inmediatamente. La administración ya no inscribirá a nuevos solicitantes de asilo en el programa, pero no está claro qué pasará con los que están esperando para presentarse en las cortes.

En teoría, las medidas de salud pública para mantener el COVID-19 fuera de los Estados Unidos mediante la expulsión de los migrantes que cruzan la frontera ilegalmente --una política puesta en efecto por los funcionarios de la administración Trump-- también parece que se mantendrán por el momento.

El tema más urgente para Biden es reunir a cientos de niños que siguen separados de sus familias. De abril a junio de 2018, la administración Trump estableció "una política de cero tolerancia" que separaba a los adultos que eran sorprendidos cruzando la frontera con niños, incluso si eran familiares o padres. Los adultos fueron procesados, detenidos y algunos deportados, y los niños se quedaron atrás en centros de detención.

No está claro el número exacto de menores que siguen separados de sus familias.

"Con la primera acción de hoy vamos a trabajar para deshacer la vergüenza moral y nacional de la Administración anterior, que literalmente, no figurativamente, arrancó a los niños de los brazos de sus familias en la frontera y sin ningún plan para reunificar a los que aún están bajo custodia y sus padres", dijo Biden durante una ceremonia en la Casa Blanca en la que firmó los decretos.

Biden dijo que la segunda orden "aborda las causas profundas de la inmigración en la frontera sur" y la tercera "ordena una revisión completa de las políticas administrativas dañinas y contraproducentes de la administración anterior".

Anna Gallagher, directora ejecutiva de la Red Legal Católica de Inmigración (Catholic Legal Immigration Network Inc.), dijo que aunque las acciones son bienvenidas, "las expulsiones y deportaciones de los solicitantes de asilo a los que no se les dio el debido proceso bajo la administración anterior continúan".

En una declaración del 2 de febrero, dijo que se necesita una acción urgente, en particular para los solicitantes de asilo, de inmediato, porque la gente sigue enfrentando la muerte y el peligro si no se les permite entrar.

"Esta visión debe convertirse en acción a partir de hoy, y las deportaciones de estos solicitantes de asilo deben detenerse", dijo.

Recientemente, un grupo de obispos, líderes católicos y organizaciones que trabajan a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México se acercaron para ofrecer su ayuda y su visión sobre la inmigración.

En una carta del 28 de enero dirigida a Biden, cinco obispos estadounidenses, junto con las Hermanas de la Misericordia, "Hope Border Institute" y otros grupos que firmaron, expresaron lo que dijeron haber visto durante sus labores: "el mismo agotamiento constante de la preocupación mutua, la desaparición de la compasión y el preocupante crecimiento del espíritu de indiferencia".

"Somos católicos que atendemos a los migrantes en la frontera entre México y Estados Unidos, inspirados por la invitación de Jesús de Nazaret a ser pacificadores y líderes servidores", según la carta. "En esta carta, encontrarán varias recomendaciones sobre las políticas, las cuales creemos que requieren atención urgente".

"Pero, lo que es más importante, les invitamos a unirse a nosotros en un camino de sanación, justicia y reconciliación, un proceso de profundo compromiso con aquellos a los que servimos en la frontera entre Estados Unidos y México, y con las comunidades de los países de los que ellos emigran".

La frontera, donde "los lazos nacionales de solidaridad y el estado de derecho han sido distorsionados y socavados", podría ser un buen lugar para sanar una nación, en la que "el miedo y la ansiedad pueden avivarse en un odio mortal hacia el prójimo, en armas de división y racismo y en la construcción de muros entre familiares y amigos", dice la carta.

Los prelados que la han firmado son: el arzobispo John C. Wester de Santa Fe (Nuevo México); el obispo Robert W. McElroy de San Diego; el obispo Mark J. Seitz de El Paso (Texas); el obispo Edward J. Weisenburger de Tucson (Arizona); y el obispo retirado Ricardo Ramírez de Las Cruces (Nuevo México).

"Sin embargo, somos gente de esperanza y sabemos que el Señor escucha el clamor de los pobres. Los encuentros humildes con los pobres y la atención a sus necesidades y aspiraciones convierten los corazones y ofrecen una visión capaz de motivar un nuevo tipo de política que requiere el momento actual", continuó.

Iniciar el proceso hacia una mejor política de inmigración, requiere ver a los que esperan entrar a Estados Unidos por la frontera como "hermanos y hermanas necesitados" y promulgar políticas que ayuden a los países de donde vienen.

Entre algunas de las recomendaciones sobre las políticas: restablecer el asilo en la frontera; dejar de lado las políticas centradas en la disuasión y "las estrategias de estilo militar" y en cambio reconocer "los derechos y la dignidad de los migrantes y solicitantes de asilo"; trabajar por una reforma de inmigración; y abordar los factores sociales y económicos que impulsan la migración.

Entre otros firmantes de la carta se encuentran la Iniciativa Fronteriza de Kino; Caridades Católicas del Sur de Nuevo México; la Hermana Norma Pimentel de Caridades Católicas del Valle del Río Grande; las Hermanas de la Misericordia de las Américas --Ministros de la Frontera y Defensores de los Inmigrantes; las Hermanas de la Misericordia de las Américas-- Laredo, Texas; el Centro Columbano para la Defensa y el Alcance a la Comunidad; y el Servicio Jesuita a Refugiados/USA.

"Necesitamos la gracia para soñar nuevos sueños, así como el arrepentimiento y la valentía para reconocer todas las formas en que nuestro país ha producido daño y sigue dañando a los migrantes y sus comunidades", dice la carta.