MIAMI -- El obispo de mayor rango de Florida está presionando a las autoridades locales, estatales y federales para que le concedan permiso para llevar la atención pastoral católica al ya infame centro de detención de inmigrantes "Alligator Alcatraz".
Inaugurado a principios de julio, en un momento de denuncias por las supuestas prácticas abusivas en varios centros federales de detención de inmigrantes, Alligator Alcatraz está situado en el Aeropuerto de Entrenamiento y Transición Dade Collier, a unos 90 kilómetros al oeste del centro de Miami.
El arzobispo de Miami, Thomas G. Wenski, ha declarado que hasta ahora se le ha denegado repetidamente el acceso a las instalaciones, tanto a él como al personal del ministerio penitenciario de la arquidiócesis, incluso durante una visita improvisada a la región que el arzobispo realizó el 20 de julio con más de 20 miembros del club "Knights on Bikes" de los Caballeros de Colón de Florida.
"Visitar a los presos es una de las obras de misericordia corporales y la Iglesia siempre lo ha hecho, pero en esta circunstancia concreta parece casi un esfuerzo intencionado por deshumanizar a estas personas", declaró el arzobispo Wenski a la edición de la Arquidiócesis de Miami del periódico The Florida Catholic el 22 de julio.
"Ofrecer la Misa es una oportunidad para humanizar al detenido, elevar su dignidad y también asegurarle que Dios no lo ha olvidado. Por eso el ministerio penitenciario es importante en cualquier contexto en el que haya personas detenidas o privadas de libertad, especialmente en este contexto", afirmó el arzobispo Wenski.
Añadió que se ha puesto en contacto con los funcionarios electos locales, junto con el director de la Conferencia Católica de Florida, con sede en Tallahassee, y otras personas, para solicitar privilegios de ministerio penitenciario en Alligator Alcatraz, pero que la situación se ha visto empañada por la confusión sobre qué organismo estatal o federal es responsable de las operaciones allí.
"Sigo esperando una respuesta", dijo el arzobispo. "Nuestro diácono Edgardo Farias (que dirige el ministerio penitenciario en la arquidiócesis) está listo y dispuesto para programar algo cuando alguien se ponga en contacto con él".
"También tenemos a Michael Sheedy, de la Conferencia Católica de Florida, en contacto con los funcionarios estatales, y el congresista Carlos Giménez ha seguido contactando en nuestro nombre. Pero hasta ahora nos han dado largas", dijo el arzobispo Wenski.
Sheedy es director ejecutivo de la Conferencia Católica de Florida.
El representante Giménez (republicano por Florida) representa al distrito congresional 28 de Florida, que se encuentra justo al sur de Alligator Alcatraz, pero no incluye las instalaciones. El centro de detención de inmigrantes se encuentra dentro del distrito 26 de Florida, representado por el representante Mario Díaz-Balart, también republicano.
El intento del arzobispo el 20 de julio de visitar a los detenidos fue una decisión improvisada que se añadió a una gira benéfica en motocicleta previamente programada a la cercana ciudad de Everglades, como parte de una excursión que el grupo había planeado después de la misa en una parroquia local. El arzobispo Wenski, quien es un ávido motociclista, dijo que el grupo se detuvo para rezar tras ser informados de que no podían acceder a las instalaciones.
"Encontramos un lugar para aparcar y rezamos juntos el rosario, terminando unas cinco décadas antes del mediodía. Fue una experiencia conmovedora para los Caballeros (de Colón) y para mí", dijo el arzobispo, añadiendo que, aunque no entró, "vi las imágenes que aparecieron en los medios de comunicación cuando el presidente y el gobernador pasaron por allí. Pero solo llegamos a la carretera de acceso a la prisión y el agente de la Patrulla de Carreteras de Florida nos dijo que no podíamos continuar. Aparcamos nuestras motos y rezamos el rosario allí mismo, pero los detenidos ni siquiera se dieron cuenta de que estábamos allí".
En un informe del 21 de julio, la organización Human Rights Watch, con sede en Nueva York, denunció que el hacinamiento y otras condiciones en varios centros de detención de inmigrantes de Florida violaban las normas internacionales y estadounidenses en materia de derechos humanos. Se mencionaban el Centro de Procesamiento de Servicios Krome North, cerca de Miami, el Centro de Transición Broward, en Fort Lauderdale, y el Centro Federal de Detención, en Miami.
En marzo, Krome, el centro de detención de inmigrantes más antiguo de Estados Unidos, llegó a albergar a más del triple de su capacidad operativa. Según el informe, a fecha de 20 de junio, el número de personas detenidas por motivos de inmigración en los tres centros de Florida era un 111% superior al nivel registrado antes de la toma de posesión del presidente Donald Trump.
"Los detenidos en tres centros de Florida relataron a Human Rights Watch que los agentes de detención del ICE y los guardias de empresas privadas los trataban de manera degradante y deshumanizante. Algunos permanecieron esposados durante largos periodos de tiempo en autobuses sin comida, agua, ni aseos en condiciones de funcionamiento; había un hacinamiento extremo en las celdas de detención, donde los detenidos se veían obligados a dormir en el frío suelo de hormigón bajo una luz fluorescente constante; y a muchos se les negaba el acceso a la higiene básica y la atención médica", se lee en el informe.
El arzobispo Wenski dijo que pudo visitar el centro de detención de Krome el Domingo de Pascua, tras una negativa inicial, y que celebró allí dos misas para unos 160 reclusos que se dividieron en dos grupos.
"Había más de 1.000 personas en Krome y no sé cómo seleccionaron a quienes podían asistir a Misa y a quienes no, pero tuve un grupo representativo en cada Misa porque, cuando hablé con ellos, eran de casi todos los países de América Latina y de un par de países de África", dijo el arzobispo. "No debería ser un problema irresoluble; los centros de detención han contado con servicios pastorales, incluso cuando hay detenidos haitianos en Guantánamo (centro de detención de la bahía de Cuba) hemos tenido sacerdotes que los visitaban".
Con algunos líderes eclesiásticos animando a sus poblaciones inmigrantes a considerar quedarse en casa si se sienten en peligro al asistir a la Misa dominical, el arzobispo Wenski dijo que sus propios párrocos están informando de una mezcla de respuestas por parte de los feligreses, pero que hasta ahora "el Gobierno de los Estados Unidos no ha invadido ninguna iglesia, por lo que se; lo han dicho ellos mismos -- que no han entrado a ninguna iglesia".
Añadió que hay mejores formas de gestionar la política de inmigración de Estados Unidos que la aplicación estricta de la ley y la expulsión.
"Tenemos que mirar más allá de la simple aplicación de la ley", dijo. "Tenemos que buscar otras formas de regularizar la situación de algunas de estas poblaciones, personas que no son delincuentes y que son trabajadores que intentan crear un futuro esperanzador para ellos y sus hijos".
"El presidente Trump dice que quiere controlar las fronteras y lo ha hecho; quiere expulsar a los malos actores y lo está haciendo. También dice que quiere la mejor economía del mundo, pero no se puede tener la mejor economía del mundo sin contar con la participación de los inmigrantes en la fuerza laboral. De lo contrario, ¿cómo se va a mantener el crecimiento de la economía?".
- - -
Tom Tracy escribe para OSV News desde Florida.