La Congregación para la Doctrina de la Fe ha instado a obispos estadounidenses proceder con cautela en sus discusiones sobre la formulación de una política nacional "para abordar la situación de católicos en cargos públicos que apoyan legislación que permite el aborto, la eutanasia, u otros males morales".
El cardenal Luis Ladaria, prefecto de la congregación, reiteró lo que manifestó a varios grupos de obispos estadounidenses durante sus visitas "ad limina" en 2019-2020, particularmente que "el desarrollo efectivo de una política en esta área requiere que el diálogo se dé en dos etapas: primero entre los obispos mismos, y luego entre obispos y políticos católicos pro-elección dentro de sus jurisdicciones".
En la carta al arzobispo José H. Gómez de Los Ángeles, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, el cardenal Ladaria también insistió: tal política no puede usurpar la autoridad de un obispo individual en su diócesis sobre el asunto; la política requeriría casi unanimidad; y sería "erróneo" presentar el aborto y la eutanasia como "los únicos asuntos graves de la enseñanza moral y social católica que exigen el máximo nivel de responsabilidad por parte de los católicos".
La carta, fechada el 7 de mayo y obtenida por Catholic News Service en Roma, señalaba que era en respuesta a una carta del arzobispo Gómez, informando a la congregación doctrinal que los obispos se estaban preparando para abordar la situación de políticos católicos y "la dignidad de recibir la sagrada Comunión".
El cardenal Ladaria advirtió que, sin la unanimidad de obispos, una política nacional, "dada su naturaleza posiblemente contenciosa", podría "convertirse en una fuente de discordia en lugar de unidad dentro del episcopado y la iglesia más grande en Estados Unidos".
El cardenal también sugirió que la discusión "sería mejor enmarcarla dentro del amplio contexto de la dignidad para la recepción de la Santa Comunión por parte de todos los fieles -- en lugar de solo una categoría de católicos -- reflejando su obligación de conformar sus vidas a todo el Evangelio de Jesucristo, mientras se preparan para recibir la Santa Cena".
Dada la importancia del tema, que va más allá de las fronteras de Estados Unidos, el cardenal Ladaria también expresó: "Se debe hacer todo lo posible para dialogar con otras conferencias episcopales, ya que esta política está formulada tanto para aprender unos de otros como para preservar la unidad en la iglesia universal".
La carta del cardenal también hacía referencia, por parte del arzobispo Gómez, a una carta que el entonces cardenal Joseph Ratzinger envió en 2004 al entonces cardenal Theodore E. McCarrick de Washington sobre los políticos católicos y la Comunión. La carta, expuso el cardenal Ladaria, tenía "la forma de una comunicación privada" dirigida a los obispos y debía leerse sólo en el contexto de la "Nota Doctrinal sobre cuestiones relativas a la participación de los católicos en la vida política".
Cuando los obispos estadounidenses hicieron sus visitas "ad limina" al Vaticano en 2004, el cardenal Ladaria dijo que "estaba claro que había una falta de acuerdo sobre el tema de la Comunión entre los obispos".
"En ese momento, no se estaba considerando el desarrollo de una política nacional, y el Cardenal Ratzinger ofreció principios generales sobre la recepción digna de la Sagrada Comunión con el fin de ayudar a los ordinarios locales en Estados Unidos en sus tratos con los políticos católicos pro-elección dentro de sus jurisdicciones", agregó.
"La carta del cardenal Ratzinger", dijo, "debe ser discutida sólo en el contexto de la Nota Doctrinal autorizada, que proporciona la enseñanza del Magisterio sobre el fundamento teológico de cualquier iniciativa relacionada con la cuestión de la recepción digna de la sagrada Comunión".
La nota de 2002 decía: "Aquellos que están directamente involucrados en los órganos legislativos tienen la 'precisa obligación de oponerse' a cualquier ley que ataque la vida humana. Para ellos, como para todo católico, es imposible promover tales leyes o votar por ellas."
Sin embargo, la nota de 2002 no mencionó la recepción de la Eucaristía.
La carta de 2004 del cardenal Ratzinger, que nunca fue publicada por el Vaticano, decía: "Con respecto al grave pecado del aborto o la eutanasia, cuando la cooperación formal de una persona se hace manifiesta -- entendida en el caso de un político católico en su campaña constante y voto a favor de las leyes permisivas de aborto y eutanasia -- su pastor debe reunirse con él e instruirle sobre las enseñanzas de la iglesia, informándole que no debe presentarse a la sagrada Comunión hasta que ponga fin a la situación objetiva del pecado y advirtiéndole que de lo contrario se le negará la Eucaristía".
"Cuando 'estas medidas cautelares no han surtido efecto o no han sido posibles', y la persona en cuestión, con obstinada persistencia, todavía se presenta para recibir la sagrada Eucaristía, 'el ministro de la Sagrada Comunión debe negarse a distribuirla'", escribió el cardenal Ratzinger, citando una declaración del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos sobre el tema de la Comunión para los católicos divorciados que se volvieron a casar civilmente.
Escribiendo al arzobispo Gómez, el cardenal Ladaria dijo que los obispos estadounidenses necesitan un "diálogo extenso y sereno" entre ellos y entre obispos individuales y políticos católicos en sus diócesis que no apoyan la plenitud de la enseñanza de la iglesia con el fin de comprender "la naturaleza de sus posiciones y su comprensión de la enseñanza católica".
Solo después de ambos diálogos, dijo el cardenal, la conferencia episcopal "enfrentará la difícil tarea de discernir el mejor camino a seguir para que la iglesia en Estados Unidos sea testigo de la seria responsabilidad moral de los funcionarios públicos católicos de proteger la vida humana en todas las etapas".
"Si luego se decide formular una política nacional sobre la dignidad para la Comunión, tal declaración debería expresar un verdadero consenso de los obispos sobre el asunto, al tiempo que se observa el requisito previo de que cualquier disposición de la conferencia en esta área respete los derechos de los ordinarios individuales en sus diócesis y las prerrogativas de la Santa Sede", dijo el cardenal, citando el documento de 1998 de San Juan Pablo II sobre las conferencias episcopales.
El cardenal Ladaria señaló específicamente el párrafo 22 del documento, "Apostolos Suos", que dice que las conferencias episcopales pueden publicar declaraciones doctrinales cuando son "aprobadas por unanimidad", pero "una mayoría sola" no es suficiente para su publicación sin la aprobación del Vaticano.
El cardenal también citó el párrafo 24, que dice que la conferencia episcopal no puede obstaculizar la autoridad de un obispo individual en su diócesis "sustituyéndolo de manera inapropiada, donde la legislación canónica no prevé una limitación de su poder episcopal a favor de la conferencia episcopal".