El día está nublado y silencioso cuando los feligreses llegan a la Iglesia de Nuestra Señora Reina de los Ángeles, en Newport Beach y son acogidos por el párroco, el Padre Steve Sallot, que lleva una sonrisa y un cuello romano inclinados de lado.

Aunque es la Misa de las 7 a.m., el flujo de automóviles y de personas es constante, tal vez porque es el domingo de Super Bowl y hay huecos por nivelar. O tal vez sea porque esta Misa y esta parroquia, estará vinculada por siempre a las últimas horas de la vida de Kobe Bryant.

Inmediatamente después de la muerte repentina de Bryant, que cobró también la vida de otras ocho personas incluida su hija Gianna de 13 años, en un accidente de helicóptero, ocurrido el 26 de enero, pronto se supo que Bryant se detuvo en la Parroquia Reina de los Ángeles, ubicada a un par de millas de su casa de Newport Coast. Acudió allí para tener unos momentos de reflexión y oración y se retiró apenas unos 10 minutos después de la misa de 7 am., para dirigirse rumbo al aeropuerto John Wayne.

El padre Sallot confirmó luego ante varios medios locales, que había visto a Bryant después de que él hubo orado en la capilla.
“Nos estrechamos la mano y vi que se había santiguado porque tenía todavía un poco de agua bendita en la frente”, dijo el padre Sallot. “Yo entraba por la misma puerta por la que él salía ... dijimos que fue una “jugada de la gracia”.

El jugador jubilado de la NBA Kobe Bryant y su hija Gianna, de 13 años, durante un juego en Las Vegas, el 27 de julio de 2019. (Catholic News Service / Stephe R. Sylvanie, USA Today Sports, Reuters)

Aunque Bryant era conocido por su disciplina (Mentalidad Mamba), por sus costumbres cosmopolitas (dar entrevistas en varios idiomas) y, sobre todo, por el amor, admiración y devoción hacia sus hijas (el hashtag de tendencia #GirlDad estuvo presente entre los tributos), el hecho de que Bryant tomara su fe tan en serio pareció tomar por sorpresa a muchos, inclusive a los medios de comunicación.

En un principio, los medios de comunicación pueden haberlo conocido como una estrella de la escuela secundaria Lower Merion, de Pensilvania, antes de que los Lakers lo reclutaran en un draft de la NBA, en 1996, pero dado que Bryant empezó a vivir en Milán, Italia, a los 7 años de edad, cuando su padre, Joe, jugó siete temporadas en la Liga italiana después de que su propia carrera en la NBA terminara en 1983, el catolicismo parece haber sido una parte tan natural de su vida como el baloncesto.

Bryant siempre estaba dispuesto a hablar sobre su fe con cualquiera que quisiera mencionarla o que quisiera escucharlo a él hablar del tema. Esto es algo que, según decía, formaba parte de él, tanto en sus mejores como en sus peores momentos.

Cuando dijo, por admisión propia, que él permitió que su vida quedara completamente fuera de control al ser acusado de violación en una habitación de hotel de Colorado, una de las primeras personas a quienes recurrió fue a un sacerdote católico y le dijo a la revista GQ: “Lo que realmente me ayudó durante ese proceso fue hablar con un sacerdote”.

El día después de su último partido para la NBA, que fue un día en el que anotó 60 puntos, él le dijo a un periodista de ESPN que celebró levantándose temprano, tomando una taza de café y yendo a la iglesia.

“Estuve yo, solo”, dijo. “Después de 20 años, creo que es importante dar gracias”.


Un memorial improvisado que se colocó el 27 de enero en memoria del ex guarda de los Lakers de Los Ángeles, Kobe Bryant, que murió con su hija Gianna, de 13 años (David Amador Rivera)

En 2001, Bryant se casó con su esposa, Vanessa, ella también de religión católica, en la Iglesia de San Eduardo el Confesor, en Dana Point. El Padre Sallot dijo que él y Kobe habían conversado sobre su deseo de recibir el sacramento de la confirmación en el futuro.

Aunque todo esto puede haber sorprendido a algunos, ciertamente no sucedió así con los parroquianos de Reina de los Ángeles que conocían a Bryant y lo consideraban como un miembro asiduo y entusiasta de esa comunidad de fe, como alguien que asistía regularmente ahí, muchas veces entrando discretamente cuando la procesión de entrada iba ya a mitad de camino en su recorrido por el pasillo central, alguien que se sentaba en la parte de atrás y salía antes de que la procesión de salida regresara, para no ser una distracción.

El feligrés Dominic Picarelli dijo que él había visto frecuentemente a Bryant durante los últimos 16 años, en la playa, en los juegos de baloncesto para niños. Dijo que quizá lo que más le impresionaba de Bryant era haberlo visto asistir constantemente, sesión tras sesión, al proceso de dos años de preparación para la Primera Comunión de su hija Natalia y del hijo de Picarelli, Ethan.

“Él estuvo siempre allí. Siempre. Siempre presente para sus hijos”, dijo Picarelli. “El carácter de un hombre siempre puede evaluarse por la forma en que trata a los niños. Él mostraba tanta paciencia cuando estaba cerca de niños… Nunca tuve la oportunidad de decirle eso; lamento, no haberlo hecho”.

Durante su homilía, Mons. Wilbur Davis, conocido como el Padre Wil, habló con las personas ahí reunidas —entre quienes se encontraba un hombre que vestía un jersey negro con el nombre de Bryant impreso en dorado— sobre la fiesta de la Presentación del Señor, aquella ocasión en la que Cristo fue presentado en el Templo. Les recordó que somos “esencialmente ciudadanos del cielo, que es nuestro destino final”, para el cual, como en la época de Cristo, hay que prepararse mediante el sacrificio y la práctica cotidiana de la propia fe.

Picarelli pudo observar eso en Bryant durante aquellos dos años de compromiso con la preparación para la Primera Comunión de su hija, a la cual asistía frecuentemente sin que se notara su presencia.

“Sé que la mayor parte de la gente lo recordará por haber anotado 81 puntos”, dice Picarelli. “Yo sólo recuerdo que él fue un papá excelente”.


Los obispos de la Arquidiócesis de Los Ángeles y de la Diócesis de Orange celebran una ceremonia de oración después de la Misa en la Basílica Papal de San Juan de Letrán, en Roma, el martes 28 de enero. En el extremo izquierdo está el obispo, nativo de Los Ángeles, Joseph V. Brennan de Fresno. (Anthony Johnson)

Cuando la noticia de la tragedia empezó a inundar las redes sociales, un grupo de jugadores jóvenes de baloncesto y sus padres, que esperaban noticias en la Academia de Deportes Mamba, en Thousand Oaks, cayeron de rodillas. En cuestión de horas, los obispos del sur de California, que se encontraban en una peregrinación a Roma, se enteraron de las noticias y ofrecieron sus oraciones.

“Fue muy triste escuchar la noticia de la trágica muerte de #KobeBryant esta mañana”, tuiteó el arzobispo de Los Ángeles, José H. Gómez, pocas horas después del accidente. “Estoy orando por él y por su familia. Que descanse en paz y que nuestra Santísima Madre María les dé consuelo a sus seres queridos. #KobeBryantRIP”.

El Arzobispo Gómez se había encontrado por primera vez con Bryant en 2011, poco después de convertirse en Arzobispo de Los Ángeles, cuando fue invitado a una práctica del equipo de los Lakers en El Segundo.

Casi una década después, el ávido fanático del baloncesto se reunió con sus hermanos obispos de los condados de Los Ángeles y Orange para una ceremonia de oración por las víctimas del accidente en la capilla del Santísimo Sacramento, de la Basílica Papal de San Juan de Letrán.

“Si hubiéramos estado en Los Ángeles o en Orange, probablemente habríamos estado presentes en algunas de las ceremonias de oración”, explicó el obispo auxiliar Timothy Freyer, de Orange. “Queríamos que nuestra gente, especialmente las familias de las víctimas, supieran que están en nuestros corazones. Pensamos que el hecho de reunirnos y de tener una ceremonia de oración sería una manera de ofrecer algo de consuelo durante este momento difícil”.

El obispo Freyer se enteró del accidente el domingo por la noche, en Roma, a través de una serie de mensajes y correos electrónicos que recibió la víspera de la semana de reuniones que tendrían en el Vaticano.

Los sacerdotes asignados a esa parroquia a lo largo de los años habían compartido con el obispo Freyer cómo la humildad de Kobe había sido una fuente de inspiración para ellos.

“Frecuentemente él se esperaba hasta que la procesión de entrada había avanzado por lo menos una parte del camino, en su recorrido por el pasillo central y sencillamente entraba y se dirigía a una de las bancas de atrás, para no distraer a la gente”, dijo el Obispo Freyer en una entrevista que dio en el Pontificio Colegio Norteamericano de Roma. “Él quería que la gente se concentrara en la presencia de Cristo, no en su propia presencia ahí”.

El Obispo Freyer piensa que Bryant merece crédito por haber mostrado la misma extrema determinación, tanto en la cancha de baloncesto, como cuando hizo “todo lo que pudo de su parte para salvar su matrimonio”.

“La práctica de la fe no sólo tenía el fin de salvar su matrimonio”, dice el obispo Freyer. “Creo que también era para él una manera de acercarse él mismo a Cristo, y posiblemente de atraer a cualquier persona, en cualquier estado en el que se encontrara, ya fuera en estado de gracia, ya fuera en un estado de problemas, de desaliento, de problemas familiares, de pecado, para que, ellos también, siguieran su ejemplo, volvieran a la Iglesia y se arrojaran a los pies de Cristo”.

El Arzobispo José H. Gómez fue invitado a una práctica del equipo de los Lakers, poco después de su llegada a Los Ángeles, en 2011. (Foto de archivo de Todd Tamberg / The Tidings)

Las personas del Centro Paulino de Estudios de Medios en Culver City tuvieron un momento especial de reflexión. La hermana Rose Pacatte publicó una historia corta en Pauline.org acerca del día en que Bryant los visitó, en 2004.

“Me hubiera gustado haber estado en casa ese día. ...Él estaba buscando un rosario especial para su esposa, Vanessa. Según cuenta la hermana que estaba allí, los otros clientes se detenían y lo miraban con asombro, en lo que él circulaba discretamente por la tienda”.

Las hermanas recuerdan que la visita se produjo poco después de que se retiraran las acusaciones de su caso por violación, en Colorado. Él y la parte acusadora llegarían más adelante a resolver el caso civil fuera de los tribunales, lo cual incluía una disculpa pública por parte de Bryant.

“Bryant finalmente compró dos rosarios muy bonitos ese día”, escribió la hermana.

“Cuando dio media vuelta para irse, una pequeña dama con aspecto de abuela se acercó a él y levantó la vista hacia arriba.
“‘Señor Bryant?’

“‘Sí, señora’, Respondió mirando hacia abajo para encontrarse con su mirada.

“‘Sólo quiero que sepa’, dijo solemnemente, ‘que rezo por usted’.

“Él se detuvo momentáneamente y dijo: ‘Gracias, señora’.

La hermana Nancy Usselmann, Hija de San Pablo y directora del Centro Paulino, dice que las historias que se publican en redes sociales en un tiempo como éste pueden beneficiar a la gente, en muchos niveles.

“Creo que es importante cuando una celebridad como Kobe se relaciona profundamente con su catolicismo, y qué gran influencia puede tener eso para bien de una cultura que a menudo enfatiza lo negativo y sensacional de la vida de las celebridades”, dijo.

“Esta historia y todas las historias que están apareciendo sobre él en redes sociales muestran a un hombre lo suficientemente humilde como para ser consciente de que tener toda la fama y la fortuna de esta vida, nunca es suficiente para saciar los anhelos y los deseos más profundos de la humanidad”, añade. “Nosotros anhelamos algo más. Así estamos hechos. En último término y de manera incondicional, anhelamos a Dios, ya sea que le prestemos atención a esa hambre interior o que no lo hagamos.

“El catolicismo expresado por Kobe deja eso en claro, en un mundo que trata de ocultar esa hambre. Las redes sociales pueden ser el medio para transmitir con rapidez este mensaje”.

La hermana Usselmann considera que esa pérdida puede ayudar a la gente a enfrentar el miedo a la muerte con más honestidad.

“Es difícil comprender el ‘por qué’ de una muerte tan trágica de una celebridad, pero creemos que, también en esto, Dios tiene un plan”, dice la hermana Usselmann a Angelus News. “El hecho de que él haya estado en la iglesia poco antes de ese vuelo es un gran consuelo que nos habla de que, incluso a pesar de los errores de nuestro pasado, Dios se acerca a nosotros y anhela hacernos suyos, y de que aprovechará toda oportunidad para acercarnos a él. Sólo necesitamos escucharlo. Afortunadamente, Kobe escuchó”.

Kobe Bryant atrapa un rebote durante un partido contra los Boston Celtics, el 17 de junio de 2010. (Foto CNS / Robert Hanashiro-USA TODAY Sports vía Reuters)

Las publicaciones en redes sociales también echaron un vistazo al pasado, a entrevistas que Bryant ofreció durante sus 20 años de carrera como jugador.

Una de ellas fue un videoclip de él, realizado en 2006, en donde es entrevistado por el presentador de ESPN Stephen A. Smith, quien le preguntó qué es lo que había aprendido del episodio de acusación por agresión sexual.
“Dios es maravilloso”, dijo Bryant.

“¿Tan simple como eso?” lo presionó Smith.

“Dios es maravilloso. No hay nada más simple que eso, hermano”, respondió, frunciendo los labios.

“Todo el mundo sabe eso”, le respondió Smith, “pero del modo en que lo sabes ahora, ¿lo sabías ya antes de que ocurriera ese incidente?”
Bryant inclinó la espalda de un modo que de algún modo traslucía una serena confianza.

“Puedes saberlo todo cuanto quieras”, dijo, “pero hasta que tienes que levantar esa cruz que no puedes cargar y él la levanta por ti y te lleva a ti y a la cruz, entonces lo sabes verdaderamente”.

Muy apropiadamente, las cruces fueron de los artículos que se dejaron con más abundancia en el improvisado memorial en su honor, en la plaza LA Live frente al Staples Center y que parecía extenderse más, día con día, a base de flores, globos, pelotas de baloncesto, animales de peluche, ilustraciones e incluso mensajes personales garabateados en las baldosas de la plaza.


Un póster depositado en el improvisado memorial, en la plaza Live de Los Ángeles, frente al Staples Center, incluye el versículo bíblico de Juan 11,25. (Tom Hoffarth)

Los íconos de temática católica incluían grandes velas en vaso con imágenes de Jesús, de San José con Jesús o de la Virgen de Guadalupe. Se colgaron también rosarios en las fotos de la familia de Bryant.

Un rosario de cuentas blancas brillaba como si el sol que lo tocaba, lo llenara de luz.

Un poster distribuido por un fan tenía una foto de Kobe y Gianna Bryant con el versículo bíblico de Juan 11, 25: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá”.

Lee Zeidman, presidente de Staples Center, L.A. Live y Microsoft Theatre, dijo que la esposa de Bryant, Vanessa, los contactó y les preguntó si la familia podía quedarse con esos artículos. Zeidman dijo que los catalogarían y se los enviarían después de que fueran recogidos el domingo 2 de febrero por la noche.

Uno de los fans, al reflexionar acerca de todo este acontecimiento, dijo que no podía evitar pensar en un pasaje de Mateo 25.

“Entonces, Kobe era el GOAT (por sus siglas en inglés: el más maravilloso de todos los tiempos), ¿verdad?” dijo. “Hay un versículo bíblico acerca de cómo algún día todos seremos separados, las ovejas de las cabras. Las ovejas van al cielo, ¿verdad? ... Pero si Kobe era la CABRA , oye, tal vez podrían hacer una excepción con él”.

El Editor en Jefe Pablo Kay también contribuyó a esta historia.