El clero de la Arquidiócesis de Los Ángeles (ADLA) está lejos de ser inmune a los desafíos que hay en estos días para obtener las vacunas contra el coronavirus.

Mons. John Moretta, de la iglesia Resurrection (de la Resurrección), en Boyle Heights puede ahora contar su historia con algo de sentido del humor.

El hombre de 79 años se ríe cuando le dice a la gente: Yo esperaba que al entrar, alguien me pediría mi identificación para ver si podía demostrar que yo tenía más de 65 años... pero nadie lo hizo”.

Pero llegar allí no fue tan divertido para él. Trató de registrarse en línea, sólo para ver que su información se borraba del formulario una y otra vez al intentar conseguir una cita para su primera dosis.

Finalmente logró fijar la cita para su primera dosis de la vacuna en enero. Luego, el día después del Miércoles de Ceniza, cuando Mons. Moretta llegó al Dodger Stadium (Estadio de los Dodgers) para su segunda dosis, pasó tres horas sentado en su automóvil en lo que los organizadores se apresuraban a evaluar si tenían suficientes dosis para administrarlas a la gente. Finalmente la obtuvo.

A pesar de todo, la experiencia no lo ha disuadido de insistirle a sus feligreses, que forman parte de uno de los vecindarios de Los Ángeles más afectados por el COVID-19, que sigan su ejemplo: que sean persistentes, que pidan ayuda y que no tengan miedo.

“Lo publiqué todo en las redes sociales, en el boletín, en nuestro sitio web. Le estamos pidiendo a la gente que vaya y yo les doy mi propio ejemplo”, dijo Mons. Moretta, quien celebró el mes pasado sus 29 años como párroco de la iglesia (Resurrection) de la Resurrección. “Algunos de ellos no se sienten con la confianza necesaria como para recibir la vacuna. Sé que los sistemas de registro realmente no son fáciles de usar.

“Pero ahora me siento al cien por ciento. Estoy listo para seguir adelante y me he sentido muy contento desde mi primera dosis. Me trajo mucho alivio”.

Hasta el 22 de febrero, el condado de Los Ángeles había administrado alrededor de 1.7 millones de dosis de la vacuna COVID-19, de las cuales, aproximadamente 500,000 fueron segundas dosis. California sigue siendo el estado con más muertes relacionadas con el COVID.

Monseñor José H. Gómez recibe la segunda dosis de la vacuna Pfizer COVID-19 en providence Saint John's Medical Center en Santa Mónica el 11 de febrero. | VÍCTOR ALEMÁN.

En su propio vecindario, Mons. Moretta ha impulsado a la gente a que se vacune en lugares que van desde la farmacia CVS del lugar, hasta el icónico edificio antiguo de la Torre Sears, así como también en el campus de Cal State Los Ángeles y en el Centro Médico Keck de la USC.

El Padre Chris Ponnet es el capellán de Keck y del Centro Médico de la USC del condado de Los Ángeles. Él piensa que fue él el primer sacerdote de la ADLA en ser vacunado con una dosis de la vacuna de Pfizer, a finales de diciembre

Además de proteger su propia salud y la de sus compañeros capellanes al momento de estar administrando los sacramentos a los que están débiles y enfermos, el Padre Ponnet también ha predicado acerca de la importancia de recibir las vacunas.

“Sentí que era muy importante publicar mis fotografías, invitar a otras personas que, lamentablemente, pueden tener miedo y estar diciendo cosas negativas”, dijo él, que perdió a su sobrina de 52 años a causa del virus. “Esto no es algo solamente profesional, sino muy personal. Es importante ser un testigo y decir que éste es un acto que es parte de un ministerio provida”.

Hace casi un año, Mons. John Barry, párroco de la Iglesia American Martyrs (de los Mártires Estadounidenses), en Manhattan Beach, sobrevivió a su propio y desconcertante combate con el COVID-19. No obstante, el hombre de 83 años fue uno de varios miembros del clero de diferentes denominaciones de South Bay, que aceptaron un ofrecimiento del Torrance Memorial Hospital para recibir la vacuna de Pfizer.

El hospital dijo que recibió una exención para los miembros del clero local que trabajan como voluntarios en el hospital, con el fin de poder ayudar a su capellán titular, cumpliendo de este modo con la definición de trabajadores para la salud.

Aunque los médicos de Mons. de Barry le dijeron que él ya había acumulado suficientes anticuerpos para luchar contra el virus en el futuro, el hecho de recibir la vacuna fue una cuestión de confiar en los consejos de ellos.

“El Papa Francisco anima a todos a vacunarse”, dijo Mons. Barry, que está en la parroquia American Martyrs (de los Mártires Estadounidenses) desde 1983. “Sin embargo, respeto la decisión de quienes piensan de manera diferente. No tengo ningún problema con las personas que cuestionan la vacuna. Quiero que la gente sepa que yo apoyo la vacuna pues confío en la ciencia”.

Mons. Jim Bevacqua, párroco desde 2008 de la Iglesia Holy Name (Santo Nombre), de Glendale, dijo que él no experimentó ninguna “culpa católica” por vacunarse a la edad de 62 años, aunque que experimentó escalofríos durante un día después de la segunda inyección.

El sacerdote terminó recibiendo su vacuna en un hogar local de convalecientes por medio de un exceso de suministro de la vacuna que de otro modo habría sido descartado.

“La realidad es que, por lo que leí, hay muchas vacunas sin usar y, lamentablemente, hay desigualdades en las comunidades pobres y desfavorecidas, lo cual es totalmente incorrecto”, dijo. "Ciertamente yo no me sentía con derecho a obtener una”.

Gran parte del trabajo de los sacerdotes, señaló el padre Lawrence Santos, se realiza trabajando en el “frente”, por las visitas a los enfermos, la escucha de confesiones y la celebración de las Misas.

“Estamos en estrecho contacto con muchas más personas que cualquier persona que pueda trabajar de forma remota y quedarse con su familia. No me avergüenza haber sido vacunado. Siento que estamos haciendo esto como un acto de caridad también para proteger a otras personas”.

El Padre Santos, que en septiembre pasado se convirtió en párroco de la iglesia de St. Genevieve, de Panorama City durante el encierro, debido a la pandemia, dijo que tiene la suerte de vivir a poca distancia de un centro médico Kaiser Permanente. El hombre de 57 años y su vicario fueron vacunados a causa del trabajo sacramental que desempeñan allí.

“Cuando recibimos la vacuna, yo lo publiqué en Facebook y lo destaqué durante la Misa y en nuestro boletín”, dijo el Padre Santos. “La gente me hace preguntas al respecto. Nosotros continuamos todavía siguiendo los protocolos, usando las máscaras y todo, pero ahora le tenemos menos miedo al virus”.

El Arzobispo José H. Gómez y el obispo auxiliar Alex Aclan recibieron, ambos, sus dos dosis de la vacuna Pfizer en el Providence Saint John's Health Center (Centro de Salud Providencia San Juan), en Santa Mónica, que ha asumido un papel proactivo en lograr que los sacerdotes de la arquidiócesis sean vacunados.

La hermana Margarita Rico, de las Siervas de María, dijo que pudo programar citas para 82 sacerdotes, muchos de los cuales están ahora jubilados en las instalaciones de vida asistida de Nazareth House (Casa Nazaret) en Los Ángeles, lugar en el que ella trabaja.

“Estamos muy agradecidos con el personal de Saint John (San Juan) por esta bendición y regalo y me sentí orgullosa de los sacerdotes que asistieron”, dijo ella, quien enfrentó su propio combate con el COVID-19 a fines del año pasado y recibió una vacuna a mediados de febrero.

“Los considero trabajadores esenciales, que interactúan con la gente en las visitas domiciliarias que hacen para impartir los sacramentos. Es fundamental que todos ellos reciban la vacuna. Algunos tienen muchas condiciones de salud subyacentes.

“Tal vez el departamento de salud los colocó en una categoría diferente, la de aquellos que sólo viven una vida espiritual, pero eso es algo muy esencial para los seres humanos”.