Cuando Alisa De Los Santos, de la Iglesia St. Mary Magdalen, de Camarillo, empezó a preparar la participación de su parroquia en la fase local del Sínodo sobre la Sinodalidad, ella descubrió algo. Antes de ayudar a organizar las múltiples “sesiones de escucha” sinodales multiculturales de su parroquia, se dio cuenta de que, en primer lugar, ella misma tendría que esmerarse mucho en la escucha.
“Es maravillosa la manera en la que aprendemos unos de otros, pero fue una lección de humildad para mí el recordar que tenemos que preguntarle a la gente qué es lo que más favorece que exprese sus caminos de fe, aquello que les cuesta y lo que les provoca alegría, y darme cuenta de que se necesitan espacios específicos para tener estas conversaciones”, dijo De Los Santos sobre el proceso, que ha abarcado los últimos ocho meses.
Al reflexionar sobre esta parroquia, que consta de unas 4,000 familias y en la cual se celebran regularmente Misas en inglés, español y vietnamita y en donde también se habla tagalo entre los miembros de su comunidad filipina, De Los Santos dice que le pareció sorprendente el modo en que “algunos podían estar divididos sobre ciertos temas, pero se dieron cuenta de que podían sentarse en torno a una mesa sin que se desencadenara, necesariamente, un debate.
“Ellos pudieron escuchar opiniones diferentes a las suyas, la tensión podía estar presente y no escalar, tomaríamos notas luego y, al final, todo estaría bien”.
El proceso empezó en octubre pasado, cuando el Papa Francisco abrió un proceso global de escucha y discernimiento de dos años: “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”.
Fue entonces cuando la Arquidiócesis de Los Ángeles empezó a conectarse con sus más de 280 parroquias en cinco regiones pastorales, así como también con otros grupos que reflejan la diversidad de la población de la iglesia local. Eso incluyó un sínodo de mujeres líderes latinas en la Universidad Loyola Marymount, al igual que sesiones para diáconos y mujeres religiosas de la arquidiócesis.
Una Misa vespertina que tuvo lugar el 5 de junio, en la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles, en Pentecostés, marcó el cierre oficial de la fase diocesana del sínodo. Ésta ofreció también la oportunidad de reflexionar sobre lo que ha ido surgiendo.
El vicecanciller, el padre Parker Sandoval, que forma también parte del “comité directivo” del sínodo local, dijo que una de cada dos parroquias organizó sesiones de escucha, reuniendo a más de 18,000 participantes. Ahora, su equipo está encaminado a completar la siguiente fase: redactar una “síntesis” final de las aportaciones de las cinco regiones que se le presentará a la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, a finales de junio. Eso se incluirá en un informe nacional que se enviará luego a la fase continental del sínodo, antes de ser enviado a Roma en 2023.
La tarea de elaboración de una síntesis a nivel regional ha recaído en personas como el diácono Chris Amantea, asistente regional de la Región Pastoral de San Fernando. Él, el obispo auxiliar Alex Aclan y algunas personas más terminaron de redactar recientemente el informe de su síntesis regional a partir de los comentarios provenientes de las diversas sesiones parroquiales de escucha.
El diácono Amantea describió como “una lección de humildad y un proceso iluminador el hecho de poder leer y ‘escuchar’ las voces” de los participantes del sínodo en su región.
Dijo que los comentarios fueron sintetizados de un modo que “fue verdaderamente representativo y reflejó la realidad de lo que se escuchaba, sin limitarse únicamente a las experiencias positivas, sino anotando también las que son desafiantes y negativas”.
El informe de la arquidiócesis será publicado en su sitio web para el sínodo, a finales del verano, y los informes regionales, como el de San Fernando, probablemente antes. Se ha alentado también a las parroquias a que compartan sus propios informes con sus feligreses.
La coordinadora del comité directivo de la Arquidiócesis, Karen Luna, dijo que algunas parroquias comentaron haber disfrutado tanto el proceso que quieren seguirse reuniendo regularmente para continuar con los diálogos.
“Creemos que el hecho de empezar cada sesión con una oración y una reflexión sobre el Evangelio le proporcionó a la gente una sensación de seguridad y afinidad que ayudó al diálogo”, dice Luna, quien también coordina el Ministerio de Adultos Jóvenes para la Oficina de Educación Religiosa de la arquidiócesis. “Otra gracia fue esa capacidad de honrar a la comunidad en medio de la pandemia, y el hecho de encontrar espacios facilitados por la tecnología fue un elemento importante, especialmente en el caso de los adultos jóvenes”.
El padre Justin Claravall, SJ, párroco asociado de la Misión Dolores en el centro de Los Ángeles, dice que muchos de sus feligreses participaron también en una campaña de escucha para L.A. Voice, una red local de organización comunitaria basada en la fe. Dice que los participantes tenían que recordarse a sí mismos que este sínodo tenía que ver menos con los resultados que con la capacidad de escucha.
“El sínodo fue valioso porque fortaleció las relaciones entre nosotros mismos, y el Cuerpo de Cristo pudo ejercitar su tejido conectivo para darle brillo a sus miembros”.
En la Iglesia de Nuestra Señora de la Paz, de North Hills, la organizadora del sínodo, Lorena Soriano, dijo que el “entusiasmo y la honestidad” de los feligreses suplieron una participación menor a la que se esperaba.
“Creo que los grupos se sienten escuchados y confían en que este proceso será valioso siempre que la parroquia continúe recorriendo el camino sinodal”, dijo Soriano. “El consenso común fue —y cada grupo lo expresó así— que debemos seguir hablando y que empecemos ya a hacer algunos cambios”.
En la Misa de Clausura del Sínodo del 5 de junio, el Arzobispo José H. Gómez calificó la fase del sínodo local como “un maravilloso momento para reflexionar más profundamente sobre nuestra vida de discípulos y sobre nuestra responsabilidad por la misión de la Iglesia. Creo que eso es exactamente lo que el Santo Padre pretendió con ella”.
La hermana Darlene Wen, miembro de la comunidad Lovers of the Holy Cross, de Los Ángeles quien trabaja como enfermera de cuidados intensivos, habló al final de la misa sobre lo que aprendió al ayudar a facilitar una sesión de escucha por Zoom para las religiosas de la arquidiócesis, diciendo que esto destacó tres cosas para ella.
“Una, ¿existen diferentes opiniones en la Iglesia y éstas parecen a veces estar en polos opuestos? Sí.
“Dos, ¿podemos estar tan aferrados a nuestras opiniones que olvidemos a veces a la persona que existe detrás de los problemas? Sí.
“Tres, pero todas estas diferencias, ¿no provienen de corazones que, en último término, buscan genuinamente a Cristo y buscan llevarlo a los demás? Sí”.
Tom Hoffarth es un periodista galardonado con sede en Los Ángeles.