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Reliquia de Carlo Acutis conmueve cárcel de Los Ángeles

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El comandante Roel García lleva 30 años en el Departamento del Sheriff del Condado de Los Ángeles.

Pero como católico practicante, apenas tiene unos 10 meses.

Nada, cree él, lo había preparado para lo que presenció la mañana del 20 de octubre en la Cárcel Central de Hombres de Los Ángeles.

“No tengo palabras, fue increíble”, dijo, describiendo la escena en el espacio opaco y sin ventanas, ubicado en lo más profundo de la cárcel y conocido como la Capilla Tres Mil.

García anticipaba un evento más similar a las sencillas misas dominicales o la liturgia navideña anual del penal. Pero ese lunes por la mañana, cuando un capellán ingresó con la reliquia sagrada de un nuevo santo católico —un adolescente italiano llamado Carlo Acutis—, lo que siguió fueron casi tres horas de risas, lágrimas y expresiones de gozo entre unos 70 internos, agentes y oficiales de custodia.

“Hablé con algunos reclusos después, y no tenían idea de a qué venían”, relató García. “Pensaban que iba a ser una misa común”.

La parada de la reliquia en la cárcel fue una adición inesperada a la gira de una semana por parroquias de la Arquidiócesis de Los Ángeles, donde miles de fieles hicieron fila para pedir gracias y milagros a Acutis, quien nació en 1991 y murió de leucemia en 2006.

Mientras escuchaban historias de la vida de Acutis, cantaban juntos en la misa y se turnaban para venerar un pedazo de su tejido cardíaco, la diferencia entre recluso y agente parecía desvanecerse.

García describe la cárcel de Los Ángeles como “uno de los lugares más tristes de nuestro sistema penitenciario”. Una de las más grandes del mundo, ha sido criticada por sus condiciones precarias y ha enfrentado múltiples llamados a su cierre.

Figueiredo bendice a un recluso sosteniendo el relicario con el pericardio de Acutis en su frente. (Reese Cuevas)

La visita fue idea de Mons. Anthony Figueiredo, un sacerdote británico ordenado en Nueva Jersey que trabajó bajo tres papas en Roma. Actualmente radicado en Asís, Italia (donde está enterrado Acutis), recorre el mundo promoviendo la devoción al joven santo, un adolescente aficionado a los videojuegos, conocido por su amor a la Eucaristía y a los pobres.

Un mes antes, Figueiredo había recibido a un grupo de peregrinos de Los Ángeles en Asís, en vísperas de la canonización de Acutis en Roma. Dijo que sintió el llamado del propio Carlo para visitar a los encarcelados mientras estaba en Los Ángeles.

“Carlo nos lleva adonde él quiere ir, no al revés”, afirmó. “Y él abre puertas y corazones”.

Figueiredo coordinó la visita a través de Gonzalo De Vivero, responsable del ministerio de Justicia Restaurativa de la Arquidiócesis de Los Ángeles, quien luego se acercó a García durante una ceremonia de graduación en otra cárcel.

Desde ahí, todo avanzó rápidamente —mucho más rápido de lo que De Vivero, con 28 años de experiencia en pastoral carcelaria, imaginaba.

“Pasaron muchas cosas que normalmente no pasan, y sucedieron de forma muy rápida y sencilla”, contó a Angelus, incluyendo la cancelación de clases para los internos esa mañana y las autorizaciones para varios grupos carcelarios.

García, que supervisa programas especializados dentro del sistema de custodia del departamento del sheriff, hizo que se anunciara la misa por toda la Cárcel Central.

“Queríamos que participaran quienes realmente quisieran estar”, explicó. “No obligamos a nadie”.

Agentes del sheriff rezan durante la Misa en la Capilla Tres Mil, el 20 de octubre. (Reese Cuevas)

Durante su homilía en la cárcel, Figueiredo instó a los reclusos a no ver sus condenas como un final, sino como una oportunidad para comenzar una vida nueva, centrada en la renovación y la redención.

Después de todo, Acutis también tuvo que enfrentarse a una noticia desgarradora: un diagnóstico terminal de leucemia a los 15 años.

“La leucemia de Carlo fue una especie de condena, pero él la enfrentó sin miedo porque confiaba en que la vida continúa con Dios”, les dijo Figueiredo.

El sacerdote también compartió su propio testimonio, incluyendo cómo vivir con una discapacidad en la mano —relacionada con el uso del medicamento para embarazadas talidomida, hoy prohibido— lo acercó más a Dios.

“Estaba tan apasionado por San Carlo. Su forma de comunicar era tan cercana”, comentó García.

Después de la misa, los presentes pudieron rezar personalmente con la reliquia. En una fila ordenada, pasaron uno por uno: primero los reclusos, luego los agentes. Figueiredo preguntaba el nombre de cada uno y luego presionaba el relicario dorado —que contiene el pericardio de Acutis— contra su frente, dedicando al menos 15 segundos por persona.

“Vi a hombres adultos sonreír”, recordó García. “Se podía ver una paz en su expresión al alejarse. Nunca había visto eso [en una cárcel] antes”.

Quizás la mayor sorpresa del día vino por parte de los oficiales penitenciarios.

“Cuando entré y miré alrededor, vi que mi equipo estaba involucrado”, contó García. “A medida que avanzaba la celebración, vi cómo se unían tanto el personal como los internos”.

“En ese momento, nadie distinguía quién era recluso y quién era agente”, dijo la capitana Cynthia Bearse, otra funcionaria del sheriff en la cárcel. “Todos sentimos que simplemente estábamos en misa juntos”.

La capitana del Sheriff del Condado de Los Ángeles, Cynthia Bearse, habla con Mons. Figueiredo antes de la misa del 20 de octubre en la Cárcel Central de Hombres de LA. (Reese Cuevas)

De Vivero también quedó conmovido por la fe de los agentes.

“Hubo una enorme devoción por parte de los oficiales que realmente me tocó el corazón”, confesó.

La visita marcó la primera vez que una reliquia de Acutis llegaba a un centro penitenciario. García cree que, para su equipo, la visita llegó en el momento justo, al lugar justo.

“Hay tanta tristeza de ambos lados”, explicó. “Estás tratando con internos que están ahí por todo tipo de situaciones, lidiando con sus propios traumas. Y nosotros tratando de mantener el orden, con un personal sobrecargado que también enfrenta sus problemas personales mientras cuida a los reclusos”.

Unos días después del servicio en la cárcel, García se encontró nuevamente frente a las reliquias de Acutis. Esta vez, en una misa en español repleta en la parroquia St. Thomas the Apostle. Observó cómo padres —en su mayoría madres— alzaban a sus hijos con discapacidad para que fueran bendecidos con la reliquia.

“Fue la misa más hermosa a la que he asistido”, aseguró. “Lloré el 85 % del tiempo. Y desde entonces, no dejo de hablar de ambas misas”.

La aparición de Acutis en la cárcel también fue providencial para García. Apenas unos meses antes había recibido su primera Comunión y la Confirmación tras completar el proceso de Iniciación Cristiana de Adultos en la parroquia St. Andrew en Pasadena.

El padre Mario Torres, párroco de St. Thomas the Apostle, muestra la reliquia de San Carlo Acutis a alumnas de la secundaria Bishop Conaty-Our Lady of Loretto el 21 de octubre. (Foto cortesía)

Mientras tanto, Bearse —también católica— espera asistir al Jubileo de los Reclusos el próximo mes en Roma, inspirada por lo vivido en la capilla. El evento reunirá a responsables de justicia restaurativa de todo el mundo en el Vaticano, incluyendo una misa especial con el Papa León XIV.

Más allá del impacto personal que significó en su camino de fe, García espera que la visita de Acutis inspire una mayor atención a la pastoral penitenciaria, tanto dentro como fuera de los muros.

“Tenemos una gran oportunidad de acompañar a los hombres y mujeres que están bajo nuestro cuidado”, afirmó. “Y contamos con maravillosos voluntarios que vienen aquí a servirles”.

“Así que démosles esa oportunidad. Facilitámosles el camino para que puedan ayudar”.

La fotógrafa Reese Cuevas colaboró con esta nota.

Pablo Kay
Pablo Kay es el redactor en jefe de Angelus.
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Pablo Kay

Pablo Kay es el redactor en jefe de Angelus.