El Papa Francisco se ha enfocado recientemente a ampliar el papel de los laicos en la Iglesia Católica, mediante la publicación de su constitución apostólica “Praedicate evangelium” (“Predicar el Evangelio”) del 19 de marzo, y haciendo un llamado a los sacerdotes de las comunidades religiosas que tienen escasez de integrantes, para que preparen a los laicos, con el fin de que los ayuden en la tarea de la evangelización.

Durante muchos siglos, los laicos católicos han encontrado su carisma a través de la pertenencia a órdenes laicas, coloquialmente conocidas como “terceras órdenes”, una antigua vocación que está resurgiendo desde el comienzo de la pandemia de COVID-19.

Aunque muchas personas asocian el término “vocación” con el llamado al sacerdocio, a la vida religiosa o al matrimonio, pocas están familiarizadas con las asociaciones de laicos que prometen seguir las enseñanzas de una orden religiosa, pero viviendo en el mundo.

Es una vocación que ha llegado a personas como Nieva Alix, de Panorama City. En 1974, Alix estaba en formación en una orden religiosa de Filipinas cuando conoció a la Madre Teresa. Alix recuerda que se sintió inmediatamente atraída por el sencillo estilo de vida de la Madre.

Antes de hacer sus votos perpetuos, Alix dejó la orden para transformarse en voluntaria de la orden de la Madre Teresa, las Misioneras de la Caridad, y fue invitada a unirse a ellas en la ciudad de Nueva York, donde pasó 13 meses.

“Esto no es para ti”, le dijo la Madre Teresa. “Tal vez las Misioneras Laicas de la Caridad serían una buena opción para ti si quieres vivir nuestra forma de vida”.

Ahora que tiene 70 años, Alix se está preparando este mes para hacer su voto de por vida con las Misioneras Laicas de la Caridad.

Durante muchos siglos, estos grupos de “terciarios” (también conocidos como “terceras órdenes”, “órdenes laicas” u “órdenes seculares”) han cautivado a católicos atraídos por el carisma, la misión o la espiritualidad de una comunidad monástica en particular, pero sin sentirse llamados a ser sacerdotes, monjes o religiosas. En muchos tiempos y lugares, los grupos como ésos son los que han colmado ese deseo especial.

Según el derecho canónico, las órdenes laicas están “bajo la dirección superior del mismo instituto [religioso]” y “están sujetas a la vigilancia de la autoridad eclesiástica competente, que debe cuidar de que se preserve en ellas la integridad de la fe y de la moral”.

Las partes interesadas pasan por un período de discernimiento y formación, que, a menudo dura varios años, antes de hacer un compromiso formal y de por vida.

Aunque las terceras órdenes han existido durante siglos, parecieron cobrar y transmitir una nueva vida durante los últimos dos años de la pandemia de COVID-19. Según VISION Vocation Network, un instrumento de la Conferencia Nacional de Vocaciones Religiosas que rastrea las estadísticas sobre aquellos que buscan información sobre las vocaciones religiosas católicas y las comunidades laicas/seculares, la pertenencia a órdenes laicas va posiblemente en camino de ser la que tuvo una mayor cantidad de consultas en 2022, más que en ninguno de los cinco años pasados.

Patrice J. Tuohy, editor de VISION Vocation Network, dice que el reciente aumento en las consultas va de acuerdo con una tendencia pandémica más amplia de gente que reconsidera su vida, buscando “opciones” que le den más sentido.

“Las terceras órdenes son ciertamente un camino a considerar si la gente no puede o no está interesada en ingresar de lleno en la vida religiosa o en una comunidad religiosa”, explicó Tuohy.

Muchas iglesias se vieron obligadas a cerrar o a cambiar su ministerio y su área de difusión de acuerdo a las cambiantes pautas de salud, pero los miembros de las órdenes laicas del área de Los Ángeles han encontrado maneras de superar las interrupciones, de apoyar a sus comunidades locales y de orar silenciosamente por la salvación y la sanación del mundo.

Misioneros de la caridad

Uno de esos grupos es el de los Laicos Misioneros de la Caridad, fundado en 1984 por la Madre Teresa y el Padre Sebastián Vazhakala MC, en Roma. A sus miembros se les pide que estén disponibles para servir a los “más pobres de los pobres de todo el mundo” y que “trabajen por la salvación y la santificación de los miembros de sus propias familias”. Los miembros hacen votos privados anuales de castidad, pobreza y obediencia.

Como la mayoría de los miembros de esta orden laica que hablaron con Angelus, los Misioneros Laicos de la Caridad con sede en Los Ángeles se reunieron a través de Zoom durante la pandemia, pero han reanudado ya sus reuniones mensuales en persona.

“Si las hermanas necesitan algo para su comunidad, tratamos de proporcionárselos”, explica Alix. Ella cita el ejemplo de una pareja que, como una manera de vivir su carisma, prepara comidas para vecinos y personas que están confinadas en casa.

“Trato de ayudar a la gente en todo lo que puedo. Orando con ellos, hablándoles, invitándolos a la iglesia”, dice ella.

Orden Seglar de Carmelitas Descalzos

La oración, la comunidad y el servicio son también la base de la Orden Seglar de los Carmelitas Descalzos (OCDS), que se ha guiado por la Regla de San Alberto de Jerusalén desde el siglo XIII. Esta regla incluye instrucciones para que los carmelitas “vivan una vida de lealtad a Jesucristo”.

Una amiga invitó a Cheryl Enerio, de Long Beach, a explorar la posibilidad de unirse a la orden laica contemplativa. “Fui a su ceremonia de promesa definitiva y fue así como conocí a algunos de los miembros”, dice ella.

Con el pleno apoyo de su familia, Enerio entró en la primera etapa de formación, o “aspirantado”, en preparación para usar el Escapulario café de Nuestra Señora del Monte Carmelo. Enerio tomaba clases mensuales, estudió a los santos carmelitas y se comprometió a realizar las oraciones diarias, a asistir a la misa y a las reuniones mensuales. Continuó su formación durante casi ocho años. “Fui orando a través de todo el proceso, me confesaba con mucha frecuencia y perseveré en las clases. Las demás personas de la comunidad nos ayudaron también”, recuerda ella.

Aunque los miembros de la comunidad solían ir a diferentes iglesias para hablar sobre la espiritualidad carmelita antes de la pandemia, la orden ha tratado de mantenerse presente virtualmente en su comunidad, solicitando peticiones e intenciones de oración.

Benedictinos

Los directores espirituales como el padre Francis Benedict, OSB, el director de oblatos de la Abadía de San Andrés en Valyermo, han tenido una gran demanda desde 2020. “He brindado mucho asesoramiento pastoral a personas que están deprimidas debido a la pandemia. Los conflictos humanos se han exacerbado debido al aspecto solitario de la pandemia o al aislamiento que ésta ha provocado”, le dijo el sacerdote benedictino a Angelus.

El Padre Benedicto aprecia mucho el acompañar de cerca en su recorrido a los miembros laicos de su comunidad. Como todas las órdenes laicas, los oblatos adoptan una rutina de oración y de lectura espiritual, pero el Padre Benedict enfatiza que hay mucha flexibilidad en esto.

“Los alentamos a hacer más de lo que harían si no fueran oblatos, pero también a encontrar lo que funciona para ellos… Sabemos que la vida moderna tiene muchas variables que no podemos controlar por completo”.

Los oblatos benedictinos de todo el sur de California se reunieron en la iglesia de Santa Catalina en Riverside el 7 de mayo. Tres nuevos novicios oblatos fueron formalmente "investidos" en la reunión. A la derecha, el Abad Damien Toilolo, abad de la Abadía de San Andrés en Valyermo. (Foto Oblatos benedictinos)

La autora y directora educativa Elizabeth Seward describió a la abadía como la columna vertebral de su vida.

“Es mi hogar espiritual. Incluso voy a ser enterrada allí”, dijo Seward. “Otra cosa de los benedictinos que me gusta mucho es su hospitalidad. [Está] la hospitalidad hacia la gente —ellos hablan de recibir a un visitante como si se tratara de Cristo— pero también la hospitalidad hacia otras ideas y otras maneras de pensar y de hacer las cosas”.

Después de que el esposo de la Hon. Mary Fingal Schulte (retirada), el Hon. comisionado, Thomas Schulte (retirado), falleció inesperadamente en 2019, ella buscó consuelo en la comunidad de la Abadía de Saint Andrew. “Quiero mucho a estos hombres”, dice Schulte. “Son amigos queridos para mí. Después de la muerte de Tom, ellos me cuidaron con más dedicación y también a nuestro grupo de oblatos”.

Schulte y su esposo se unieron al grupo de oblatos, conmovidos por la “calidad de los retiros que tienen y por el ritmo de su vida de oración”. Cuando llegó la pandemia, Schulte dijo que ella trató de apoyar a los monjes a través de llamadas telefónicas, de obsequios, de donaciones y de participación en retiros por Zoom. “Aunque los monjes están en comunidad... ellos verdaderamente disfrutan que venga la gente. La situación fue difícil para ellos”, explica ella.

Schulte escribió sobre cómo el hecho de ser oblata la ayudó a prepararse para “vivir en un ‘monasterio de una sola persona’”: “Como oblata, estoy llamada a lo que se describe como ‘un proceso interminable de integración’, es decir, a hacer una consagración de mi tiempo, a buscar una simplificación de mi vida, lo cual implica una simplificación de mis horarios, y a ‘despejar tiempo para Dios’... He aprendido a estar más en sintonía con Dios, que me habla así, dentro de su silencio, a través de todos y todo lo que me rodea”.

Norbertinos

Paul Michelini, gerente de proyectos, fue nombrado recientemente presidente de la orden laica en St. Michael's Abbey, en Silverado. Michelini conoció a su esposa en un grupo de adultos jóvenes dirigido por un sacerdote norbertino, y la pareja le pidió a él que fuera testigo de su matrimonio. Empezaron a asistir a las celebraciones de la abadía y años más tarde ya estaban en camino de unirse a la orden.

“Me sentí muy a gusto como para seguir adelante”, dijo. “Esto te proporciona un marco de referencia para ayudarte a seguir avanzando”.

Aun cuando el Vaticano informa de la disminución del número de vocaciones y del impacto de los esfuerzos misioneros por COVID-19, Michelini señala a su floreciente comunidad. “Ellos tuvieron tantas vocaciones que estaban rechazando a los jóvenes que querían ser sacerdotes... Actualmente tienen 39 seminaristas”.

Dominicos

“Los últimos dos años han sido tanto un desafío como una bendición para nuestros capítulos. Como resultado de esto, nuestros miembros se han acercado más unos a otros y a Dios”, le dijo a Angelus Denise Harvey, presidenta de la Provincia Occidental del Laicado Dominicano. Los miembros han cuidado unos de otros y de sus comunidades locales durante la pandemia, orando, ayudando a los ancianos y ayudando a los vecinos necesitados.

Denise Harvey es presidenta de la Provincia Occidental del Laicado Dominicano. (Foto enviada)

Harvey reconoció que los dominicos suelen asociarse más con la enseñanza y la predicación, “pero pocos nos asocian con ser contemplativos”, dice ella.

Sin embargo, la profunda devoción del grupo a la Eucaristía, a nuestra Santísima Madre y al rosario ejercen atracción sobre los miembros laicos. Y durante la pandemia, muchos de nuestros miembros que son enfermeros y trabajan en primera línea dentro de la pandemia llevaron su carisma a los hospitales.

“Ellos fueron realmente puestos a prueba. Conozco a una enfermera que estaba bautizando gente en el hospital… Y continuaron llevándole la fe a la gente y dándoles esperanza a sus pacientes, no sólo por medio de un cuidado corporal, sino también de un cuidado espiritual, cuando éstos no podían ser acompañados por sus familiares”.

Franciscanos

John L. Murphy, proveniente del área de Los Ángeles, es un franciscano laico en formación con un enfoque académico en estudios franciscanos, que proviene de una familia de tercera orden y de religiosos franciscanos.

“Cuando uno crece en Los Ángeles, cuenta con el perdurable legado de las hermanas y hermanos de Francisco, el fundador”, dice él. El enfoque franciscano en el Evangelio es lo que más le intriga.

“La insistencia franciscana en que el Evangelio y la vida se entrelazan para producir alimento y sustento es alentadora, especialmente en tiempos de ‘sequía interna’. Más allá del romántico estereotipo del fundador, él y sus seguidores nos guían hacia un camino exigente, aleccionador, alegre y contracultural”.

Franciscanos laicos de todo el sur de California en un reciente picnic regional. (Foto Tinh Le)

Aunque los miembros de las órdenes laicas de Los Ángeles no quieren dar la impresión de que el hecho de unirse a una de ellas es un requisito necesario para la santidad, ellos son testigos de cómo esto les ha ayudado.

“Todos estamos llamados a la santidad. Fuimos creados para ser santos. No se trata de algo destinado a unos cuantos; es para todos”, enfatiza Harvey. “La razón por la que la gente se une a la orden —y creo que a cualquier orden— es para tener una relación más profunda con Jesús y con la Iglesia”.

Tuohy espera que el énfasis que el Papa Francisco pone en el papel de los laicos, y su búsqueda de los jóvenes —un grupo demográfico creciente de quienes se interesan por las órdenes religiosas— podría dar lugar a un aumento de la membresía en las terceras órdenes durante los próximos años.

“A la gente le gusta mucho lo que ofrece la vida religiosa: un enfoque más centrado, saber cómo tomarse su tiempo para discernir y tomar decisiones sabias, estabilidad y simplicidad”, dice ella. “Esas son virtudes realmente atractivas para todos. Cuanto más invitamos a todos a compartir nuestra mesa, más vemos que esto puede reforzar esas prácticas entre un porcentaje mucho más amplio de la población”.

Alison Nastasi es una periodista de arte y cultura, autora y artista, que vive en Los Ángeles.