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Nuevos sacerdotes de LA 2025: Quoc Vo

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El 31 de mayo, el arzobispo José H. Gomez ordenará a ocho nuevos sacerdotes para la Arquidiócesis de Los Ángeles en la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles.

En los días previos a su ordenación, los iremos presentando uno por uno.

Edad: 40
Ciudad natal: Vietnam
Parroquia de origen: Our Lady of Loretto Church, Los Ángeles
Asignación parroquial: St. Joseph the Worker Church, Winnetka

Cuando Quoc Vo era niño, su madre lo llevaba a Misa diaria.

A las 4 de la mañana. Todos los días.

Comenzó a fijarse en el sacerdote, y su madre le preguntó si algún día le gustaría ser uno.

“Le dije, ‘No, no. No quiero despertarme todos los días a las 4 a.m.’”, recuerda Vo.

Años después, su madre se enfermó, y nadie lograba determinar la causa. Fueron en peregrinación al santuario de Nuestra Señora de La Vang, en Vietnam. Poco después, descubrieron que tenía un tumor.

Su madre fue operada, y su abuela —no católica, pues la familia paterna era budista— fue a cuidar de Vo y su hermano mayor. Al ver el altar familiar con imágenes de Jesús, María y José, la abuela rezó por la sanación de su nuera, sin saber sus nombres, dirigiéndose a ellos simplemente como “señor” y “señora”.

Conmovido por ese gesto, Vo también hizo una promesa: si Dios salvaba a su madre, él sería sacerdote.

Su madre se curó.

Pero como suele pasar: promesa hecha, promesa olvidada.

Vo creció, fue a la universidad y estudió para ser maestro. “Olvidé mi promesa”, confesó.

Durante una boda a la que asistió con amigos no católicos, todos quedaron impresionados por la belleza de la Misa. A Vo le impactó profundamente el rol del sacerdote al unir a dos personas en el sacramento del matrimonio.

Recordó su promesa.

Su tío le sugirió que se hiciera sacerdote en Estados Unidos, pero a los 25 años, obtener una visa parecía casi imposible.

Sin embargo, Vo y su madre tomaron un autobús a Saigón. Llegaron frente a la catedral en la madrugada y decidieron ir a Misa antes de la entrevista consular.

Le dieron la visa en el primer intento. Nadie lo podía creer.

Comenzó en el Seminario Mount Angel, en Oregon. Desde el inicio fue duro. No soportaba la comida —hamburguesas y pizza— ni el clima —siempre lluvioso y nublado—. Le costaba hacer amigos.

Después de un par de años, decidió tomarse un descanso de dos años, durante los cuales tomó clases y mejoró su inglés.

Se sentía desanimado y pensó en regresar a Vietnam. Pero Dios le envió ayuda.

“Estaba confundido, sin esperanza, de verdad”, dijo Vo. “Pero por suerte conocí a algunos sacerdotes que se hicieron amigos míos. Me dijeron: ‘Hablemos, salgamos, compartamos tiempo juntos.’ Y me devolvieron la esperanza.”

Uno de ellos le sugirió postular a la Arquidiócesis de Los Ángeles. Fue aceptado en el Queen of Angels Center for Priestly Formation, y luego pasó al Seminario St. John’s.

El cambio de entorno funcionó. Le encanta el clima. Ahora disfruta las hamburguesas y la pizza. Y está listo para servir en la arquidiócesis, con un corazón especialmente orientado hacia dos grupos.

Uno son los enfermos y confinados en casa, inspirándose en lo vivido con su madre.

“Cuando voy a ellos, les llevo la Comunión, y veo su felicidad”, dijo. “No somos doctores. No podemos ayudarlos físicamente. Pero muchos se alegran de ver llegar al sacerdote.”

También quiere animar a los jóvenes a regresar a la Iglesia y a considerar la vocación religiosa.

“Se suele pensar que ser sacerdote es aburrido”, comentó. “Pero no es así. Es todo lo contrario. Así que animo a los jóvenes que sienten el llamado de Dios: inténtenlo. Dios los guiará con esperanza.”

Vo aprendió una gran lección aquel día en que sus amigos sacerdotes lo animaron a volver al seminario:

“Dios te enviará a las personas que necesitas. A veces, la esperanza no nace en tu corazón, sino que viene de quienes te rodean.”

Mike Cisneros
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Mike Cisneros