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El 31 de mayo, el arzobispo José H. Gomez ordenará a ocho nuevos sacerdotes para la Arquidiócesis de Los Ángeles en la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles.

En los días previos a su ordenación, los iremos presentando uno por uno.

Edad: 28
Ciudad natal: Ciudad de México
Parroquia de origen: St. Cornelius Church, Long Beach
Asignación parroquial: Resurrection Church, Boyle Heights

La familia de Jorge Moncada no era precisamente católica practicante. Nacido y criado en la Ciudad de México, Jorge creció yendo a Misa solo tres veces al año: Navidad, Pascua y Miércoles de Ceniza.

Pero eso no le impidió tomar las camisas de vestir de su papá cuando era niño y usarlas como si fueran una casulla sacerdotal. Ni cortar flores del jardín de su abuela —mucho para su disgusto— para andar bendiciendo a la gente.

Viendo hacia atrás, Moncada reconoce que Dios lo llamaba desde temprana edad, a pesar de no haber tenido un contacto cercano con la Iglesia.

“La Escritura dice que él nos conoce desde el vientre materno,” dijo Moncada. “Conoce toda nuestra vida de principio a fin. Creo que ahí empezó todo: ‘Tú me perteneces. Te estoy apartando. Aún no lo sabes, pero esto te va a pasar.’”

En 2008, él y su mamá se mudaron a Oxnard, dejando a su papá y hermanas en México. Incluso ahí, a miles de kilómetros, Dios encontró la forma de acercarlo a la fe.

Descubrió que un compañero de clase era monaguillo, y eso le llamó la atención. Así que se ofreció como monaguillo en su parroquia, Santa Clara Church en Oxnard. Luego se integró a más ministerios: lector, sacristán, coro…

Los feligreses comenzaron a notar su presencia.

“Veían a este joven y me preguntaban: ‘¿Has pensado en ser sacerdote?’” recordó Moncada. “Y creo que esa sola pregunta fue como... tal vez sí. Tal vez el Señor me está llamando.”

Ya en la preparatoria, comenzó a discernir seriamente el sacerdocio. Estaba casi decidido a entrar al seminario.

¿El problema? Sentía que le faltaba experiencia de vida.

Entonces se inscribió en Thomas Aquinas College, pensando que después de cuatro años tendría mayor claridad: o bien confirmaría su vocación, o terminaría con un título —y una esposa.

La respuesta llegó antes de lo previsto, al final de su tercer año de universidad. Asistía a la boda de un amigo y se puso en los zapatos del novio. ¿Sería feliz así? Amor, matrimonio, hijos, transmitir la fe…

Muy feliz.

“Pero luego empezó a hablar el sacerdote y algo me dijo en la cabeza: ‘Ponte en sus zapatos. ¿Qué tan feliz serías tú?’” dijo Moncada. “Y en ese momento sonreí, sentí algo ardiendo en el corazón, abrí los ojos y dije: ‘Eso es. Eso quieres, Señor.’”

Uno de sus mayores retos ahora es que el día solo tiene 24 horas... y él es extrovertido. Le encanta conversar con la gente, involucrarse en sus vidas y en la vida parroquial. También ama la comida, los mariachis y los paisajes hermosos.

“Me encanta ir a todos lados,” dijo Moncada. “Estar con la gente. Así que creo que lo más difícil será no tener tiempo suficiente para estar presente en todo, y eso también se tiene que aprender.”

Debido a las dificultades y separaciones que ha vivido en su propia familia, Jorge se siente agradecido con las familias que lo han acogido durante su formación. Espera poder acompañar a muchas más en su ministerio.

“Soy bendecido porque hay muchas personas que rezan por mí, que han apoyado mi camino,” dijo. “Ver sus oraciones hacerse realidad, ver los frutos, es algo hermoso.

“Y soy llorón, así que sé que va a ser muy emotivo llegar a este paso del sacerdocio.”

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Mike Cisneros