Las restricciones por el COVID-19 demostraron ser una inesperada bendición para la novena anual de la Arquidiócesis de Los Ángeles por la sanación de los abusos, ya que los servicios de oración en línea atrajeron a muchos más participantes que las liturgias presenciales de los años anteriores.

Tan sólo uno de los servicios tuvo 850 vistas en vivo, superando con creces los servicios presenciales de años anteriores, dijo Heather Banis, la psicóloga clínica que se desempeña como coordinadora del ministerio de asistencia a las víctimas. Al parecer, la posibilidad de orar virtualmente permitió que la gente que duda en hacerse notar por su asistencia presencial, participara así de manera anónima. Estas personas también pueden optar por identificarse a sí mismas y escribir sus comentarios.

“La transmisión en vivo te ofrece toda la gracia y el espacio que necesitas”, dijo Banis.

“Unidos en oración - Novena para la prevención y sanación del abuso infantil” se transmitió en vivo del 22 al 30 de abril desde ocho parroquias y desde el Seminario St. John. Todos los obispos auxiliares de la arquidiócesis participaron en ella, así como también todos sus seminaristas.

La novena incluyó oraciones por todas las víctimas de abuso infantil, pero la atención se centró en aquellos que sufrieron el abuso por parte del clero católico.

Se ofrecieron peticiones por las víctimas, por sus familias, por los terapeutas, por los líderes de la Iglesia, por los maestros, por los ministros de jóvenes y, especialmente, por aquellos que murieron por un suicidio relacionado con el abuso: “Que encuentren la paz eterna en el abrazo de su Dios amoroso”.

El diácono Michael Masteller, cuya ordenación sacerdotal está programada para el próximo mes, dirigió la reflexión en la Hora Santa, durante la noche inaugural que tuvo lugar en el Seminario St. John. Él centró su reflexión en el deseo de Jesús de ofrecer la sanación.

“Jesús era inocente, pero sufrió para poder traer sanación, paz y esperanza a los inocentes que sufren”, dijo.

Durante varios años, Masteller se ha conmovido con las presentaciones de Banis a los seminaristas, especialmente cuando ella hizo que escucharan a un hombre que había sido abusado sexualmente por un sacerdote.

“Fue algo que realmente me ayudó a pasar de considerar el tema como un mero asunto, a verlo como una realidad, una realidad personal”, dijo.

Al mismo tiempo, se enteró de todo lo que la arquidiócesis y la Iglesia en general han hecho durante dos décadas para detener el abuso sexual por parte del clero, dijo.

Al participar de la liturgia, “lo que conmovió mi corazón fue sentir el dolor de las personas que han dejado la Iglesia, que han sido apartadas de Cristo debido al abuso que sufrieron, y que estaba fuera de su control”, dijo Masteller. “Le pido a Dios que, en su misericordia, él les dé un camino especial para que lo encuentren de nuevo, para que obtengan la sanación y para que se encuentren nuevamente con Cristo”.

En la segunda noche de la novena, el padre Juan Ochoa de la parroquia Christ the King, del área de Hancock Park, centró su reflexión en el daño espiritual que se produce cuando es la institución en la que más se confía, la que lo traiciona a uno.

“Cuántas personas han sufrido abusos por parte de gente en quien llegó a tener confianza y respeto, lo cual los dejó sufriendo no sólo por el terror del abuso, sino que también los aisló en el silencio, en el no decir nada”, dijo. Terminan “viviendo con la vergüenza y el dolor y, al mismo tiempo, creyéndose responsables de lo que les pasó”.

Él invitó a todas las víctimas —ya sea que hubieran sufrido el abuso en la Iglesia o en algún otro lugar— a que busquen la sanación en la comunidad del amor de Jesús.

“Nos reunimos para orar por ustedes que, incluso en estos momentos, pueden estar siendo abusados, para acompañarlos y para que puedan reconocer que la sanación no ocurre por sí sola”, dijo. “Damos gracias por el don de la terapia,  pero también necesitamos de la sanación que viene de Dios”.

La misa de clausura fue celebrada por el Obispo auxiliar Robert Barron en la Misión Santa Bárbara. Él mencionó que el abuso por parte del clero es “la obra maestra del diablo” por su eficacia en socavar el ministerio y la proyección de la Iglesia.

“Lo que estamos sufriendo es justo, debido a la horrible naturaleza de este crimen”, dijo.

Al mismo tiempo, señaló las reformas que han prácticamente erradicado la incidencia de nuevos casos. Citó los movimientos de reforma de los siglos pasados, pidiéndole a los católicos que permanezcan en la Iglesia y la ayuden a actuar como la Iglesia que Jesús quiso que fuera cuando la creó.

“Es en tiempos de crisis cuando han surgido muchos de los más grandes santos”, dijo el Obispo Barron. Entre otros, citó a Francisco y a Santo Domingo, que renovaron una Iglesia medieval corrupta y estancada.

“Éste es el tiempo de que se susciten grandes santos, de que hablen nuevamente de las grandes verdades de nuestra fe. Así que, nos quedamos y luchamos. Y, sobre todo, confiamos en la gracia de Dios, al orar por nuestra iglesia y por aquellos que todavía son víctimas de este terrible crimen. Y oramos también para pedir que podamos seguir caminando por el sendero del discipulado”.