Los lugareños se vieron vencidos por la curiosidad.
Una alegre procesión, acompañada de cantos religiosos y entusiastas salmodias resonó a través de las pequeñas calles residenciales de Avalon, en la isla Santa Catalina, cuando el sol estaba a punto de ocultarse tras la parte central de la cadena montañosa, un viernes por la tarde. La procesión estaba formada por una mezcla de unos 100 visitantes, provenientes del continente y sus nuevos amigos, que iban detrás de ellos, llevando imágenes enmarcadas de Nuestra Señora de Guadalupe y de San Juan Diego, atadas en la parte trasera de camiones utilitarios.
Los vecinos asomaron la cabeza hacia afuera y salieron luego a sus porches. Los turistas, al volante de coches eléctricos de alquiler, se detuvieron en seco. Algunos se unieron a ellos y preguntaron de qué se trataba ese alboroto.
Entre los peregrinos se encontraba el obispo auxiliar Marc V. Trudeau, quien sintió que ésa era una ocasión para instruir a los curiosos.
“Hay algo maravilloso en este lugar: es diferente vivir aquí; es muy relajado”, dijo el obispo Trudeau, quien está a cargo de la Región Pastoral de San Pedro, que incluye Avalon. “Entonces, cuando puedes tener aquí un desfile de personas con un par de carros alegóricos de todos colores, la gente de este lugar no puede evitar querer saber qué está pasando”.
Un circuito de 2 millas que inició y terminó en la escalinata de la entrada de la Iglesia de Santa Catalina de Alejandría —pasando por el Ayuntamiento y subiendo por Avalon Canyon Road hasta al histórico aviario Bird Park, antes de dar un rodeo— dio paso a una cabalgata escoltada por los Caballeros de Colón del lugar, y fue animada por niños pequeños, que llevaban coloridos trajes.
El recorrido constituyó sólo una parte del día de la peregrinación, la cual duró desde el amanecer hasta el anochecer del día 22 de octubre. Ésta fue la primera de las diversas estaciones que las imágenes recorrieron por los entornos de la arquidiócesis, en preparación a la 90ª procesión anual de Nuestra Señora de Guadalupe, que este año coincide con el Año Jubilar de San Gabriel, que conmemora los 250 años del catolicismo en Los Ángeles.
El día dio inicio justo después del amanecer con la bendición de las imágenes por parte del obispo Trudeau, las cuales fueron colocadas en un pequeño barco, el Lotus, en Long Beach, acompañado todo por una serenata de mariachis y por jóvenes bailarines. El barco requirió de cinco horas para cruzar la vía fluvial de 26 millas de largo, con el fin de entregar el par de imágenes de 8 por 4.
Entre tanto, unos 60 peregrinos de nueve parroquias de la arquidiócesis hicieron el viaje a Avalon en una hora, viajando en el Catalina Express.
“El viaje en el bote puede parecer lento”, dijo el propietario del Lotus, Carm Gullo, feligrés de la parroquia de St. Catherine of Siena, de Laguna Beach. “Pero fue muy eficiente”.
Mark Padilla, que ha sido Caballero de Colón durante los últimos 20 años en la iglesia de San Antonio, en San Gabriel, ha llegado a ser conocido como el “chofer” de las imágenes, ya que asiste a varios eventos, lo cual incluye la visita a los encarcelados en las prisiones. Él dice que se tomó el día libre de su trabajo de maestro de sexto grado en la escuela St. Joseph, en La Puente, para coordinar la entrega, sabiendo que lo que viviera en Catalina sería algo que podría compartir con sus alumnos.
“Podemos ver la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe en las comunidades hispanas, de todo Los Ángeles, pero es importante que llegue a la Isla Catalina y que vaya a todas partes, como debe de ser”, dijo Padilla. “Necesitamos conocer su mensaje único, como una señal que apunta a nuestra fe. Le tengo una gran devoción y siento una gran responsabilidad hacia ella”.
María Aranda, de la Iglesia de Santa María de la Asunción, en Whitter, fue siguiendo la procesión a través de Catalina, tocando su pandereta y acompañada por su esposo y su hija, así como también por su hermano y su esposa.
Aranda explicó, en español, cómo ella había asistido antes a los desfiles a través Los Ángeles, pero sintió que era importante honrar a Nuestra Señora de Guadalupe en Avalon después de experimentar su presencia durante la recuperación de un linfoma que padeció siete años antes.
“Tenía mucho dolor durante las biopsias, la quimioterapia y los trasplantes de médula ósea, pero seguía pidiéndole a Nuestra Señora de Guadalupe que le concediera la bendición de sobrevivir”, tradujo la hija de Aranda, Elizabeth Castañeda.
Santa Catalina de Alejandría, una de las 22 parroquias designadas durante el jubileo como sitios de peregrinación por “Adelante en Misión”, tiene a la historia de su lado. Aunque fue establecida en 1902, su base de operaciones en la isla Catalina fue un sitio que quedó registrado como un lugar en el cual el explorador español Juan Rodríguez Cabrillo celebró misas de acción de gracias en 1542, como también lo hizo Sebastián Vizcaíno, en 1602, éste último, representado en varios murales que hay en las paredes de la iglesia.
Dina Octavo, parroquiana de la iglesia de St. Catherine, dijo haberse sentido bendecida de que los íconos pudieran llegar a ella, ya que ella rara vez puede salir de la isla y únicamente ha experimentado las procesiones a través de internet.
Octavo dice que ella conoció a Nuestra Señora de Guadalupe hace varias décadas, cuando un grupo de oración local la animó a ofrecerle a ella oraciones durante su lucha de ocho años por formar una familia. Un mes después de hacerlo, Octavo dice que quedó embarazada. Finalmente, necesitaría de un viaje de emergencia en helicóptero, desde Catalina hasta Long Beach, para dar a luz a su hijo único, que tiene ahora 34 años y es paramédico en Avalon.
“Cada vez que veo la imagen de la Virgen de Guadalupe, puedo revivir la alegría y la esperanza que experimenté en aquellos momentos”, dice Octavo. “Puedes ver mis emociones. Yo veo cómo otras personas viven la fe cuando colocan las notas en el manto (estandarte verde que recubre los íconos) pidiendo ayuda y oraciones. Ha sido algo muy especial para nosotros el poder presenciar eso hoy. María nos une a todos.”
Al reflexionar sobre los acontecimientos del día anteriores al viaje en barco de regreso a casa, el Obispo Trudeau esperaba que quienes realizaran el viaje se dieran cuenta de que la peregrinación estaba lejos de haber terminado.
“Tenemos tanta prisa por llegar a diversos lugares en estos días, que no siempre apreciamos el proceso de llegar allí”, dijo él. “Lo que cuenta en una peregrinación es el proceso. No terminas la peregrinación cuando llegas al destino. Llegar a Catalina no fue la peregrinación. Es el volver a casa y continuar así, incluso cuando estás cansado. Mirando hacia la historia pasada, es maravilloso que nosotros hagamos estas pequeñas peregrinaciones, que son modelos o instantáneas de esa peregrinación más grande, que son nuestras vidas”.
Durante una misa vespertina, celebrada antes de que los peregrinos se dirigieran de regreso al continente, el obispo Trudeau también sembró su homilía de exclamaciones que habían sido escuchadas durante todo el día por los “peregrinos”: “¡Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Viva San Juan Diego! ¡Viva Cristo Rey! "
Y luego agregó una cuarta: “¡Viva Santa Catalina!”
Tom Hoffarth es un periodista galardonado, con sede en Los Ángeles.