Después de 43 años de matrimonio, Rick y Modesta Pulido siguen agradeciendo las bendiciones que les han traído sus siete hijos. Hablan con gratitud del tiempo que han pasado juntos, pero como cualquier pareja casada les podrá decir, esta experiencia no ha estado exenta de desafíos.

Su hija Gracie, de 38 años y su hijo Ricky, de 31, han soportado años de lucha contra los trastornos bipolares. Esa enfermedad los condujo a vivir algunas situaciones peligrosas, entre ellas, el abuso de drogas y el tener que estar en la cárcel. Luego, el año pasado, su hija Michelli falleció a los 39 años de edad, después de una larga batalla contra la epilepsia. La familia aún padece por la pérdida de quien ellos llaman su “florecilla”.

Y, sin embargo, las pruebas por las que ha pasado la familia Pulido los han llevado, actualmente, a formar parte de un floreciente movimiento de atención a la salud mental que está llegando a un número creciente de parroquias católicas.

Los que trabajan a favor de este movimiento dicen que es un ministerio que tiene ahora más demanda que nunca. Los dos años que han transcurrido desde el comienzo de la pandemia de COVID-19 han sido testigos de una escalada en los casos de angustia psicológica, ansiedad, miedo y depresión a escala mundial, y el sur de California no ha sido la excepción. La pandemia ha propiciado adicciones, trastornos y un aumento en las tasas de suicidio y, al mismo tiempo, una creciente necesidad de atención a la salud mental.

Para responder a esto, la Oficina para la Vida, la Justicia y la Paz, de la Arquidiócesis de Los Ángeles lanzó el año pasado una iniciativa de establecer un ministerio de salud mental a nivel parroquial, organizando talleres para proporcionarle a los laicos y a los líderes de la iglesia una educación concreta, herramientas para afrontar situaciones, métodos de promoción y contactos para referir a la gente.

Los niños Pulido, de izquierda a derecha: Isaías, Graciela, Ruby, Ofelia, Michelli, Ricardo Jr. y Perlita. (Foto cortesia)

Todos los miembros de la familia Pulido se comprometieron con este ministerio.

Fue una misión para la que los habían preparado los años que habían pasado como feligreses de la iglesia de Santa Filomena, en Carson, así como también el trabajo que desempeñaron como activistas a favor de la concientización sobre la salud mental. Durante los últimos 15 años, la pareja se ha ofrecido como voluntaria en los capítulos locales del grupo de compañeros de apoyo del National Alliance on Mental Illness (Alianza Nacional sobre Enfermedades Mentales, NAMI, por sus siglas en inglés). El grupo comenzó con una clase de 12 semanas en el Centro Médico Harbor, de UCLA y estuvo dirigido por Paul y Nancy Stansbury, feligreses de la parroquia American Martyrs, de Manhattan Beach.

Los Pulido pronto se encontraron yendo a reuniones de la comisión del Departamento de Salud Mental del Condado de Los Ángeles, a tribunales, hospitales, pabellones psiquiátricos, y dondequiera que se necesitara su apoyo, especialmente en las comunidades de habla hispana.

Su labor más reciente como facilitadores, Familia a Familia”, que tuvo lugar en la Iglesia St. Lawrence of Brindisi, en Watts, se organizó a petición del párroco, el padre Matt Elshoff, que quería ofrecerles a los feligreses un espacio para hacer preguntas, para escuchar y para llorar juntos. Se están preparando sesiones similares en otras parroquias, entre ellas, en la Iglesia de San José, de Hawthorne.

La pareja dice que su ministerio, que empezó a principios de la década de 2000, surgió debido a la profundidad del sufrimiento de su familia.

“Al principio, me parece que éramos muchos los que estábamos simplemente desesperados por obtener apoyo, y mi esposo definitivamente no quería reconocerlo”, dice Modesta. “Ahora, a partir de esta experiencia tan fuerte, todo ha cambiado en nuestra vida. Pero siento que al atravesar todo lo que hemos pasado, no hemos estado solos”.

Rick admite que el hecho de crecer en el área de Cypress Park, en Los Ángeles, es algo que lo obligó a desarrollar un súper machismo, pero este hombre, de 68 años de edad, se da cuenta ahora de que su familia estaba viviendo “una súper crisis.

“Para mí, la sanación empezó cuando le pedimos a Nuestra Señora y a Nuestro Señor Jesucristo que por favor intercedieran por nosotros y que nos guiaran al lugar correcto en el momento correcto”, le dice él a Angelus. “Me siento muy orgulloso de mis hijos y me alegra decirles a los demás: si nosotros pudimos salir adelante, ciertamente ustedes también pueden lograrlo, pero es algo que lleva tiempo. Actualmente, nuestras clases de NAMI Español son nuestra terapia para ayudar a los demás”.

Actualmente, Gracie ha puesto en práctica su título, obtenido en Penn State, ejerciéndolo en un trabajo estable y en su situación de vida, y su hijo Ricky, que se graduó de Long Beach State. y vive en París, es un profesor políglota de idiomas que va descubriendo sus talentos artísticos. La gratitud es necesaria, dijeron sus padres, pero también lo son la “diligencia y la atención”.

El recurso al ministerio de salud mental de la arquidiócesis puede haberse demorado mucho en llegar a algunos, pero éste es también el momento perfecto para abrir las puertas de nuestras parroquias a las familias necesitadas”, dice Rick.

El obispo Kevin Vann de Orange y el pastor Rick Warren en una conferencia sobre salud mental en 2014. (Foto captura de pantalla vía Youtube)

Desde octubre de 2021, la Oficina para la Vida, la Justicia y la Paz ha patrocinado cuatro seminarios web por zoom sobre varios aspectos relativos a la salud mental. Los participantes escucharon a diversos expertos, funcionarios de salud del condado de Los Ángeles y clérigos. Más de 80 personas de más de 40 parroquias asistieron al primer seminario web y la asistencia aumentó posteriormente.

“Es un tema que la Iglesia es consciente de no poder ignorar y sabe que debe buscar maneras de acompañar mejor a los fieles que sufren de enfermedades mentales”, dijo Michael Donaldson, director la Oficina para la Vida, la Justicia y la Paz. “Las estadísticas nos dicen que uno de cada cuatro o cinco adultos experimenta algún tipo de problema de salud mental; esto incluye a nuestra gente que asiste a las iglesias. Es esencial que la Iglesia se asocie con los recursos que hay para la atención a la salud mental y que esté involucrada en este tema. Esto está de acuerdo con lo que estamos llamados a hacer como discípulos misioneros”.

Donaldson recordó un punto decisivo del programa de apoyo a los necesitados de la iglesia local hasta 2014, cuando su antiguo jefe, el obispo Kevin Vann de Orange, se asoció con el párroco de la iglesia Saddleback, Rick Warren, para organizar una conferencia sobre salud mental. Posteriormente, en 2018, los obispos católicos de California tomaron la decisión de emitir una carta pastoral que describe cómo “el atender a aquellos que sufren de enfermedades mentales es una parte esencial del cuidado pastoral de la Iglesia”.

En Los Ángeles, la salud mental ha ocupado un lugar importante entre las principales prioridades de la vida de la iglesia.

La lista de oradores de UnaVida LA de este año incluyó a Ed Shoener, presidente de la Association of Catholic Mental Health Ministers (Asociación de Ministros Católicos para la Salud Mental). Este diácono que presta su servicio en Scranton, Pensilvania, habló sobre la vida de su hija Katie, cuyo trastorno bipolar la llevó al suicidio a los 29 años de edad, en el año 2016. Más tarde, él se puso a disposición de los asistentes interesados en la posibilidad de iniciar un ministerio de salud mental en sus parroquias locales.

Dos meses s tarde, Shoener estuvo presente en el Congreso de Educación Religiosa de Los Ángeles, en Anaheim, para una presentación del ministerio de salud mental sobre la atención en casos de suicidio.

“Me emocionó haber sido invitado (a ambos eventos) y ver al arzobispo Gómez asumir un papel de liderazgo activo en este asunto”, dijo Shoener. “Con esto sucede a veces algo parecido a lo que ocurre con la vida intrauterina, que puede llegar a ser subvalorada: Lamentablemente y con demasiada frecuencia aquellos que viven con alguna enfermedad mental pueden ser subvalorados y pueden sentir que no se les acoge en la Iglesia”.

Otro experto católico en salud mental que fue recibido gustosamente en el Congreso de este año fue Tim Hogan, Ph.D., que vive en Michigan y es un terapeuta de relaciones humanas e instructor en el seminario. Su taller se centró en el uso del Social Emotional Learning (Aprendizaje Socioemocional, SEL, por sus siglas en inglés) para combatir la ansiedad y el estrés, proponiéndolo como “una estrategia para revitalizar la cultura parroquial”.

“Creo que la psicología cognitiva está redescubriendo lo que la Iglesia ha estado enseñando desde siempre”, le dijo Hogan a Angelus. La psicología cognitiva nos ofrece más credibilidad callejera cuando fomentamos las disciplinas espirituales, como la oración, la meditación, la respiración profunda, el comer juntos, lentamente; el practicar la gratitud y el cultivar relaciones auténticas y vulnerables.

El padre Marinello Saguin de la iglesia Our Lady of Grace, de Encino, es uno de los párrocos de Los Ángeles que presta atención al ministerio de salud mental. El otoño pasado, él le pidió a la Directora de Asistencia y Ministerios Sociales de la parroquia, Anisha Virgen, que acudiera a los seminarios web sobre salud mental que hubo el otoño pasado, y que compartiera esa información con la parroquia.

Virgen se encontró con que las sesiones eran una herramienta esencial.

“Para las parejas que enfrentan estrés marital, para las familias que enfrentan desafíos económicos y para una amplia gama de niños y adultos jóvenes que experimentan un aislamiento social o ideas suicidas, los seminarios web y la capacitación práctica sobre el modo de establecer una relación, de escuchar activamente, de proporcionar un espacio seguro y de fomentar la confianza, fueron herramientas básicas para ayudar a la gente a interactuar y a responder a una gran cantidad de interacciones inesperadas”, dijo Virgen, una católica convertida que creció en la religión hindú.

“Tienes que encontrarte con las personas en el lugar en el que están sufriendo. Nosotros estamos empezando a reconectarnos y a referir a la gente, basándonos en mantener la estabilidad y en permanecer conectados. Tener ese tipo de red es algo fundamental”.

El padre Saguin, un filipino estadounidense nacido y criado en Los Ángeles que afirma ser por naturaleza una persona extrovertida, admite que él buscó ayuda profesional durante su formación en el seminario porque provenía de una cultura en la que no se aborda el tema de la salud mental.

“Algunas cosas no pueden procesarse a solas, ni tampoco pueden espiritualizarse demasiado”, dijo.

Dice que él vio personalmente a familiares y amigos que luchaban contra la depresión y la ansiedad. Cuando él empezó su ministerio y fue ordenado en 2015, era obvio para él que había que hacer algo más.

“En el ámbito sacramental de la reconciliación y de la asistencia pastoral, se podía ver que cuando algunos pedían la confesión, cuanto más hablábamos, más claro aparecía el hecho de que no llevaban pecados, sino ansiedad e incertidumbre sobre cómo tratar de aliviar y combatir eso”.

Atravesar la confusión cultural en un lugar tan diverso como Los Ángeles es algo complicado, admite el padre Saguin. En su propia parroquia se hablan cinco idiomas diferentes. La respuesta, piensa él, está en el estilo de “acompañamiento” personal del que el Papa Francisco habla con frecuencia.

El padre Marinello Saguin es párroco de Nuestra Señora de la Gracia en Encino. (Foto Imagen de cortesía)

Virgen siente que los temores relacionados con el COVID de algunos de los que están regresando a la iglesia no desaparecerán pronto, y que el aislamiento causado por la pandemia ha provocado un deterioro en las comunicaciones. Pero ahora, piensa ella, ya tiene herramientas para manejar esto.

“Muchos vendrán y dirán: Necesito ver a un sacerdote”, dice Virgen. “Pero es posible que él no esté allí debido al aumento de funerales y a que debe ungir a los enfermos en los hospitales. En lugar de despedir a estas personas, el hecho de contar con un personal capacitado para detenerse y prestarle toda su atención a la gente, a menudo en la capilla de adoración, fue el modo en que el entrenamiento reemplazó a una especie de consternación impotente”.

Al oeste de Encino, la iglesia St. Julie Billiart, de Newbury Park se considera una parroquia pionera en la atención a la salud mental. En 2019, Angelus narró la historia de un feligrés y psiquiatra, el Dr. Ed Jesalva, que ayudó a lanzar un ministerio así, después de que una feligresa de su parroquia perdiera a su hijo de 20 años debido a un acto de suicidio ocasionado por una condición bipolar.

Durante la pandemia, Jesalva y el nuevo párroco, el Padre Ian Hagan, descubrieron que la manera más efectiva de mantener a la vanguardia este ministerio ha sido a través de una serie de artículos informativos que aparecen en el boletín parroquial.

Ése es un modo de hacer que las cosas no se vean amenazadoras; es un punto de entrada pasivo hacia la comprensión”, dice Jesalva.

Jesalva piensa que el aumento de los anuncios sobre prescripciones de medicamentos para tratar problemas de salud mental que hubo en el tiempo de pandemia ha abierto la puerta a una mayor confusión sobre los efectos secundarios y la eficacia de los medicamentos. Él señala que, lamentablemente, eso coincidió con información contradictoria sobre los beneficios de la vacuna contra el COVID.

“Los medios de comunicación pueden propagar muchos mitos; de igual modo hay también mitos acerca de la psiquiatría y de cómo el tomar medicamentos es algo que controla a la gente”, dijo Jesalva. “Una vez que lo explicas mejor, el hecho de proporcionar este servicio de educación a los fieles en tu iglesia local, es algo que ofrece un mayor nivel de confianza y de apoyo”.

Como resultado de esto, cuando Jesalva lleve a cabo su primer taller presencial desde que empezó la pandemia este próximo 30 de abril, se concentrará en describir todos los medicamentos comunes que se utilizan para esos trastornos. Adam Cross, presentador de The Catholic Therapist Podcast, hablará también sobre actividades relacionadas con la fe que se pueden usar para sobrellevar la situación.

Y como preparación para iniciar en mayo al Mes de Concientización sobre la Salud Mental, la arquidiócesis ha continuado con su serie de seminarios web, impartidos por Paul Brogan, MFT, un terapeuta matrimonial y familiar católico que vive en Encino, y que el 3 de mayo dará una presentación titulada Cuidando a nuestros jóvenes: un impacto que deja el COVID en su salud mental.

Brogan señala que ha habido varios avances para abordar la salud mental a través de las asociaciones de la arquidiócesis con instituciones como Caridades Católicas, St. Vincent de Paul, Retrouvaille y Engaged Encounter. Dice que es importante que las diócesis organicen seminarios académicos que hagan ver que no sólo estás dándole un tinte espiritual a tus problemas y haciendo que parezca que la salud mental es algo que sólo se da, allá, en el mundo secular.

 

En contraste con el modo en que la gente que proviene de comunidades desatendidas puede haber tenido dificultad en acceder al tratamiento médico relativo a los tratamientos y a las vacunas contra el COVID, Brogan dice que la arquidiócesis puede utilizar estos seminarios web sobre salud mental para ofrecerle a los desfavorecidos un punto de entrada básico para poder recibir ayuda.

En el Congreso de este año, Brogan recordó una idea que brotó de una charla que dio el padre Greg Boyle, de Homeboy Industries, en la que explicó que él podía ver la transformación de la gente “cuando las personas se sienten seguras, tomadas en cuenta y apreciadas”.

Es una noción que puede aplicarse a la discusión del tema de la salud mental, piensa Brogan.

Hay que averiguar qué necesita la persona y preguntarle cómo se le puede ayudar. Veo esto como una oportunidad única para decir: ‘Esto es algo real, tenemos los recursos necesarios y entonces, ¿cómo podemos servir a la gente?’”

Tom Hoffarth es un periodista galardonado, que vive en Los Ángeles.