Nueve meses después de que un misterioso incendio arrasara con la Misión San Gabriel Arcángel, la histórica iglesia sigue siendo un caos.

Las paredes del presbiterio, ennegrecidas por el fuego, se esconden tras varias capas de andamios. Quedan aún trozos de yeso descascarado. Un tejado temporal, de madera, protege el interior —de 200 años de antigëdad— de los elementos, en tanto que un par de elevadores de tijera se mueven sobre los improvisados pisos de madera aglomerada. Afuera, los contratistas circulan por el estacionamiento de la parroquia en tanto que las deformadas vigas de acero de la estructura esperan a ser retiradas después de haber sido desmontadas cuidadosamente en el transcurso de varias semanas.

Cuando se produjo el incendio, desencadenando cuatro alarmas en las horas anteriores al amanecer del día 11 de julio de 2020, destruyendo el techo de la misión y dañando la mayor parte de su interior, los funcionarios de la misión y la comunidad local quedaron desolados.

Pero ahora que la misión se prepara para su 250 aniversario, están empezando a emerger luces de esperanza del incendio, tal vez más valiosas que los millones de dólares en daños que éste ocasionó.

El interior de la Misión San Gabriel, dañada por el fuego, el 19 de abril de 2021, después de que se instalaran nuevas vigas de acero para comenzar la construcción de un nuevo techo. (Víctor Alemán)

Por ejemplo detrás de esas capas de yeso que se están desprendiendo, los trabajadores han descubierto paredes pintadas con diseños coloridos que los historiadores nunca habían sabido que existieran. Debajo de los pisos hundidos de la sacristía y del diminuto bautisterio de la misión, aplastado por los 150,000 galones de agua que los bomberos usaron para extinguir el incendio y salvar la misión de la destrucción total, se han desenterrado capas —hasta ahora desconocidas— de ladrillos viejos y losas de piedra, extraídas de las montañas de San Gabriel.

Descubrimientos como estos son herramientas útiles que ayudan a los historiadores a comprender el pasado diverso de la misión.

Para Terri Huerta, directora histórica de la misión, las bendiciones ocultas del incendio del verano pasado son cada vez más claras.

“La Misión San Gabriel ha sido una especie de gigante dormido”, explica ella durante una reciente visita a San Gabriel. “Ha estado aquí, pero nadie ha tenido la oportunidad, como nosotros la tenemos ahora, de narrar su historia”.

En pocas palabras, el incendio puede resultar ser tan solo la señal providencial de que el puesto de avanzada católico más antiguo de Los Ángeles necesitaba reconectarse con su identidad histórica y misionera, y justo a tiempo para inaugurar un “año jubilar” que el Arzobispo José H. Gómez está planeando para celebrar el 250 aniversario de la misión.

Siempre ha sido un desafío narrar la historia de la misión. Los misioneros franciscanos españoles, que fueron sus fundadores, fueron meticulosos en llevar registros, dándole un seguimiento a todo, desde bautismos y bodas hasta cosechas. Pero después de haber sido expulsados en la década de 1830, la recién privatizada misión cayó, en gran medida en decadencia, bajo el dominio mexicano. Aunque en la segunda mitad del siglo XIX se convirtió en una atracción popular para los visitantes, sus ulteriores habitantes no siempre mantuvieron buenos registros.

Las vigas de acero de la iglesia de la misión fueron deformadas por el intenso fuego. Tuvieron que ser cuidadosamente eliminados y reemplazados por otros nuevos el mes pasado. (Víctor Alemán)

Como admitió Huerta, la misión “nunca ha contado con una narrativa verificable”

En esta parroquia misionera tan unida, poca gente se ha tomado de manera más personal el trágico incendio, que Huerta. Desde los años 70, la familia Huerta ha celebrado aquí bautizos, bodas, confirmaciones y aniversarios. Su hermano está enterrado en el cementerio que está en los terrenos de la misión.

Pero ella es ahora personalmente testigo de la manera en la que el incendio del verano pasado está ofreciendo información clave sobre misterios como el de cómo era en un principio el diseño interior de la iglesia o de cómo ese diseño evolucionó a lo largo de los siglos.

“Hemos aprendido mucho sobre este edificio con motivo del incendio”, dijo Huerta.

Aunque los investigadores han pensado desde hace mucho que la estructura fue construida con ladrillos de adobe, el incendio ha revelado que los nativos y los misioneros, que trabajaron juntos para construir la misión, realmente usaron ladrillos y mortero cocidos.

Seis estatuas de madera y una pintura —que tiene la reputación de ser milagrosa—, dañadas por el fuego, están en proceso de ser restauradas profesionalmente. El retablo y el altar originales de la iglesia, que los bomberos pudieron salvar en su lucha matutina contra el fuego, necesitan también ser limpiados y pintados nuevamente.

El fuego del año pasado ha expuesto patrones de ladrillo y pintura en las paredes de la Misión San Gabriel. (Pablo Kay)

El historiador de UC Riverside, Steven Hackell, es el presidente del Comité del Museo de la misión. Al forzar la remoción de todos los artefactos sobrevivientes de la misión, el incendio ha propiciado que su equipo pueda ahora desarrollar un inventario completo de esos objetos, que incluyen pinturas, esculturas, libros e incluso vestimentas litúrgicas y a que puedan decidir cómo y en dónde pueden ser conservados de mejor manera.

Como Huerta, él considera el trabajo que tiene por delante como una oportunidad especial.

“Si usted revisara y limpiara un día su ático, no dispondría todo simplemente en el mismo lugar en el que estaba antes, una vez que hubiera desempolvado los pisos y limpiado las ventanas”, explicó Hackell en una entrevista. “Usted tomaría decisiones”.

Huerta espera que algunas de esas decisiones sean tomadas por un panel asesor, que cuente con expertos en arte de la LACMA y de Getty para guiar el repintado del interior de la iglesia.

Terri Huerta, directora de desarrollo y comunicación de misión San Gabriel, en el santuario de la iglesia. El retablo sobrevivió al incendio del año pasado. (Víctor Alemán)

“Creo que ésta es una gran oportunidad para que seamos un poco más metódicos a la hora de decidir cómo será la misión después de que hayamos terminado y cuáles son las oportunidades educativas con las que contamos, para compartirlas con el público”, dijo Huerta.

Tanto Huerta como Hackell ven los eventos del último año como un impulso muy necesario para la tarea de restaurar la misión con el fin de que sea contemplada por las generaciones futuras.

“Tenemos esta oportunidad realmente incomparable, no sólo de restaurar la misión en sí, sino de comprender mejor la cultura material de la misión, que fue algo tan crucial”, dijo Hackell.

Mientras tanto, la misión está trabajando en presentarle planes de remodelación a la ciudad de San Gabriel, lo cual incluye sistemas eléctricos y de HVAC modernos.

Los miles de galones de agua utilizados para apagar el fuego en julio pasado hicieron que el suelo de la sacristía de la misión se hundiera, revelando capas de piedra y ladrillo utilizadas para construir primero la iglesia. No se han encontrado restos humanos en las excavaciones desde el incendio. (Víctor Alemán)

El plazo de tiempo para la restauración aún se está desarrollando. Los funcionarios de la misión esperan que el tejado y el techo nuevos estén completamente instalados para el momento en que el Arzobispo Gómez celebre la misa inaugural del jubileo, programada para el 11 de septiembre, y esperan que la misión sea “completamente funcional” un año después, para el final del jubileo.

Para el Padre Parker Sandoval, el incendio de San Gabriel y las devastadoras consecuencias que la pandemia de COVID-19 ha tenido en las parroquias, son signos de que la iglesia de Los Ángeles está siendo llamada a un “nuevo comienzo”. Por eso, como dijo el Padre Sandoval, la coincidencia con el 250 aniversario de la misión este año es algo, ni más ni menos que “providencial”.

“Creo que el estado de la Misión San Gabriel en estos momentos es un reflejo de la manera como se siente toda la Iglesia”, dijo el padre Sandoval, vicecanciller de Servicios Ministeriales de la arquidiócesis. “Este ha sido un año traumático. Y creo que la imagen de una iglesia en reconstrucción después de un desastre es una imagen apropiada de la Iglesia en general, actualmente”.

La idea de un “Año Jubilar” proviene originalmente del Libro del Levítico, en el que Dios le ordenó a Israel que observara cada año 50 como un tiempo de misericordia, en el que las deudas fueron perdonadas, en el que la gente en cautiverio fuera liberada y en el cal las tierras fueran devueltas a sus propietarios originales.

El incendio de la madrugada del 11 de julio de 2020 en la Misión San Gabriel quemó el techo y la mayor parte del interior de su santuario. (John McCoy)

Desde el siglo XIV, la Iglesia celebra jubileos a intervalos regulares. El Papa también puede proclamar “jubileos extraordinarios” para celebrar acontecimientos especiales, aniversarios o por alguna necesidad especial (el último fue en el año 2000, celebrado como “El Gran Jubileo”, que conmemoró el inicio del tercer milenio transcurrido desde el nacimiento de Jesús).

La Iglesia le concede ciertas indulgencias a cada jubileo. Éstas son oportunidades de gracia y de misericordia y pueden incluir peregrinaciones, oraciones u obras de caridad.

Aquí en Los Ángeles, el año jubilar de San Gabriel se está organizando en torno a los dos sentidos de la palabra “misión”: se están planeando eventos especiales, iniciativas parroquiales y oportunidades de peregrinación, con la intención de educar a los católicos sobre el pasado de la misión y para formarlos, al mismo tiempo, para una futura evangelización.

“La esperanza que tenemos para este año jubilar no es solamente la de celebrar el pasado, sino también la de suscitar una nueva generación de misioneros para nuestro tiempo y lugar”, dijo el padre Sandoval, que está supervisando la planeación de este año especial, bajo el lema de “Adelante en misión”, lo cual es una adaptación del famoso lema —“¡Siempre adelante!”— del fundador de la Misión San Gabriel, San Junípero Serra

El año dará inicio el 8 de septiembre con una ceremonia de oración de apertura en la Misión San Gabriel, seguida de 40 horas consecutivas de adoración eucarística en 22 parroquias de toda la arquidiócesis, designadas como lugares de peregrinación jubilar (ubicadas en cada uno de los 20 decanatos de la arquidiócesis, más aparte, también en Sta. Catalina de Alejandría, en la isla Catalina y en La Placita, cerca del centro de Los Ángeles).

El sábado 11 de septiembre tendrá lugar una Misa de apertura del jubileo, ya sea en la misión o en la catedral y habrá una Misa de clausura el 10 de septiembre del año siguiente.

Entre ambas fechas, la arquidiócesis promoverá “caminatas de peregrinación” entre misiones, retiros parroquiales, una exhibición histórica sobre la misión en la catedral y un plan de estudios sobre la historia de la iglesia local y de la evangelización para ser impartido en las escuelas católicas.

Para Huerta, el elemento educativo del año jubilar es especialmente importante a raíz de los recientes ataques a las estatuas de San Junípero, el fundador de la Misión San Gabriel, los cuales fueron propiciados por relatos que describen la evangelización de California como un acto de opresión.

“Tenemos la oportunidad de cambiar esos relatos”, dijo Huerta. Un componente de la renovación de la misión será la creación y dedicación de un espacio sagrado al aire libre en los terrenos de la misión, diseñado por los descendientes locales de los nativos Tongva.

Tanto Huerta como el padre Sandoval consideran que no es muy útil clamar por el pasado, cuando las oportunidades para la renovación de la misión en el futuro son tan obvias.

“No queremos volver a la normalidad. Queremos regresar al Evangelio, que nos llama a ser mejores de lo normal, porque lo normal fue un declive”, dijo el padre Sandoval. “No podemos simplemente volver ser como de costumbre. Éste es el momento de ser intencionalmente misioneros”.

“Incluso en estas circunstancias, incluso en esta zona de desastre, nos encontramos con algo nuevo”.