Seis escuelas parroquiales de la Arquidiócesis de Los Ángeles se consolidarán con otras escuelas a finales del año escolar, a consecuencia de los cambios demográficos y de los problemas financieros, agravados por la pandemia de COVID-19.

Las consolidaciones se anunciaron el 1 de abril después de que los funcionarios escolares se reunieran a fines de marzo con las familias en la escuela St. Ferdinand, de San Fernando, en la escuela St. Catherine of Siena, de Reseda, en la escuela Blessed Sacrament, de Hollywood, en la escuela St. Francis of Assisi, de Silver Lake, en la Escuela Assumption, de Boyle Heights y en la Escuela St. Madeleine, de Pomona.

Las seis escuelas habían experimentado una fuerte disminución de inscripciones antes de que la pandemia atacara, según el Departamento de Escuelas Católicas de la arquidiócesis (DCS).

El superintendente Paul Escala le dijo a Angelus que para decidir cuáles escuelas tendrían que cerrarse este año, la arquidiócesis adoptó un “enfoque regional” que garantizó que los estudiantes pudieran ser atendidos en las escuelas católicas cercanas.

“[Las escuelas afectadas] no son las únicas que han enfrentado dificultades a lo largo de los años, pero una mirada cuidadosa a las finanzas escolares, al pronóstico de inscripción y a las tendencias en los cambios demográficos deja en claro que tendremos menos familias en los vecindarios de estas escuelas como para atraer a nuevos estudiantes”, dijo Escala.

A principios de este año escolar, los estudiantes asisten a clases en la escuela St. Ferdinand, de San Fernando. La escuela se cuenta entre las seis escuelas de la Arquidiócesis de Los Ángeles que serán consolidadas con otras escuelas en este año. | FOTO DE CORTESÍA

En St. Ferdinand, ubicado en un área de la clase trabajadora cercana al extremo norte del Valle de San Fernando, “las señales ya estaban allí desde mucho antes”, dijo el director Luis Gamarra, quien llegó ahí hace tres años. Las inscripciones estaban disminuyendo, los pagos de colegiaturas se reducían y las familias estaban abandonando esa área para optar por vecindarios menos costosos, como los suburbios del valle de Santa Clarita, al otro lado del Newhall Pass.

“No creo que esto haya sido una sorpresa para nadie”, dijo Gamarra.

Gamarra probó iniciativas para hacer que la escuela volviera a ser autosostenible nuevamente, incluso ofreciendo incentivos de inscripción a las familias de la escuela por recomendar a nuevos estudiantes. Pero los números permanecieron bajos y la escuela se vio obligada a depender de la arquidiócesis para cubrir la nómina de los profesores y de otros empleados.

Con las precarias finanzas de la escuela, la pandemia de COVID ha demostrado ser, en palabras de Gamarra, “el último clavo en el ataúd” para esa escuela de 91 años de antigüedad.

“Al principio de la pandemia perdimos cerca de 52 estudiantes y eso realmente nos puso en apuros”, dijo Gamarra. Casi la mitad de las familias de esos estudiantes mencionaron la necesidad de ahorrar dinero al trasladar a sus hijos a una escuela pública durante el período en que los protocolos de la pandemia requerían el aprendizaje remoto. Pero esas familias habían dicho que esperaban regresar a la escuela una vez que se pudieran reanudar las clases presenciales, una oportunidad que ya no es posible con el cierre de la escuela.

La noticia de las consolidaciones no fue bien recibida por todos. Algunos padres de familia han prometido recaudar fondos para mantener abierto St. Ferdinand. Gamarra comprende su dolor, pero insiste en que el compromiso financiero de los padres de mantener la escuela abierta, aunque sólo fuera un año más, sería “insostenible”.

“Para ser brutalmente honesto, lo último que me gustaría hacer sería enganchar a alguna persona con falsas esperanzas”, dijo Gamarra. “Sería injusto para las familias y para el personal. Como administrador, me encuentro ahora en ese punto”.

En Blessed Sacrament, en Hollywood, el destino de la escuela es tal vez un poco más fácil de comprender. Las familias con niños han abandonado el área del centro de la capital de la industria del entretenimiento, donde está ubicada la escuela, y no han sido reemplazadas por muchas nuevas familias.

Tres alumnos de la escuela, Mark, Renee y Annette Sikand, dijeron que ellos han apoyado a la escuela por mucho tiempo, en agradecimiento por la educación jesuita que recibieron hace más de 50 años.

El superintendente de las escuelas católicas, Paul Escala, habla con los medios de comunicación el 24 de marzo, durante el primer día de instrucción en persona en la escuela secundaria St. Anthony, de Long Beach. | SARAH YAKLIC

“Aunque nos entristece la noticia del cierre de la escuela, entendemos que es necesario reinventar su uso y estamos entusiasmados por el futuro de la escuela y de la comunidad”, escribieron los hermanos en un correo electrónico dirigido a Angelus.

Escala admitió que las conversaciones del mes pasado con las comunidades escolares fueron difíciles.

“El asunto de que se trata tiene que ver con algo muy humano y la noticia que tuve que anunciarles fue seria y desafortunada”, dijo.

Él ve señales alentadoras para el futuro. Las escuelas católicas han llevado la delantera en la reapertura de las aulas y ahora más del 90% de las escuelas de la arquidiócesis están abiertas para la instrucción presencial, en las aulas de clase.

Aunque las inscripciones en los grados inferiores se han visto afectadas —en parte debido a los desafíos del aprendizaje a distancia para los niños más pequeños— las inscripciones en la escuela media y secundaria se han mantenido relativamente estables. Unas cuantas escuelas primarias inclusive han visto un modesto crecimiento en sus inscripciones durante este año académico, dijo Escala.

Con el verano a unos meses de distancia, la arquidiócesis buscará identificar vacantes de trabajo en otras escuelas católicas para maestros y personal de las escuelas afectadas. El DCS trabajará también con la Fundación para la Educación Católica para ayudar a los estudiantes y a las familias que requieran de ayuda para la inscripción, a que encuentren una nueva escuela católica que los acoja.

En St. Ferdinand, algunas familias ya están inscribiendo estudiantes para el próximo año en escuelas cercanas, como la Escuela Santa Rosa de Lima, que está a solo tres cuadras de distancia y la Escuela St. Didacus, de Sylmar. Otros que han estado viajando desde más lejos pueden buscar escuelas más cercanas a casa, espera Gamarra.

Son oportunidades como ésas las que Escala dice que aportaron un rayo de esperanza en las difíciles reuniones con los padres y el personal de las escuelas afectadas.

“Existe la esperanza de que vamos a darle continuidad a la promesa de ofrecer una educación católica en nuestros vecindarios y de que vamos a seguir apoyando a las familias y al personal para que encuentren un nuevo hogar en nuestras escuelas”, dijo Escala.

“Tenemos la bendición de contar con un sistema de escuelas muy amplio y extenso, de modo que la gente se da cuenta de que existen alternativas y opciones para ellos”.