Los 18 hombres ordenados como diáconos permanentes frente al arzobispo José H. Gomez durante la Misa de ordenación en la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles, el 7 de junio. (John McCoy)
Como ingeniero de sistemas electrónicos en Raytheon, un importante contratista de defensa con sede en El Segundo, Ariel Santiago sabe bien lo que es el trabajo en equipo y las misiones difíciles.
Cuando participa en reuniones para planear un próximo lanzamiento de satélite, por ejemplo, sus colegas —de diversos credos religiosos— saben a quién acude él para calmar las tensiones.
“Les digo que nuestro programa tiene un arma secreta: es Dios”, cuenta Santiago. “Quizá se rían un poco, pero saben de dónde vengo”.
Al igual que los otros 17 hombres ordenados como diáconos permanentes para la Arquidiócesis de Los Ángeles el pasado 7 de junio en la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles, Santiago ahora espera ser un instrumento de unidad tanto en su vida profesional como en su servicio parroquial.
“Tenemos que unir a la Iglesia para todos, no solo para los católicos”, afirmó Santiago, citando como inspiración al Papa Leo XIV, al difunto Papa Francisco y al arzobispo José H. Gomez.
El arzobispo José H. Gomez ofrece el beso de la paz al diácono Dennis Resurreccion durante la Misa de ordenación. (John McCoy)
La ordenación de Santiago y sus compañeros tuvo un significado especial para la Iglesia local, pues marcó los 50 años desde que el cardenal Timothy Manning ordenó a la primera generación de diáconos permanentes en Los Ángeles, en 1975, una década después de que el Concilio Vaticano II restaurara este ministerio.
Uno de los miembros de aquella generación inaugural, el diácono retirado Hosea Martin Alexander Sr., quien sirvió en las parroquias St. Agatha y Holy Name of Jesus, ambas en Los Ángeles, fue homenajeado durante la Misa por el arzobispo Gomez.
“Sé que quizá sea mi última vez, pero me alegra haber llegado”, dijo Alexander, de 94 años y en silla de ruedas, quien señaló con orgullo que fue el primer diácono ordenado en su grupo, simplemente porque su apellido era el primero en orden alfabético.
Desde entonces, casi 450 hombres han sido ordenados como diáconos permanentes para servir en las parroquias de las cinco regiones pastorales de la arquidiócesis.
“Creo que el diaconado permanente tiene un futuro maravilloso porque los diáconos son modelos de Jesucristo, el servidor”, señaló el diácono Chris Amantea, quien junto a su esposa Yvonne coordina la formación diaconal en la arquidiócesis.
“Están allá afuera, sirviendo en la esfera pública, y es estupendo ver que actualmente hay 80 hombres en formación”, añadió Amantea, quien sirve en la parroquia American Martyrs en Manhattan Beach. “Mi momento favorito de la Misa fue el signo de la paz, porque cuando el arzobispo impone las manos sobre el candidato, eso lo hace aún más especial”.
Las esposas de los nuevos diáconos permanentes reciben un reconocimiento por su formación y acompañamiento junto a sus esposos. (John McCoy)
Durante su homilía, el arzobispo Gomez les dijo a los nuevos diáconos: “Son hermanos elegidos, llamados a recibir el don de la amistad más íntima de todas: la amistad con Jesucristo. La amistad con Jesús significa que ahora tienen una nueva identidad, que su vida se ha unido a la suya”.
“Estoy seguro de que todos escuchamos la primera homilía de nuestro nuevo Santo Padre, el Papa Leo XIV. Dijo que quiere que seamos una Iglesia misionera que abre los brazos al mundo. Nuestro nuevo Papa desea que todos estemos animados por un espíritu misionero, por el deseo de llevar la Buena Nueva del amor de Jesús a nuestra sociedad y al mundo”.
El nuevo diácono Christopher McKim, quien junto a su esposa Katy lidera el programa OCIA en la parroquia St. Bede the Venerable en La Cañada Flintridge, compartió que dos momentos de la Misa de ordenación resonaron profundamente en él.
El primero fue cuando miró directamente a los ojos del arzobispo Gomez mientras recibía su bendición. El segundo, cuando junto a sus compañeros se postró en círculo completo alrededor del altar durante la Letanía de los Santos, como signo de humildad y adoración.
“Sentí la presencia del cielo orando no solo por mí, sino por todos mis hermanos”, dijo McKim. “Al principio lo dejé fluir y después pensé: este es un momento de gozo, así que empecé a cantar con todos, aunque estuviéramos postrados. Al levantarme, vi un círculo de vaho en el suelo de piedra, donde mi aliento había estado cantando”.
El diácono Ariel Santiago ofrece su primera bendición a su esposa Amalia, a su hija mayor Daisy Sánchez, a su hijo Ariel Jr., y a su hija menor Narelly, en la plaza exterior de la catedral tras la Misa de ordenación. (John McCoy)
Narelly Santiago, quien estuvo en primera fila con su familia —incluyendo a su abuela, tías y tíos— viendo a su padre ser ordenado, coincidió en que la Letanía de los Santos fue la parte más conmovedora de la Misa.
“Estoy muy agradecida de haber podido presenciar esto en persona”, dijo. “Es maravilloso poder decir: ‘Ese es mi papá, y es diácono’. He visto tanto el esfuerzo como la belleza de todo este camino. Mi papá y mi mamá han trabajado tan bien como equipo. Ambos pusieron el mismo tiempo y empeño. Verlos como iguales es hermoso e inspirador, y me anima a que, cuando crezca, yo también pueda tener la misma fe y respeto que les tengo a ellos”.
Aquí la lista completa de los 18 candidatos (con sus esposas) ordenados como diáconos permanentes este año:
Más información sobre la formación diaconal: lacatholics.org/diaconate-formation.