Estas hermanas dirán que ellas no tienen nada extraordinario. Bueno, de hecho, esto es algo que Kamaryn y Kailee suelen decir. En cuanto a Karter, es más probable que ella sonría o emita una risita y luego haga notar una imagen suya que aparece en un cartel promocional de la escuela St. Eugene, ubicada en el sur de Los Ángeles.

Lo que ha centrado la atención sobre ellas durante esta temporada de graduaciones no es realmente algo extraordinario: el hecho de que las tres hermanas se estén graduando de diversos niveles de educación en este año es meramente accidental, y debido a sus fechas de nacimiento y a los intervalos académicos que cursan. Lo que no es casual es el sólido fundamento que la escuela St. Eugene les ha dado para que lleguen mucho muy lejos.

Kamaryn Johnson se está graduando de la Universidad Northwestern, ubicada en las afueras de Chicago, y continuará sus estudios de posgrado en la USC. Kailee Johnson se está graduando de Santee High School, ubicada apenas al sur del centro de la ciudad, y asistirá a UCLA en el otoño. Karter Cotton se está graduando de kinder en St. Eugene, en donde una imagen de tamaño natural de ella adorna el poster que cuelga afuera de la escuela. La niña, de 5 años de edad es, literalmente, el rostro representante de la escuela.

Kailee ha sido reconocida como la estudiante con el mejor promedio, encargada de dar el discurso de despedida de Santee, un honor que Kamaryn tuvo también en la escuela cuatro años atrás. Kailee, que asistió a St. Eugene desde el kinder de transición hasta el octavo grado, hablará en la ceremonia de graduación de la escuela, en la cual estará presente Karter.

“Les diré que no hay nada de malo en sentirse nerviosos por el siguiente paso que van a dar”, dice Kailee. “No hay nada que temer porque aquí en St. Eugene tienen un buen sistema de apoyo, al que siempre pueden recurrir y que puede ofrecerles toda la ayuda que necesiten”.

Kamaryn, que asistió a St. Eugene desde preescolar hasta el octavo grado, habló en la ceremonia graduación de la escuela hace cuatro años. En esa ceremonia estuvo presente su hermano, Michael, que se estaba graduando de kinder. Ahora, dentro de unos cuantos meses, Kamaryn regresará a St. Eugene para dar clases en el kinder de transición, en lo que dan inicio las clases a las que asistirá en la escuela de posgrado.

“Yo pude ver su manera de interactuar con los niños cuando volvió para hablar en la graduación y pensé, esto puede funcionar”, dijo la directora Celynda Wilder Kingsby. “Ella tiene las cualidades que se necesitan para darle clases a los niños pequeños: es vivaz, divertida, servicial, atenta y protectora. Ella creció aquí y ahora ha vuelto para apoyar a la comunidad. Ese tipo de historias son las que quiere uno escuchar, ¿no?”

Kamaryn es entusiasta y divertida, Kailee un poco más reservada, con un sentido sarcástico del humor, Michael es reservado y es un talentoso jugador de baloncesto. ¿Y Karter?

“Karter es tal vez una de las personas más inteligentes que conozco”, dice Kamaryn. “Hay un espacio de 17 años entre nosotros, pero te puedes dar cuenta de que ella nos está observando, analizando las cosas”.

La madre de ellos, Kaci Johnson, tiene muchos títulos de posgrado y es Decana de Estudiantes en Santee High School. Con frecuencia se menciona que el éxito de sus hijos se debe, en gran medida, a ella, debido a sus claras expectativas con respecto a ellos, a su disciplina y —lo que más se resalta sobre ella— al constante apoyo que les ofrece.

El "pueblo" de St. Eugene incluye desde hace tiempo a la profesora Stephanie Thomas (arriba a la izquierda), que ha enseñado a todos los niños Johnson/Cotton, y a la directora Celynda Wilder Kingsby (segunda por la derecha), que recientemente contrató a Kamaryn Johnson para que enseñe en el jardín de infancia de transición el próximo año escolar. (Víctor Alemán)

“Ellos tienen éxito gracias a ella [a Kaci]”, dice Wilder. “Para ella, sus hijos son lo primero, son su todo, son su vida”.

Si le pregunta uno a Kaci a qué se debe que sus hijos sean tan exitosos, ella descartará cualquier alusión a una inteligencia fuera de lo común. Más bien, dirá ella, es porque sus hijos trabajan muy duro. Y ella sabe de dónde viene eso.

“Su abuelo tiene una educación de sexto grado, porque tuvo que dejar la escuela para ir a cosechar algodón”, dice Kaci acerca de su padre, Lloyd Gamble, originario de Arkansas. “Mi papá trabajó más arduamente porque quería demostrarle algo a todos. Él siempre nos ha hecho no enorgullecernos de trabajar afanosamente”.

La hija de Gamble dice que él sigue dando ese ejemplo. A los 72 años, todavía trabaja de tiempo completo como jardinero, levantándose temprano todas las mañanas para podar árboles y cortar el césped.

“Es el trabajador más empeñoso que conozco y gracias a él, mis hijos saben que la educación no te hace ser lo que eres. Lo que te define es la ética de trabajo, porque ellos saben que su abuelo, que no tiene educación, ha sobrepasado a muchas personas que sí la tienen”.

Esa mentalidad, transmitida de generación en generación, es la que hace que los hijos de Kaci sean “estudiantes ideales”, dice Stephanie Thomas, la maestra de kinder de Karter, que ha sido también maestra de cada uno de los hermanos en algún momento dado. “Es fácil quererlos y enseñarles, porque están deseosos de acoger esto”.

Para Kaci, St. Eugene ha sido una presencia constante a lo largo de la historia de éxito de la familia Johnson/Cotton, un lugar en el que se edificó sobre el legado nacido de los campos de Arkansas. Es un lugar en el que ella siempre pudo confiar para cuidar de sus hijos, para protegerlos, para desarrollar su confianza y enseñarles cosas que no se les enseñarían en las escuelas públicas.

“St. Eugene es nuestro pueblo”, dice. “Sé que ahí siempre protegerán a mis pequeños y que, desde una temprana edad, se les inculcará ahí a mis hijos la autoestima, la autosuficiencia, así como también la moral y el amor a Dios”.

Kamaryn Johnson, que se graduó recientemente en la Universidad Northwestern, atribuye el éxito de su familia al ejemplo de trabajo de su abuelo, Lloyd Gamble. (Foto enviada)

Kamaryn dice que se siente “super emocionada, super bendecida” por el hecho de regresar a la escuela a dar clases.

Ella no es la única. Stephanie Thomas dice que hace poco, Karter entró a su salón de clases y comentó: “¿Sabes? Este es el salón de clases de mi hermana”.

Cuando Kailee dejó St. Eugene, no fue fácil para ella dejar atrás ese ambiente familiar, en el que había una población estudiantil de poco más de 200 alumnos, para asistir a Santee, en donde la cantidad de alumnos llega casi a 2000 estudiantes.

“Para mí, el estar en una comunidad pequeña significaba que tenías una relación más personal con todos”, dice. “Yo conocía a todos los de la escuela. En mi escuela secundaria, después de cuatro años, me encuentro todavía con personas de mi clase que no conozco. [S t. Eugene] era como un remanso de paz”.

Naturalmente, la familia tiene por delante un ajetreado mes de graduaciones. Todos viajarán a Illinois para asistir a la graduación de Kamaryn, pero como la ceremonia de graduación de Kailee es poco después, Kamaryn tendrá que renunciar a otras ceremonias de graduación para asistir a la de su hermana.

De igual modo, Kailee tendrá que renunciar a algunas actividades de la noche de graduación para poder ir —¿a dónde más? — a St. Eugene, para una ceremonia de entrega de premios en la que participará su hermano Michael. ¿A alguno de ellos le afecta esto? Kailee es quien mejor lo expresa.

“Esa noche, yo seré la que aclame con voz más fuerte a Michael”.

Steve Lowery es un periodista experimentado que ha escrito para Los Angeles Times, Los Angeles Daily News, Press-Telegram, New Times LA, District, Long Beach Post y OC Weekly.