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En el cleo de toda peregrinación se encuentra un anhelo que ha fascinado e impulsado al espíritu humano desde tiempos inmemoriales. Y esta antigua práctica está ejerciendo actualmente una creciente atracción en la gente y asumiendo nuevas modalidades. De hecho, Estados Unidos tiene ya su propia ruta de peregrinación: el trayecto que une las misiones californianas de San Junípero Serra, quien fue canonizado en 2015.

Antiguamente, las peregrinaciones implicaban con frecuencia viajes distantes, recorriendo caminos y atravesando mares peligrosos. Actualmente, los cristianos continúan haciendo largos viajes, a lo largo de antiguas rutas de peregrinación —el camino de Jesús a través de Galilea hasta Jerusalén, el camino de los primeros mártires de Roma y el Camino de Santiago de Compostela— buscando ese poder transformador que parece brotar de estos sagrados lugares.

Pero no es necesario hacer un viaje tan lejano para vivir una peregrinación. s y más gente está descubriendo que un recorrido por el camino por el que anduvo el gran santo misionero de Estados Unidos, el apóstol de California, es una excelente manera de empaparse de su santa pasión y amor por el Evangelio. Los viajeros actuales, así como los peregrinos de antaño, están experimentando un viaje transformador a lo largo del Camino: el camino del peregrino.

El lema de San Junípero —“¡Siempre Adelante!”— es una expresión de su vida valiente, que buscó llevar la buena nueva de Jesucristo a los americanos nativos de California. Al recorrer su Camino con corazón de peregrinos, nosotros podemos prepararnos para continuar, a nuestro modo, el camino que él inició en California desde 1769 hasta su muerte, acaecida en 1784. Al encarnar su espíritu en nuestra peregrinación, podemos llegar a ser discípulos más dedicados a la misión y más evangélicos en nuestra manera de vivir el catolicismo.

Campanario de la Misión de San Diego en San Diego. (Foto Stephen J. Binz)

Recorriendo el Camino

Las misiones en número de 21, empezando por la de San Diego, que se extienden hasta Sonoma, al norte de la Bahía de San Francisco fueron inspiración de San Junípero. Estas misiones, tal como él las imaginó, llegarían a formar una escala sagrada, con peldaños colocados, convenientemente, a lo largo de toda la costa. Este “camino real”El Camino Real conserva los recuerdos tangibles de aquellos días en que el cristianismo llegó por primera vez a California.

El Camino de San Junípero une estas misiones como una ruta de peregrinación. Lo que empezó como senderos creados por los nativos americanos de California para viajar y comerciar, pasó a ser esta carretera, que fue adoptada por los españoles, cuando éstos iban explorando California y asentándose en ella. Aunque actualmente, gran parte de esto se encuentra bajo el asfalto de la autopista 101, en otras áreas puede ser rastreado a lo largo de las calles de la ciudad, de los caminos rurales y, ocasionalmente, en senderos de tierra, dentro de los terrenos de una misión.

En nuestros días, este Camino se recorre más fácilmente en automóvil, avanzando a lo largo de las carreteras costeras de California. La ruta está marcada por una serie de campanas de misión en miniatura erigidas originalmente a principios del siglo XX. Estas campanas de hierro fundido se han colgado de postes guía de 11 pies, inclinados y diseñados para verse semejantes al bastón de un pastor y claramente visibles a lo largo de la ruta. Los viajeros simplemente siguen un mapa o configuran su dispositivo GPS para avanzar de una misión a la siguiente.

Cada una de las 21 misiones es una joya única y un oasis espiritual. Estos terrenos se encuentran impregnados por los sacrificios de los pueblos indígenas que construyeron estos lugares, por los recuerdos de los primeros misioneros y por su celo por el Evangelio.

Los muros y los techos de las estructuras de la misión expresan la cultura nativa estadounidense, con sus brillantes tonalidades en naranja, rojo, amarillo y azul, distribuidos en patrones geométricos. El agua bendita que hay en los en nichos de la pared está contenida en conchas de abulón iridiscentes, que son objetos espiritualmente significativos para los indios y que adornan también el tabernáculo que contiene la Eucaristía. El arte antiguo de las misiones españolas puede encontrarse al lado de las pinturas murales indígenas, de modo que estos símbolos de piedad de hace dos siglos forman una mezcla maravillosa y sagrada.

Algunas de estas misiones se encuentran atrapadas dentro de ciudades, en tanto que otras están rodeadas de montañas y valles. Todas han sido moldeadas y estructuradas por varias generaciones. Los terrenos están llenos de campanas, de estatuas, de fuentes y jardines, todos ellos, símbolos de vida y fiestas de color. Los talentos de los americanos nativos se combinaron con las costumbres europeas para crear comunidades prósperas.

Sin embargo, aquellos que viajan a lo largo de este antiguo camino no sólo experimentan fragmentos de la historia, sino que también obtienen oportunidades para encontrarse, actualmente y de manera tangible, con la presencia del Dios vivo. Todas las misiones, a excepción de dos de ellas son iglesias en funcionamiento, en las que se celebran regularmente bautismos cristianos, la santa misa y hermosas bodas.

El horario de culto dominical se alterna entre el inglés y el español y a veces incluye ceremonias en vietnamita, haitiano, portugués y otros idiomas, destinadas a las comunidades de inmigrantes de California.

El Camino de San Junípero es la peregrinación ideal pues desafía al viajero a hacer un recorrido espiritual interno que es paralelo al viaje geográfico externo. Al viajar por este camino, los peregrinos encuentran lugares sagrados, comunidades de fe, ocasiones para la oración meditativa y oportunidades de sanación interior, es decir, todas las facilidades para ajustar más estrechamente sus vidas con el Evangelio.

La peregrinación puede ser tan austera o tan lujosa como uno elija. Mi primer viaje a través las misiones fue en un coche de alquiler, recorriendo la costa a mi propio ritmo, deteniéndome a buscar alojamiento al final de cada día. He dirigido también peregrinaciones en autocares de lujo, con alojamiento en agradables hoteles y cenas que nos esperan cada noche. Y he admirado siempre a los excursionistas y ciclistas que caminan de una misión a otra, como en los tiempos anteriores a la gasolina y a la energía eléctrica.

Las misiones como espacios de encuentro

Mucho más que museos que documentan el pasado, las misiones siempre han sido lugares de encuentro entre los pueblos. Comenzaron cuando las culturas nativas americanas y europeas se encontraron. Dos tradiciones se entrelazaron entonces: el estilo franciscano español, que afirmaba la bondad de la creación y la encarnación de Dios en el mundo, y la espiritualidad indígena de California, que practicaba el respeto por la tierra y por el espíritu divino que la llena.

San Junípero formó parte de un equipo misionero que salió a las periferias más allá de las fronteras geográficas, sociales y raciales de su tiempo para proclamar el Evangelio. Sin embargo, en su encuentro con los nativos americanos, él buscó comprender sus creencias espirituales indígenas.

San Junípero Serra, que amaba a los pueblos nativos de California, enseñando a un niño nativo. (Foto Stephen J. Binz)

Sus diarios muestran ejemplos de cómo él utilizó las creencias tradicionales como punto de arranque para predicar el Evangelio. Él criticó con fiereza a los colonos y militares españoles, protegiendo constantemente a los nativos americanos de ser maltratados o vilipendiados moralmente. Él desgastó su vida por amor a los indios de California y ellos le correspondieron amándolo profundamente. Seiscientos de ellos lloraron en su funeral, llenando su féretro con flores silvestres y hubo incontables personas que dieron testimonio de su santidad.

En la canonización de San Junípero Serra, el Papa Francisco dijo que él representa a una Iglesia en salida: “Él se animó a abrir caminos, supo salir al encuentro de tantos aprendiendo a respetar sus costumbres y peculiaridades. Aprendió a gestar y a acompañar la vida de Dios en los rostros de los que iba encontrando, haciéndolos sus hermanos.

Seguir el Camino de San Junípero nos convence de que todo bautizado tiene dos llamados fundamentales: el llamado a la santidad y el llamado a la misión. En la extraordinaria vida de San Junípero, santidad y misión fueron una sola cosa, unidas, ambas, en la alegría del Evangelio.

Como peregrinos que recorren su camino, nosotros asumimos su alegre convicción, aprendiendo a dejar atrás nuestros refugios de seguridad para dar testimonio de Jesucristo en el mundo moderno. Y por nuestra llamada a la santidad, proclamamos su buena nueva, no sólo con palabras, sino, sobre todo, con una vida transfigurada.

El Papa Francisco dijo que este llamado a la evangelización debe ser una parte normal de una vida cristiana madura, auténtica e integrada. La evangelización es el llamado urgente que nos hace nuestra Iglesia a renovar, fomentar y cultivar discípulos. El Camino de San Junípero nos señala el camino a seguir. “La alegría del Evangelio”, dice el Papa, “se experimenta, se conoce y se vive solamente dándola, dándose”.

La respuesta de San Junípero y sus seguidores al llamado a compartir el Evangelio es un intrincado reflejo de lo que somos y siempre hemos sido como Iglesia: un pueblo pecador pero santo, que constantemente se esfuerza por seguir, lo mejor que pueda, la voluntad de Dios en el contexto de nuestras debilidades y fortalezas, tanto desde nuestra ceguera como desde nuestro celo por ser discípulos misioneros de Jesucristo.

Desde nuestra perspectiva actual, podemos ver que los primeros misioneros de California estaban, con frecuencia, demasiado inmersos en su propia cultura europea como para ver claramente la riqueza de la cultura en la que estaban entrando. A sus ojos, la cultura europea era “civilizada”, en tanto que la cultura nativa americana era “primitiva”. Como cristianos globales de hoy, nosotros tenemos que aprender a ver el modo en que el Evangelio vive en una multitud de contextos culturales, lo cual nos obliga a ser humildes al examinar las creencias y costumbres que llevan a Jesucristo en otra cultura.

Actualmente, los nativos americanos cristianos de California buscan modos de participar como pueblos indígenas en pie de igualdad en la vida y la misión de la Iglesia. Ellos continúan explorando maneras de experimentar la libertad y el poder espiritual del Evangelio, sin dejar de abrazar plenamente su identidad tribal sus costumbres tradicionales y hábitos culturales en sus expresiones de fe en Jesucristo.

Al acoger una Iglesia multicultural, tal como la que existe hoy en California y en nuestro propio contexto local, celebremos nuestra fe cristiana universal, expresada a través de los lenguajes, costumbres, arte, música, valores y rituales de los nativos americanos, españoles, mexicanos, y de toda una gran variedad de culturas asiáticas, africanas y europeas. Al hacerlo así, continuaremos recorriendo el Camino de San Junípero.

Una peregrinación que vale la pena hacer

Al recorrer el Camino de San Junípero y disfrutar de las hermosas misiones de California, esforcémonos por sanar, lamentando lo males del pasado y reconociendo las verdaderas penas que permanecen. Pero reconozcamos también el heroísmo de San Junípero y de todos los grandes hombres y mujeres, americanos nativos e hispanos, que santificaron las misiones de California y dieron testimonio de su historia.

Vayan a las iglesias de misión con un corazón de peregrino, en busca de Dios. Tomen en su mano el agua de la fuente de cada puerta, que les recuerda el bautismo y el agua de esa vida nueva que Dios quiere que brote en ustedes. Bendíganse a mismos, como un signo tangible de la muerte salvadora y de la resurrección que une a los creyentes en una sola fe. Enciendan una vela en sus altares favoritos como señal de que su oración permanece en este lugar después de su partida.

Si ustedes llegan y la iglesia está llena de gente celebrando una misa, un bautizo, una boda o un funeral, no se vayan, decepcionados, porque su recorrido se ha visto obstaculizado. s bien, colóquense en un lado de la iglesia, agradecidos de que la fe que estas misiones representan siga viva para tanta gente hasta el día de hoy.

Las preguntas que surgen a lo largo del recorrido de peregrinación de Estados Unidos se convierten en desafíos para los discípulos de hoy. ¿Se puede transformar el pasado misionero en algo nuevo que comunique un mensaje convincente y atractivo y plantee desafíos para la era en la que vivimos? ¿Pueden avivarse hoy los destellos de santidad, aún existentes, de la California misionera para traer la justicia y la reconciliación entre la gente de nuestra tierra? La riqueza espiritual de la peregrinación por el Camino de San Junípero puede suscitar un profundo deseo de esperanza, de trabajo y oración por una nueva civilización del amor en los viajeros cristianos de hoy.

Stephen J. Binz es un perito en Biblia, un autor galardonado y un popular conferencista. Es autor de más de 50 libros, entre los que se encuentra “El Camino de San Junípero Serra” (Servant Books, de Franciscan Media, $18.99).