Si los políticos creen que hablar de la reforma de la Seguridad Social es el "tercer" carril de la política, hablar de la Segunda Enmienda debe ser equivalente a que Thelma y Louise se lancen por el acantilado a 90 mph. Es aún más virulento e intenso tras el horror que tuvo lugar en una escuela primaria de Texas el 24 de mayo.

Se han hecho llamamientos a la reforma de esto y aquello, con ambas partes insistiendo en que tienen razón, y que cualquier desviación es una señal segura de que la opinión contraria es mala. Uno de los hilos recientes que se han ido desenredando de forma regular, en todas partes, desde las redes sociales y los programas de entrevistas de televisión hasta el pleno de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, es un claro desprecio por el concepto de la oración.

Teniendo en cuenta el horror que tuvo lugar aquel día en la escuela primaria Robb de Uvalde, los que se burlan de la oración la ven principalmente como un truco de tonterías sin sentido con el único propósito de apaciguar la culpa. Los que participan en esta nueva forma de "diálogo" descartan de plano que la oración tenga alguna consecuencia, ya sea positiva o negativa.

Por ejemplo, cuando la presentadora de "The View", Whoopi Goldberg, no le dijo al arzobispo de San Francisco cuáles eran y cuáles no eran sus poderes episcopales, expresó su indignación ante la idea de que la gente rezara por lo ocurrido en Texas. Ella, como tantos otros en los medios de comunicación, parecía estridentemente ofendida. La implicación, no expresada pero clara, es que la oración es un resabio supersticioso de la infancia o una incapacidad de creer en la ciencia.

Es cierto que hay veces que decimos que rezamos por alguien pero no lo hacemos de corazón. Eso es culpa nuestra. Pero en nuestros mejores momentos, la oración nos lleva ante el trono de Dios para pedir algún bien o para aceptar su voluntad. La trampa en la que caen muchas personas es creer que algunas oraciones son inútiles. La realidad es que todas las oraciones son respondidas. Pero a veces la respuesta es negativa.

Parte de la animadversión actual hacia la oración proviene de personas bienintencionadas que creen que es necesario actuar. No sé qué acción es esa, ni tampoco lo saben muchas de las personas que la piden. Que un joven de 18 años pueda encerrarse en un aula con niños de 10 años y masacrarlos es un problema que ninguna ley del hombre va a curar o abordar completamente. Eso no significa que no utilicemos la razón o nuestros dones para lograr el cambio. Pero actuar sin rezar es una locura.

La oración puede ser un asunto complicado, por lo que creo que la mayoría de las personas que la ridiculizan tienen un enfoque superficial de la misma. Han crecido con demasiadas versiones hollywoodienses de oraciones en las que se responde inmediatamente de forma afirmativa o en las que los buenos ganan al final.

La verdadera oración es diferente. Jesús rezó mucho la noche antes de morir para que Dios dejara pasar la copa. Dios respondió, Jesús adivinó su voluntad, y el resto es cristianismo.

Cualquier "remedio" que deriven los políticos y los grupos de interés mejorará o empeorará este asunto. Nadie lo sabe realmente, por muy convencidos que estén los "expertos" sobre lo que funcionará.

La oración, en cambio, siempre es eficaz, tanto si se responde espectacularmente de forma afirmativa, como si sólo el suplicante ve el fruto. También es poderosa, como en el caso de Jesús en Getsemaní, donde la persona que reza no obtiene la respuesta que quiere, sino la que necesita.

Que todos los padres y familias que están sufriendo ahora mismo en Texas estén aislados del ruido tóxico que nuestra cultura les está imponiendo, y que todas sus oraciones sean discernidas y traigan consuelo... quizá no ahora, pero sí pronto, y para siempre.