Tres expertas abogadas explicaron que no existe en el marco internacional el derecho al aborto y que esta práctica constituye un fracaso del feminismo, que no solo debe proteger a las niñas y niños por nacer sino a las embarazadas que afrontan una situación complicada.

Así lo indicaron durante el panel “Derecho a la vida y aborto: Una mirada crítica a la tendencia de la liberalización”, realizado este jueves 3, Soledad Beltersen, profesora de derecho constitucional y derechos humanos en la Universidad de Los Andes (Chile); María Carmelina Londoño, directora de la maestría en derecho en la Universidad de La Sabana y perito de la Corte Interamericana de Derechos Humanos; y Andrea Picciotti-Bayer, de la Universidad de Stanford (EEUU) y directora del Conscience Project que defiende el derecho a la objeción de conciencia.

En su participación en el evento organizado por la Clínica Jurídica de la Universidad de La Sabana (Colombia), Bertelsen explicó que “el derecho internacional no contempla el derecho al aborto”.

La experta precisó que quienes argumentan lo contrario citan “recomendaciones de comités” como el Comité para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) de las Naciones Unidas, que sin embargo “no crean obligaciones internacionales a reconocer el aborto porque no constituyen una fuente vinculante de derecho internacional”.

Beltersen indicó que si bien estas recomendaciones o “soft law” (ley suave) –como se conoce en el lenguaje jurídico– pueden influir en la creación de normas o leyes vinculantes a nivel internacional, no bastan por sí solas, “sin importar si se multiplican en este sentido”.

Además, la especialista explicó que para generar un derecho o una norma internacional es necesario también lo que se conoce en el mundo legal como “costumbre”. Para que esta exista “se requeriría una práctica constante y uniforme de los estados de consagrar el aborto como un derecho. Si bien algunos estados lo aprobaron, otros lo prohíben, entonces no hay práctica constante y uniforme”.

“Actualmente 43 estados prohíben el aborto, entonces no hay una tendencia mundial”, precisó.

Prueba de esto es la reciente Declaración de Ginebra, firmada en octubre por 32 países, entre ellos Estados Unidos, en los que se explicita textualmente: “Declararemos inequívocamente que no existe el derecho internacional al aborto. Con orgullo, pondremos la salud de la mujer en primer lugar en cada etapa de la vida”.

Soledad Beltersen también explicó que “si se intenta proponer una costumbre internacional que permita un derecho al aborto, se suprimiría el derecho a la vida del no nacido. Quienes se plantean esto no se dan cuenta que estarían borrando artículos enteros de tratados internacionales”.

María Carmelina Londoño, madre de cinco hijas, dijo en su intervención que “los avances científicos comprueban que el ser en gestación pertenece a la especie humana cuando los progenitores son humanos, con un ADN independiente e irrepetible. Sobre eso no hay controversia en el mundo científico ni en el mundo jurídico”.

En ese sentido, “el derecho internacional tiene un papel fundamental en la protección del ser humano por nacer en atención a las reglas de protección de los derechos humanos vigentes”.

“Para preservar la unidad y coherencia del sistema jurídico internacional que protege la dignidad humana, el aborto no puede considerarse un derecho y no puede considerarse como algo que el Estado debe promover”, destacó.

“Dado que la ciencia prueba que el ser en gestación es humano, entonces no se entiende por qué el derecho tendría que seleccionar a quiénes sí defender y a quiénes no”, prosiguió.

La experta subrayó que “ningún tratado internacional establece el derecho al aborto, pero sí hay tratados internacionales que reconocen los derechos de los seres humanos por nacer como la Convención de Derechos del Niño, que reconoce sus derechos antes y después de nacer”.

En Colombia “se defiende el acceso de las mascotas a la atención médica y el de un nevado. En ese marco sería absurdo y contradictorio pensar que a los seres humanos no nacidos no se les puede proteger. Eso es absurdo”, aseguró Londoño.

Andrea Piccotti, madre de diez hijos, se refirió también a la importancia del derecho a la objeción de conciencia y explicó que los que primero sufren cuando al aborto se le da el peso de “derecho” son los que hacen parte del personal de salud.

“Incluso la gente a favor del aborto reconoce el derecho a la objeción de conciencia, al menos por ahora. No hay tiempo que perder” para promoverlo y defenderlo, dijo.

El aborto es el fracaso del feminismo
María Carmelina Londoño explicó que “para el feminismo es un fracaso pensar que el aborto es la mayor reivindicación de los derechos de las mujeres”. Indicó que esta postura quiere “convencer a las mujeres que tener hijos es una tragedia, un obstáculo para la realización en la sociedad y su empoderamiento”.

Londoño, que dijo ser “feminista y revolucionaria” porque defiende los derechos de las mujeres, también de las no nacidas, explicó que otro problema del feminismo radical está en su perspectiva de lo que son los derechos humanos.

En su opinión, el problema está en “una visión equivocada de los derechos humanos donde se ensalza el individualismo” en oposición “a la vida en comunidad”.

Andrea Picciotti, que vivió 10 años en Colombia y que tuvo a seis de sus hijos en el país sudamericano, dijo en la ronda de preguntas que “tener un bebé es una bendición y un reto para una mujer. Es una fuente de éxitos para la vida. Por ello debe recibir apoyo en la familia, sobre todo con el papá”.

La experta abogada destacó la gran labor que realizan en Colombia los centros de asistencia a las mujeres embarazadas y sus niños, que no solo están en Bogotá sino en distintas ciudades del país.

“Al final del día lo que necesita la mujer que espera un bebé es amor, para que sepa que fue escogida para dar luz en su propio cuerpo que tiene espacio para otro ser humano. Estoy personalmente aquí para ayudarla”, destacó.