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Este viaje era necesario. Este viaje era esencial.

Seis meses después del inicio de su pontificado, la prensa internacional seguía intentando descifrar la personalidad del Papa León XIV. Quienes cubrimos el Vaticano comenzábamos a resignarnos a la idea de que este papa no tenía ningún interés en generar titulares —lo que haría nuestro trabajo cada vez más difícil.

Muchos esperábamos que el Jubileo de los Jóvenes, a comienzos de agosto, fuera su debut triunfal. Vimos destellos de ello durante una aparición sorpresa para saludar a miles de jóvenes en la Plaza de San Pedro en inglés, español e italiano—pero luego adoptó un tono sobrio durante la vigilia y la Misa al aire libre, a las afueras de Roma, con un millón de jóvenes.

Estos meses han mostrado cuán eficaz es la “máquina” vaticana a la hora de rodear a un papa: un sistema que, al intentar “italianizarlo”, pierde de vista que la Iglesia católica necesita un pontífice capaz de hablarle al mundo en un lenguaje que este pueda comprender. El Espíritu Santo pareció coincidir, al darnos un Santo Padre que habla inglés y español con fluidez.

Sin embargo, las improvisaciones o intervenciones en esos idiomas —en los que es más probable que revele su verdadera personalidad— son escasas: los discursos suelen prepararse únicamente en italiano.

Para nosotros, los periodistas, quedaba una última esperanza: el primer viaje del nuevo papa. Concebido originalmente por el Papa Francisco como una peregrinación ecuménica para conmemorar el 1.700º aniversario del Concilio de Nicea, el viaje se vio reforzado por la decisión de León de añadir el Líbano al itinerario, un país que parece encontrarse nuevamente al borde de la guerra.

El Papa León XIV se une al patriarca ecuménico ortodoxo Bartolomé y a otros líderes cristianos para una oración ecuménica frente a las ruinas de una antigua basílica en Iznik, Turquía, el 28 de noviembre de 2025. El encuentro marcó el 1.700º aniversario del Concilio de Nicea, convocado en el año 325, que dio origen al Credo Niceno y definió doctrinas cristianas fundamentales. (Foto CNS/Lola Gomez)

El Papa León XIV se une al patriarca ecuménico ortodoxo Bartolomé y a otros líderes cristianos para una oración ecuménica frente a las ruinas de una antigua basílica en Iznik, Turquía, el 28 de noviembre de 2025. El encuentro marcó el 1.700º aniversario del Concilio de Nicea, convocado en el año 325, que dio origen al Credo Niceno y definió doctrinas cristianas fundamentales. (Foto CNS/Lola Gomez)

Todo era un misterio: ¿Hablaría con los periodistas? ¿Retomaría las conferencias de prensa durante el vuelo de ida, como Juan Pablo II o Benedicto XVI, o seguiría haciéndolas solo al regreso? ¿Permitiría preguntas espontáneas como Francisco, o deberían ser aprobadas con anticipación? ¿Se acercaría a saludar a los periodistas, o nos vería como acompañantes incómodos? Todo estaba por verse.

Cuando apareció en nuestra sección del avión papal, con anteojos y visiblemente de buen ánimo, nuestras ansiedades se disiparon. Recibió con amabilidad un ícono de estilo bizantino de la Virgen de Guadalupe de manos de la decana de la prensa vaticana, Valentina Alazraki, de Televisa Univisión, “para guiar los pasos de un papa americano, americano de nacimiento, sudamericano de corazón”.

Tras la bienvenida, el papa tomó la palabra y, en inglés (¡sorpresa!), nos deseó un Feliz Día de Acción de Gracias y nos agradeció el servicio que, como periodistas, prestamos “al Vaticano, a la Santa Sede, a mí personalmente y al mundo entero”. León quería transmitir un mensaje con este viaje, y contaba con los 80 periodistas que viajábamos con él para ayudarlo a hacerlo.

Saludó a cada uno de nosotros personalmente. Cuando llegó a mi asiento, decidí decir lo que pensaba.

“Santo Padre, a los católicos y a los medios les encanta cuando habla en español. Espero que lo haga más seguido”. El papa sonrió con amabilidad. En realidad, yo solo estaba poniendo en palabras el grito desesperado de la prensa vaticana.

En Turquía, el mensaje del papa se centró en cuestiones ecuménicas. En la capital, Ankara, recibió una bienvenida de Estado y pronunció un discurso ante las autoridades civiles en el que destacó el papel de Turquía como puente entre dos mundos. También hizo un llamado al cuidado de la creación y subrayó el rol de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad —un mensaje valiente en un país musulmán.

Pero el punto más alto de esta etapa del viaje llegó al día siguiente, en Iznik, un pequeño pueblo a orillas de un hermoso lago donde se alzaba la antigua Nicea.

El Papa León XIV camina junto a líderes musulmanes turcos y asistentes al salir de la Mezquita del Sultán Ahmed, conocida como la Mezquita Azul, tras una visita privada en Estambul, Turquía, el 29 de noviembre de 2025.
(Foto CNS/Lola Gomez)

De pie frente a las ruinas de la basílica del siglo IV de San Neófito —donde los estudiosos creen que se celebró realmente el famoso concilio—, el papa, el patriarca ecuménico Bartolomé I y representantes de otros ritos y confesiones cristianas se unieron para llamar a la unidad y profesar juntos el Credo Niceno-Constantinopolitano. Las imágenes ofrecieron una escena poderosa.

En sus palabras, León llamó a los presentes a “superar el escándalo de las divisiones que, lamentablemente, aún existen” y a “alimentar el deseo de unidad por el que el Señor Jesús oró y dio su vida”.

Este sería el eje de su esfuerzo durante todo el viaje. Resultó particularmente significativo que, en la fiesta de San Andrés, hermano de San Pedro, los sucesores de ambos apóstoles se encontraran en la Divina Liturgia para transmitir un mensaje orientado a la reconciliación.

Incluso el patriarca Bartolomé señaló que las cuestiones teológicas que separan a católicos y ortodoxos —el desacuerdo sobre la cláusula del filioque en el Credo Niceno y la doctrina de la infalibilidad papal— están siendo estudiadas en busca de soluciones que conduzcan a la reunificación de ambas Iglesias. Mientras tanto, no hubo novedades significativas respecto a una esperada fecha común para la Pascua.

Tras la bendición apostólica ecuménica desde el balcón del patriarcado, nos dirigimos al aeropuerto y —¡sorpresa!— el papa decidió ofrecer una pequeña conferencia de prensa durante el vuelo entre Estambul y Beirut. Respondió dos preguntas de colegas turcos antes de revelar que los líderes ecuménicos habían discutido la posibilidad de un gran evento en 2033 para conmemorar los 2.000 años de la resurrección de Jesucristo.

“La idea ha sido aceptada, pero todavía no hemos emitido la invitación”, dijo León. “La posibilidad sería celebrar este gran acontecimiento de la Resurrección, por ejemplo, en Jerusalén en 2033. Aún tenemos varios años para prepararlo”.

El Papa León XIV reza con obispos, sacerdotes, religiosos y fieles laicos al llegar a la basílica de Nuestra Señora del Líbano en Harissa, al norte de Beirut, el 1 de diciembre de 2025. (Foto CNS/Lola Gomez)

El Papa León XIV reza con obispos, sacerdotes, religiosos y fieles laicos al llegar a la basílica de Nuestra Señora del Líbano en Harissa, al norte de Beirut, el 1 de diciembre de 2025. (Foto CNS/Lola Gomez)

Al llegar a Beirut, nos esperaba un escenario muy distinto. Era un país con multitudes de cristianos listos para recibir al papa. El Líbano nos desbordó con su afecto y entusiasmo por León.

La bienvenida visualmente espectacular preparada para el papa en el Palacio Presidencial dio paso a la realidad sobria y dramática de la sociedad libanesa actual: un país que, tras guerras, insurgencias, un colapso económico y tragedias como la explosión del puerto de Beirut en 2020, parece no ver un futuro por delante.

El papa, consciente de la inminente “fuga de cerebros” provocada por estas condiciones, preguntó a las autoridades: “¿Qué se puede hacer para que los jóvenes, en particular, no se sientan obligados a abandonar su patria y emigrar? … Cristianos y musulmanes, junto con todos los sectores religiosos y civiles de la sociedad libanesa, están llamados a aportar su contribución y a comprometerse a sensibilizar a la comunidad internacional sobre este problema”.

A los jóvenes les dijo: “Bienaventurados los jóvenes que se quedan o regresan, para que el Líbano siga siendo una tierra llena de vida”.

El llamado del papa a los jóvenes libaneses a no abandonar su país fue uno de los mensajes que más se destacaron durante la visita, junto con los ya conocidos llamados a la paz y a la convivencia.

Durante el vuelo de regreso a Roma, el papa volvió a visitar la cabina de los periodistas y, después de responder a las preguntas más políticas, compartió algunas anécdotas y mostró un costado de su personalidad que llevábamos meses esperando descubrir.

Vimos a León sonriendo, despreocupado y espontáneo. Respondía las preguntas en el idioma en que se le formulaban. Confirmó que se siente más cómodo en inglés y en español. El papa parece estar comprendiendo que su ministerio debe estar abierto al mundo —un mundo que no entiende italiano.

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Jovel Álvarez