La calidad humana da superioridad y prestigio, las cualidades femeninas para lograrlo: simpatía, comprensión, amabilidad, respeto y sencillez.
La señorita Alto Mayor es la Gerente General de una empresa relativamente pequeña en los Estados Unidos, aunque por la forma en que ella se conduce cualquiera pensaría que es una mujer poderosa y con un rango muy importante. Generalmente cuando entra a un salón no mira a nadie, saluda a unos cuantos y por lo regular se le ve acompañada de un séquito que asume sus mismas actitudes. ¿Tendrá la señorita Alto Mayor un marcado complejo de superioridad?
Podemos encontrar a personas que padecen del complejo de superioridad en todos los niveles sociales y corporativos. Pero, ¿Qué es este complejo? ¿Cómo surge? ¿Cómo podemos distinguir si esta arraigado en nuestra persona?
Podemos decir que es la conducta propia de algunos que han alcanzado cierto nivel de éxito en sus vidas, y por lo mismo, se sienten superiores y con derecho a mirar con arrogancia a quienes, según su visión, no están en su mismo nivel.
Esta conducta tan común es la manifestación del sentimiento de inferioridad disfrazado de otra forma. ¿No es esto una contradicción? Si observamos cuidadosamente, estas personas se muestran altaneras, presuntuosas, arrogantes, inflexibles y vanidosas; aparentan indiferencia hacia las actitudes y opiniones, pero en realidad son muy susceptibles a las críticas y comentarios de los demás y su habilidad para establecer relaciones humanas armoniosas esta muy poco desarrollada.
Al llegar a este punto, es necesario reconocer que el éxito es consecuencia del trabajo realizado con empeño; posiblemente tu misma no estás totalmente consciente de ello y puede ser que utilices algunos de estos mecanismos de defensa para sentir que tienes valor.
Es muy importante dedicar un tiempo para evaluar tu personalidad y las actitudes que muestras a los demás. Las mujeres que acogen y aceptan a todos por igual, pueden hacer mucho más a nivel familiar, empresarial o político. Las verdaderas líderes, conscientes de su valor como personas no tiene necesidad de ser presuntuosas, al contrario, su trato es amable, su mirada es directa y de aceptación para cada persona con la que tienen relación.
Todas nuestras actitudes hacia los demás están relacionadas directamente con el nivel de autoestima que tenemos. Si tu autoestima es serena y equilibrada, estás en condiciones de ser más comprensiva, incluso cuando es necesario llamar la atención a un hijo o a un compañero de trabajo. Si por el contrario, tus actitudes denotan poca delicadeza, estás cada vez más distante de construir una relación llena de confianza y respeto.
El ser humano dentro de sus diversas necesidades, tiene especialmente dos que son muy importantes para él: la necesidad de poder y la necesidad de pertenencia. Cada mujer necesita mostrar que puede ejercer liderazgo sobre los demás de una o de otra manera; pero al mismo tiempo, también necesita sentir que pertenece a algo o a alguien. Para la mujer la necesidad de pertenencia va mucho más allá que la necesidad de poder.
Si quieres pertenecer e influir en un grupo determinado debes estar atenta a tus actitudes, mejorar tu trato, suavizar tu mirada y tener madurez para aceptar las críticas. Desde el momento que inicies ese cambio desde tu interior, serás mejor aceptada por los demás logrando influir positivamente en sus vidas.
En la familia: la primera sembradora de autoestima eres tu. Forjar la autoestima para sentirse capaz ante la vida es sembrar amor, lo que significa comenzar a levantar los cimientos espirituales que sostendrán la personalidad de cada miembro de tu familia.
Si bien es cierto que la autoestima tiene que ver directamente con la dimensión emocional de la persona, no olvides que tú como católica no te quedas ahí, pues tu fe y el libro más importante de todos los tiempos – la Biblia- te da las indicaciones precisas de como sembrar y decir con plena convicción: “Tú, Señor eres mi fuerza; ¡Yo te amo! (Salmo 18,1).
En la empresa: como trabajadora puedes hacer mucho por cada uno de tus compañeros o subalternos. Si entre ellos hay alguno en especial que muestra signos de complejo de superioridad, tu con ese talento tan especial, podrás ayudarles a sacar lo mejor de cada uno y desarrollarse.
Cuando los perfeccionas con las bondades de tu fe, podrán mejorar con la ayuda divina. En los Salmos existe todo un tratado de autoestima que es la fuerza de la vida: “ Dios es quien me da fuerzas, quien hace intachable mi conducta, quien me da pies ligeros, como de ciervo, quien me hace estar firme en las Alturas, quien me entrena para la batalla, quien me da fuerzas para tensar arcos de bronce”. (Salmo 18:32-34). Si tu también quieres encontrar respuestas o estrategias para triunfar en la vida sin complejos, lee el libro de los Salmos, Sabiduría y Proverbios te sorprenderá lo que puedes encontrar en ellos.
El mundo esta lleno de señoritas Alto Mayor y es algo que no podemos evitar. Pero podemos ayudar a cada una de ellas a encontrarse y a descubrir que el verdadero valor como persona, no se logra con altanería. Con la calidad de tu amor y personalidad podrás lograrlo. Si no sabe abrazar, enséñale abrazándola tú; si no sabe dar un cumplido, enséñale, dándoselo tú; si desconfía del todo el mundo, confía tu en ella; si es insolente contigo, enséñale lo contrario siendo humilde con ella. Y así tantas cosas que puedes hacer para ayudar a otra mujer a crecer.
Aunque muchas veces no entiendas el comportamiento de los demás, nunca te canses, recuerda que una mujer ejemplar no es fácil hallarla. (Prov. 31: 1) y tú, estoy segura, eres una de ellas.