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Nuestro padre amaba a John Wayne. Si había una película del “Duke” en la televisión un domingo por la tarde, la íbamos a ver. Si pasaban una película suya en el programa de la noche, se quedaba despierto para verla.

Ambos padres eran de una generación que “compró” el sueño de Hollywood, ese sistema que creaba, manejaba y protegía la imagen de las estrellas para que los fanáticos las idolatraran dentro y fuera de la pantalla. No existían teléfonos celulares ni programas sensacionalistas que rompieran la burbuja cuidadosamente construida de la celebridad.

Eso no quiere decir que mamá o papá fueran ingenuos. Sabían cómo funcionaba el mundo e intuían que muchas de esas imágenes eran puro artificio. Papá jugaba el juego… hasta que algo chocaba directamente con su sensibilidad religiosa. Por ejemplo, cuando estrellas católicas como Tyrone Power o Don Ameche protagonizaban escándalos al divorciarse y casarse con otras mujeres.

John Wayne era diferente. A pesar de sus múltiples matrimonios, fue lo más cerca que papá estuvo de sentirse deslumbrado por una celebridad. Cuando Wayne se estaba muriendo de cáncer, papá también. Era como si estuvieran en el mismo camino.

Durante su enfermedad, yo era el único de los hijos que seguía viviendo en casa. El ambiente que se respiraba en esa vieja y grande casa era opresivo, especialmente en los peores días.

Un día, mientras manejaba, escuché por la radio la noticia de que John Wayne había muerto. No quería volver a casa ese día, imaginando el estado en que estaría papá. Pero cuando finalmente me armé de valor para entrar por la puerta trasera y caminar hasta la sala donde él estaba sentado, se podía palpar la tristeza.

Sin embargo, unos días después llegó otra noticia: John Wayne, padre de hijos católicos, había entrado en la Iglesia Católica en su lecho de muerte. Aquella noche, cuando volví a casa, papá era otro hombre. Seguía muy enfermo por una dolencia que lo consumía lentamente, pero la revelación sobre aquel ícono de la cultura estadounidense con quien sentía una conexión extraña fue un mejor remedio que cualquiera de los que le habían recetado sus oncólogos. Por la alegría y el consuelo que John Wayne le dio a mi padre, siempre estaré agradecido.

Hasta hoy, experimento una alegría especial cuando me entero de que alguien decide hacerse católico, ya sea una celebridad o alguien cercano. Puedo entender lo que sintió mi padre con John Wayne.

Católicos de todo Phoenix se reúnen junto a una estatua de la Virgen María en Scottsdale, Arizona, el 10 de septiembre de 2025, para orar por Charlie Kirk, asesinado ese día durante un evento de Turning Point USA. (Foto: OSV News/Caitlin O'Hara, Reuters)

Católicos de todo Phoenix se reúnen junto a una estatua de la Virgen María en Scottsdale, Arizona, el 10 de septiembre de 2025, para orar por Charlie Kirk, asesinado ese día durante un evento de Turning Point USA. (Foto: OSV News/Caitlin O'Hara, Reuters)

Nunca sabré si mi padre habría pensado en el difunto Charlie Kirk de la misma forma en que pensó en John Wayne. Pero estoy seguro de que habría notado ciertas señales que sugerían que Kirk podría haber cruzado el Tíber algún día. Ahora nunca lo sabremos. Pero sí conozco dos eventos concretos que ocurrieron antes de su asesinato.

Uno fue un video reciente que Kirk grabó, sugiriendo a sus correligionarios protestantes que no le daban a la Virgen María el lugar que merece. Era un video que bien podría haberse mostrado en una clase de religión de escuela católica. Incluso sugería que su ejemplo era un modelo cristiano aplicable más allá de las denominaciones.

El otro fue un intercambio personal entre Charlie Kirk y un obispo católico que, casualmente, es mi hermano: el obispo Joseph Brennan, de Fresno. Él me dio permiso para compartir el contenido de esa conversación.

Un poco más de una semana antes de su asesinato, Kirk asistió a un desayuno de oración provida en Visalia, California, dentro de la diócesis de Fresno. El obispo también estaba presente y tuvo un breve momento privado con Kirk.

Fue entonces cuando Kirk le habló sobre su esposa e hijos católicos, y cómo asistía a Misa con ellos. Subrayó esta conversación diciendo: “Amo a mi párroco católico”.

Cuando se disponían a asistir a la parte pública del desayuno, Kirk mencionó los rumores sobre su posible conversión al catolicismo y dijo: “Estoy así de cerca”.

A papá le habría encantado escuchar esa historia de labios de su hijo. Le habría dado alegría imaginar cómo un hombre podía ser amado hacia dentro de la Iglesia por una esposa fiel. Y qué apropiado que uno de los últimos videos de Charlie Kirk haya sido sobre la mediadora por excelencia de todos los tiempos y de todos los lugares. A su manera, él se estaba acercando a ella… y ahora estoy convencido de que ella le está devolviendo el gesto.

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Robert Brennan