¿Qué es el acoso escolar?, ¿Por qué es importante su detección temprana?, ¿Cómo intervenir en el mismo? Todo esto lo veremos a continuación.

El objetivo es exponer con claridad las características de los niños víctimas de bullying y de los agresores para, de este modo, poder prevenir una posible situación de acoso escolar y tomar las medidas adecuadas.

Por otro lado, también expondremos unas estrategias de afrontamiento para poder intervenir en el acoso escolar cuando ya esté en curso. Estas estrategias estarán orientadas, sobre todo, a los profesores y los padres para así intentar paliar posibles problemas que acarrea el bullying. Lo veremos a través de un caso práctico concreto.

I. Introducción

Historias de niños obligados a comer la porquería del suelo, de ser obligados a atarse una cuerda alrededor del cuello para que los agresores lo pasearan como a un perro, etc. simplemente por el mero hecho de divertirse, es la triste realidad que ocurre hoy en día a algunos niños.

El acoso escolar entre los niños no es un fenómeno nuevo. Pero, no fue hasta los años 70 cuando este fenómeno fue objeto de una investigación sistemática. A finales de los años 80, y durante los 90, el problema del acoso escolar en los colegios atrajo la atención de los investigadores de otros países como Japón, Gran Bretaña, Holanda, Estados Unidos y España.

La experiencia nos dice que la violencia personal entre escolares es un el hecho el cuál, además, tiende a justificarse en un comienzo: “esto ha pasado siempre”, “no es tan grave que los chavales se peleen”, “tienen que aprender a defenderse” etc. Por otro lado, el entorno social nos presenta la violencia como una forma de comportamiento valorada y atractiva, solo hay que ver el contenido de los juegos más vendidos o las películas más taquilleras. Las situaciones de violencia entre los escolares van más allá de episodios concretos y puntuales de agresión y victimización. Se produce de manera sistemática y la víctima se convierte en habitual.

Por todo lo visto en esta introducción pasaremos a ver qué es el bullying, qué características tienen sus protagonistas, describiremos la manera de detectarlo precozmente y propondremos un programa de intervención individual.

II. ¿Qué es el acoso escolar?

El término de acoso escolar (bullying) surgió a mediados de los años 80. Se define como un acto o una serie de actos intimidatorios y normalmente agresivos o de manipulación por parte de una persona o varias personas contra otra persona o varias, durante un período de tiempo. Se basa en un desequilibrio de poderes, ya que la persona que acosa tiene más poder que la persona victimizada.

Resumiendo podríamos destacar tres características esenciales del bullying:

-Que es un comportamiento agresivo o intencionalmente dañino.
-Que se repite en el tiempo.

Y que se produce en una relación interpersonal caracterizada por el desequilibrio real o imaginario de fuerza o poder.

Es importante destacar que, en la mayoría de los casos, el acoso escolar se produce sin que se produzca una provocación por parte de la víctima. A este concepto le han denominado, en numerosas ocasiones, “maltrato entre iguales”.

II. 1. Características de las víctimas y de los agresores de acoso escolar

Victimas

Es importante diferenciar entre dos tipos de víctimas:

– Las víctimas pasivas: que suelen ser chicos/as solitarios, sensibles e inquietos que carecen de habilidades para la autodefensa, que no son capaces de pensar con rapidez y que cuentan con muy pocos amigos para darles apoyo. Se relacionan mejor con los adultos que con sus iguales. Se caracterizan por tener baja autoestima, inseguros y tendencia hacia la depresión. Si son varones, normalmente son más débiles físicamente que sus iguales. En lo referente al ámbito familiar, se caracterizan por una excesiva protección paterna que, en ocasiones, genera chicos/as muy apegados al hogar y sumamente dependientes, rasgo que caracteriza a las víctimas.

– Las víctimas provocadoras: son chicos/as a quién se provoca con facilidad, impulsivos y particularmente pertinaces, que se burlan de los acosadores hasta convertirse en blanco fáciles de los mismos, pero que luego son incapaces de defenderse.

Si nos referimos a quienes o qué alumnos tienen una mayor probabilidad de ser víctima de los malos tratos entre iguales, diremos que son los alumnos con NEE (alumnos con necesidades que incrementan el riesgo de ser victimizado para estos alumnos):

– Tienen características particulares salientes, que les convierten en objetivos de atención.
– Suelen estar poco integrados en las redes de amistad y apoyo de la clase, y por tanto, faltos de la protección que aportan las relaciones de amistad y compañerismo entre los iguales.
– Algunos de estos chicos presentan problemas conductuales que “molestan” a otros y les hacen comportarse de forma que “provocan” la agresión.

Agresor

En cuanto a los agresores estos tienden a exhibir las siguientes características:

– Fuerte necesidad de dominar.
– Son impulsivos e iracundos.
– Muestran poca empatía con sus iguales.
– Suelen ser desafiantes y agresivos con los adultos, incluidos padres y profesores.
– Suelen presentar otras conductas antisociales como vandalismo, delincuencia y consumo de drogas.
– Los chicos suelen ser más fuertes físicamente que el resto de compañeros en general y que las víctimas en particular.
– No tienen problemas especiales con su autoestima.
– Baja tolerancia a la frustración y con dificultad para cumplir normas.
– Su razonamiento moral es primitivo si se compara con el de sus compañeros, siendo más frecuente entre los agresores la identificación de la justicia con «hacer a los demás lo que te hacen a ti o con lo que crees que te hacen», orientación que puede explicar su tendencia a vengar ofensas reales o supuestas.

III. Claves para la detección de Acoso Escolar

Las estrategias para detectar el bullying dependerán, en gran medida, de cada centro escolar y del compromiso del profesorado.

Por otro lado algunos cuestionarios no son del todo fiables porque pueden llevar a confundir conductas violentas aisladas con una situación de acoso permanente etc. Por ello la detección debe ir encaminada a observar las señales que habría que tener en cuenta para detectar el acoso.

Señales

El clima de tensión permanente: Pueden producirse frecuentes conductas disruptivas o puede producirse de manera de calma tensa. En esta última se desarrolla en un ambiente de aparente cordialidad donde se ve explícitamente cómo unos alumnos se ríen y burlan de otro compañero que cada vez intenta ocupar un menor espacio en la clase o en el patio.

Alumnos que están frecuentemente implicados en los conflictos: Aún así, hay que tener en cuenta que el acosador no siempre es visible. A veces se camufla en un grupo de cuatro o cinco que si que se comportan como matones y no lo disimulan. En otras ocasiones, el acosador aparece como amigo de la víctima, y la propia víctima llega a creerlo así.

Las ausencias del centro escolar: Suele ser frecuente que los acosados no acudan a clase. Suelen inventan excusas en casa, o van al centro y no entran. El control de las ausencias en clase es muy importante para detectar si en el aula hay situaciones de agresión permanente. Otras señales para la detección pueden ser los cambios de humor y de conducta, un mayor nerviosismo y enfermedades fingidas.

Espacio en el que se sitúan en clase o en el recreo: Los niños excluidos suelen estar en las esquinas del patio si es cerrado, en un lugar apartado de los acosadores. También suelen ponerse en el primer banco de clase y suelen salir los primeros o los últimos cuando acaba la jornada. Lo que intentan con ello es pasar desapercibidos.

Estrategias

Las estrategias de detección que podemos usar son las siguientes:

– Mediante cuestionarios indirectos: Esto nos vale para detectar posibles alumnos violentos. La mayoría de estos chicos suelen estar convencidos de que su violencia está justificada, que la usaron porque era lo que debían de hacer o porque se trataba de algo inevitable. Por otro lado, es posible que la víctima admita el acoso pero no denunciará al acosador. Estos cuestionarios están pensados a partir del estilo de razonamiento de la mayoría de los acosadores.

Las claves para la elaboración de estos cuestionarios indirectos son:

– No basta con preguntar exclusivamente. (Ej. ¿Has pegado a un compañero alguna vez?)
– Es conveniente preguntar por los motivos del agresor (¿Has hecho daño alguna vez sólo por gastar una broma?). En ocasiones, estas bromas están relacionadas con la idea del bullying como respuesta a una provocación.
– Elaboraríamos alguna pregunta relacionada con el rechazo y la exclusión. (Ej. ¿Hay chicos a los que llamarías “distintos” y a los que has tenido que pararles los pies?).

Los cuestionarios indirectos buscan saber si un niño es víctima y, al mismo tiempo, dónde están los agresores. Cada centro puede elaborar las preguntas como les parezca pero, debe de haber una combinación de preguntas neutras con preguntas más directas dedicadas al tema a tratar.

– El buzón de socorro o buzón amigo: Es una gran idea ya que los niños se sienten más libres a la hora de denunciar. Lo único que se les pide es que escriban una carta en la que expliquen lo que pasa y puede ser anónima. Lo único que tiene que figurar es el curso escolar. De este modo pueden contar lo que les ocurre sin sentirse “chivatos”.

– E-mails de ayuda, teléfonos gratuitos y webs de información del centro: Tienen que tener un carácter confidencial. El e-mail se trata de una dirección de correo donde los alumnos pueden escribir lo que les ocurre a ellos o a otros. Los teléfonos gratuitos ofrecen un servicio permanente las 24 horas del día. Lo ideal es que estén en los ayuntamientos. Por último, la web perteneciente al colegio da una seguridad de que el colegio se preocupa por estos temas. La web, incluso, puede estar gestionada por alumnos de cursos superiores.

– Pizarras denuncias: se colgarían pizarras por los pasillos en donde los niños puedan poner un papel en el que exprese lo que quiera, si es consciente de una acoso a un compañero, si padece acoso él mismo etc.

IV. Caso práctico

Estos son los datos del caso que os expondremos a continuación:

Nombre y edad: David. Tiene 8 años.
¿Qué es lo que ocurre?: David, el niño víctima, y el acosador en un principio eran amigos (incluso se conocían los padres de los dos niños). David, antes de sufrir el acoso, era un niño popular en su ámbito escolar.

Desencadenantes: Todo empezó a ir mal en uno de los recreos porque David y su supuesto amigo no querían jugar a lo mismo. A partir de aquí el niño-acosador empezó a conspirar contra David mientras todavía se hacía pasar por su amigo. Progresivamente el niño-acosador se fue rodeando de aliados los cuales envidiaba la popularidad de David. El nivel intelectual del niño víctima estaba muy por encima de la media, tenía buena apariencia física y se le daban bien los deportes.

El acoso grupal consistió en acciones de vejación tanto en el colegio, como fuera del mismo. Esto consistía en humillaciones como mandarle que lamiera en suelo, insultarlo, darle patadas, aislarlo en los juegos y actividades organizadas en el colegio. Por otro lado, fuera del colegio, en los entrenamientos no le pasaban la pelota, se reían de él y no le hablaban.

A David le cambió la vida de la noche a la mañana. Pasó de ser un niño popular a ser un marginado.

– Repercusiones en el niño víctima: Pérdida de la sonrisa, baja autoestima, bajada del rendimiento escolar y ansiedad a la hora de ir al cole. Los padres al observar ese cambio de actitud en David intentan hablar con él. David lo niega todo, se niega a aceptar lo que le está pasando. Al final, con tiempo, confiesa y explica todos los actos de humillación que le han mandado hacer y logra decir el nombre de los autores del acoso. Los padres deciden ir a hablar con la tutora.

V. Programa de intervención

V. 1. Pautas de intervención generales.

Para hablar con un niño que ha sufrido acoso por parte de sus compañeros hay que ser cuidadoso con el tono empleado, cualquier resquicio de rabia puede victimizarle una segunda vez. Es muy importante no culpar al niño de la situación y que a este le quede claro que la culpa fue de los que generaron esa violencia y no de él. Es elemental tener como línea general para tratar a este niño el cariño, la comprensión y la empatía.

El niño tiene que sentir que lo comprendemos y que nosotros hubiéramos actuado igual que él. Es importante darnos cuenta de que el niño víctima no es débil ya que ha sido capaz de soportar todo tipo de humillaciones.
Para lograr una correcta intervención sobre el grupo acosador es importante identificar bien quién es el causante de dicho acoso. En ocasiones, el líder manipulador no es el causaste de la máxima violencia.

Es importante que los padres a la hora de intentar intervenir comenten cualquier paso que quieran dar con su hijo-víctima. Estas víctimas necesitan un ambiente de confianza y seguridad por ello los padres deben de ser muy cautelosos en este aspecto e intentar ser ellos los que generen ese ambiente para ellos.

Por otro lado, también hay que tener en cuenta que el niño acosador es un niño que aún está en proceso de formación y de socialización por lo que también necesita nuestra ayuda. Además estos comportamientos violentos no desaparecen de un día para otro y demandan comprensión, apoyo y tiempo.

V. 2. Pautas de intervención específicas.

Ahora diferenciaremos las pautas de intervención al caso según su ámbito. Primero expondremos unas breves pautas de actuación para los padres y a continuación unas pautas de intervención para los profesores.

V. 2. a. Pautas de actuación para los padres:

La familia es el pilar sobre el que el niño establece sus relaciones sociales e interpersonales. La mejor forma de educar a un hijo tendría que ser estableciendo unas normas y límites, ofrecer modelos de conducta pacíficos, enseñar a mantener la calma ante situaciones estresantes etc. En el caso de que los padres no se vieran capacitados de establecer esos límites deberían de acudir a terapia.

Cuando el hijo es víctima de acoso escolar los padres deben de intentar romper la llamada “ley del silencio”. No esperar a que su hijo les hable de la situación de acoso sino que ellos mismos aborden el tema explicándole en qué consiste. Deben de abordar el problema con serenidad.

Esto hará que el niño sienta seguridad y confianza.

En el caso de que la situación de acoso se confirme deben de seguir las siguientes pautas:

– Brindar confianza, de manera que el niño sepa que puede contar con sus padres y vea en ellos una fuente de apoyo y seguridad.

– Hacerle ver al niño que todo se solucionará, que lo que le ocurre es una situación transitoria.

– Analizar juntos las posibles alternativas de solución.

– Propiciar situaciones y actividades en las que pueda relacionarse con otros niños de su edad, sin forzar la situación.

– Hacerle sentir la necesidad de afrontar la situación, motivándolo a que hable con la persona del centro escolar que le ofrezca mayor confianza.

Por otro lado los padres deberían de plantear la situación, con serenidad, al centro escolar para buscar soluciones de manera conjunta. Además sería conveniente buscar ayuda de los profesionales que sean necesarios para ayudar a su hijo (un psicólogo, etc.).

Cuando el hijo es el acosador también deberían de seguir las siguientes pautas:

– Sobre todo mantener la calma. Es una situación que tiene solución pero hay que actuar rápido para que las consecuencias no sean peores.

– No esperar a que su hijo se lo cuente. Se debe de abordar lo más claramente posible con preguntas directas sobre la sospecha.

– Utilizar la empatía. Hacer que se ponga en el lugar de la víctima. Y dejarle claro que su comportamiento no es tolerable.

– Hacerle ver que toda conducta tiene una consecuencia por lo que quién se comporta como él tiene una sanción inmediata. Al mismo tiempo hay que ser consciente de que tiene que aplicar una sanción que se vea capaz de cumplir ya que tiene que aplicarla hasta el final. Si se levanta una sanción no habrá servido de nada, no tendrá límites y le habrá ganado un pulso a sus padres. Verá que, en el fondo, puede hacer lo que el quiera. Por esto es muy importante llevar a cabo y cumplir las sanciones que se le pongan.
– Si los padres no se sienten con la autoridad suficiente para abordar el problema con el hijo deben de buscar ayuda de una persona profesional.

V. 2. b. Pautas para los profesores:

Cuando se trata del niño-víctima hay que seguir las siguientes pautas, siempre en colaboración del gabinete psicopedagógico y el de orientación (el tutor, un psicólogo…):

– Protección: han de aplicarse medidas de control que se pactarán con el niño (es muy importante tenerlo en cuenta y que él lo note). No se debería dejar al niño sin supervisión en el patio, aseos etc. Se debería de prestar atención a las conversaciones del alumnado, sobre todo en horarios fuera de clase, también observar si hay pintadas en los aseos etc.

– Aceptación: hay que ayudar al niño a aceptar la situación. Hay que evitar la negación y la huida y tratar la auto-inculpación. Hacerle ver a través de charlas tutoriales o con el psicólogo que el no tiene la culpa de la situación.

– Reconocimiento: se basa en la aplicación de medidas que aumenten la autoestima del niño. Hay que fomentar la valoración de su imagen pública (darle responsabilidades especiales en clase, reforzar mucho sus participaciones etc).

Cuando se trata de niño-acosador hay que seguir las siguientes pautas, otra vez en colaboración con el gabinete psicopedagógico y el de orientación:

– Control: le trasmitiremos el mensaje de que no se va a permitir más violencia, ni maltrato no humillaciones del tipo que estaban empleando y explicitar que medidas acataremos si esto continúa.

– Detección: Hay que cerciorarse de quién es el que instiga el acoso y quienes lo secundan. No haremos nada si solo podemos controles y limites al grupo en general y no al que es el cabecilla y el líder de toda la situación de acoso.

– Responsabilidad: Hay que enseñarle a que debe de ser responsable de sus propias actuaciones y que en consecuencia tendrán que tomar medidas para solventar sus malas conductas. Para ello deberá de empezar por pedir disculpas al niño-víctima, David, y continuar con medidas compensatorias. Hay que supervisar estas conductas no vaya a ser que se vuelva a producir agresión o maltrato.

– Disgregación: Hay que separar al niño-acosador de sus aliados para que no vuelva a unirse en contra del niño-víctima. Por ejemplo se les puede cambiar de grupos en los deportes e incluso (si es necesario) de clase.

Para terminar las pautas de intervención es importante señalar que es fundamental que colaboren los demás compañeros de la clase. Hay que enseñarles a reaccionar ante los distintos tipos de acoso. Mejorar la convivencia en la clase e instaurar unos valores de solidaridad con el niño-víctima. Esto último se puede conseguir favoreciendo actividades que ayuden a la inclusión del niño en la dinámica de la clase. También otorgándole mayores responsabilidades dentro de la clase para mejorar su imagen pública y que el niño consiga mejorar su autoestima.

VI. Conclusiones

Para concluir, hemos de decir que para conseguir éxito y conseguir intervenir el acoso escolar lo debemos de hacer todos unidos. Desde las administraciones públicas, pasando por el colegio y otros apoyos profesionales complementarios (como pueden ser los psicólogos), siguiendo por los padres de los niños protagonistas de esta situación, como los propios niños.

Por ello, en todo lo referente al tema del acoso escolar y las situaciones a que conduce este fenómeno:

– Que los niños no escondan la situación que están viviendo, que hablen. Que otros compañeros si perciben algún indicio de acoso avisen a un adulto responsable e intenten ayudar a ese niño-víctima.

– Que los padres den a sus hijos desde sus hogares una sensación de seguridad y de apoyo. Que los eduquen en el pacifismo y en la empatía hacia los demás y que enseñen a sus hijos que hay normas y límites que cumplir.

– Por otro lado, también es trascendental el papel del profesor ya que el niño pasa mucho tiempo en el colegio. Que estén atentos y que se impliquen en las relaciones y en la educación de los niños. Al mismo tiempo, es interesante que impliquen a los padres en algunas tareas o actividades escolares para que el trabajo sea interdisciplinar.

Con todo esto, si el padre o el hijo no se ven capacitados a superar la situación y el problema del acoso considero que es muy importante el pedir apoyo a otros profesionales que si están capacitados.

Creemos firmemente que si se trabaja en equipo y bajo los principios del compañerismo, el cariño y el apoyo se puede apaliar en gran medida el problema del acoso escolar. Es importante tener siempre los ojos abiertos para que la detección sea lo más precozmente posible.

Esta aportación, pretende ser una ayuda a las necesidades que surgen en una situación de acoso escolar. Por ello, esperamos que sea de utilidad para poder detectar e intervenir el acoso escolar lo más exitosamente posible y así mejorar las relaciones de los niños con sus iguales.