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No es tanto que la epopeya de Frankenstein, tal y como la imaginó Mary Shelley hace más de 200 años, esté de vuelta. Es que nunca se ha ido.

La actual película nominada al Oscar "Pobres Creaturas" toma prestado en gran medida el motivo de Frankenstein y lo convierte en un manifiesto feminista de la nueva ola. Universal Pictures produjo varias películas de Frankenstein desde los años 30 hasta los 50, tergiversando la historia pero llenando sus arcas. La productora británica de cine de terror Hammer retomó la bandera entre los años 50 y 70 con múltiples versiones de la franquicia Frankenstein.

La historia sobrevivió incluso al asalto cómico de Mel Brooks. Ahora mismo hay vallas publicitarias que anuncian una película llamada "Lisa Frankenstein" con la premisa de un cadáver reanimado como telón de fondo de una comedia romántica.

Lo más cerca que ha estado ninguna película del original fue la versión del actor y director Kenneth Branagh en los años 90, titulada "Mary Shelley's Frankenstein". La película era, en efecto, su historia y sigue de cerca la trama. Pero al final me pareció decepcionante, ya que se fijaba en el aspecto monstruo/violencia y no en los atributos más sutiles de la historia que la hacen tan universal.

Por muy divergentes que fueran las dos primeras películas de Frankenstein de Universal Pictures del material original, el monstruo de Karloff, especialmente en la secuela "La novia de Frankenstein", captó realmente el patetismo de la criatura que se siente abandonada, alienada y sola en el mundo.

Y ahora nos llega la noticia de que el aclamado director Guillermo del Toro, famoso por su afición a lo macabro, está a punto de iniciar la producción de otro intento de contar la historia de Frankenstein. Un artículo reciente sobre la preparación de la película afirmaba que, por alguna razón, del Toro se encontraba en un remoto paisaje helado preparándose para el rodaje.

No quiero parecer un snob de Frankenstein, pero después de haber leído el libro más de un par de veces, la historia comienza en un lugar muy frío, desolado y premonitorio, y a partir de ahí las cosas no hacen más que empeorar.

Como los tiburones, y el monstruo de todas las metáforas, el Titanic, Frankenstein no dejará escapar nuestra curiosidad morbosa. Pero es algo más que una buena historia de terror.

Aunque Mary Shelley orbitaba en un estrato social progresista/libertino que hacía alarde de las normas y prácticas religiosas tradicionales, el núcleo de la historia del que todo resuena es la locura humana de jugar a ser Dios, como Shelley estipula tan elocuentemente en la novela. "Espantoso debe ser, pues sumamente espantoso sería el efecto de cualquier esfuerzo humano por burlarse del estupendo mecanismo del Creador del mundo".

Es una advertencia que Victor Frankenstein ignora por su cuenta y riesgo.

Lamentablemente, en los 200 años transcurridos desde entonces, hemos tirado la cautela al viento con esfuerzos humanos tan innobles como la búsqueda del Dr. Frankenstein. Desde seguir buscando cuánto poder destructor de ciudades existe en el más pequeño de los átomos hasta trabajar en una investigación médica verdaderamente inspirada en Frankenstein en laboratorios de virología, encubrimos nuestros intentos con un lenguaje torturador como "ganancia de función".

Y nuestra arrogancia no cesa. Mary Shelley nunca habría imaginado el aborto selectivo por razón de sexo, el cultivo de partes "de repuesto" mediante células madre o la clonación.

Pero al igual que Shelley, a pesar de su estilo de vida vanguardista, era un producto de su tiempo, del Toro también lo es. Comparte el desinterés de Shelley por los principios tradicionales, pero no se rige por ninguna guía cultural. Su película "La forma del agua", una especie de historia de Frankenstein en sí misma, es una buena ventana a su punto de vista. Aun así, es probable que vea su nueva versión cuando se estrene, aunque tengo la inquietante sensación de que me decepcionará por muy fiel que sea al argumento.

La historia de Frankenstein y su "creación" ha sobrevivido tantos siglos no tanto por su estructura argumental como por lo que plantea sobre la vida, la creación y la verdadera naturaleza de la humanidad. La novela lo deja claro. "Dios, compadecido, hizo al hombre bello y seductor, a su imagen y semejanza; pero mi forma es un asqueroso tipo de la tuya, más horrible incluso por el propio parecido".

¿Acertará el próximo capítulo de la matriz cinematográfica de Frankenstein en estos mismos puntos o errará el tiro? La mala noticia es que tendremos que esperar hasta el estreno de la película. La buena noticia es que esta próxima versión, buena o mala, puede avivar las brasas del interés por este valioso libro y hacer que la gente lo lea por sí misma. Seguro que les horrorizará, pero también puede que les ilumine.